«Con solo 5 años mi hijo le mandó un e-mail a McDonald's»

YES

MIGUEL VILLAR

TIENEN ALTA CAPACIDAD Su mente procesa más rápido la información, tienen un talento innato y son intelectualmente superiores a la media, pero no quieren etiquetas ni que se les vea como «bichos raros». Todo lo contrario: son un orgullo y toda una suerte para los de alrededor

15 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Jacobo tiene 15 años y su hermano Lucas 13. Los dos tienen alta capacidad intelectual y así lo certifica el test de la Xunta que les hicieron en el colegio cuando eran mucho más pequeños. ¿Son altamente capaces para qué?, le preguntamos a su madre, Ana María. «En realidad es una rapidez mental mucho mayor, una curiosidad muy grande por todo, un deseo brutal de hacer mil cosas y la certeza -dice ella- de que casi todas las harán muy bien». Para Ana María fue toda una sorpresa descubrir esa capacidad en sus hijos. «Tú no tienes otra referencia como madre, así que yo estaba acostumbrada a que mis hijos, sobre todo el mayor, que fue el que abrió el camino, fuese un niño bueno, formal, que llamaba la atención por la madurez que tenía». Esa es la única característica que esta madre distinguía como peculiar de sus hijos, sin darle importancia, y sin asociarla a unas capacidades intelectuales distintas. «Yo veía que eran maduros para su edad», asegura.

Fue después, en la etapa de infantil en el colegio, cuando un día llamaron a la familia para explicarles que les iban a hacer a los niños unos tests para evaluarlos y que vendría una orientadora de la Xunta para avalar dichas pruebas. Desde entonces, la vida de Jacobo y Lucas no ha cambiado especialmente, porque como persevera su madre, son niños normales. Insiste mucho en esta palabra para que se entienda que ninguno de sus hijos lo vive como una rareza, que no son niños inadaptados al sistema educativo ni con problemas de empatía. Todo lo contrario. «Si Jacobo y Lucas destacan por algo es por esa sensibilidad que los hace siempre ponerse en el lugar de los demás, entienden enseguida la dificultad, el problema de los otros, y se adaptan muy bien. Son niños muy buenos, no es porque sea su madre, pero es así, colaboran en todo y dan su ayuda siempre».

Toda una sorpresa

Aunque Ana María dice que para ella fue toda una sorpresa, recuerda una anécdota de cuando Jacobo tenía 5 años que da buena cuenta de su talento. «Aquel día estuvimos en McDonald’s, y el niño se llevó la caja de la Happy Meal para casa, como hacía tantas veces. Al día siguiente, mi marido y yo recibimos un correo de McDonald’s porque el crío se había leído todas las instrucciones de la caja y se había buscado la vida para mandarles un e-mail. En ese momento no le di importancia, pero años después reparé en aquello como algo excepcional».

Jacobo y Lucas se definen como chicos de ciencias, pero no hay materia que se les resista, sobresalen en todas las asignaturas, tienen una ortografía perfecta y son los típicos que han hecho miles de actividades en su tiempo libre. «Les gusta mucho la tecnología -apunta su madre-, pero sí tenían la necesidad de probar muchas cosas, porque son niños muy inquietos intelectualmente y buscan abrirse a otras experiencias: hicieron ajedrez, pero luego competir les aburría, Lucas hizo radio y también se cansó, juegan a waterpolo, los dos tocan la guitarra... Digamos que tienen múltiples intereses». Otra particularidad que nota su madre es su capacidad de concentración. «A veces Jacobo está haciendo los deberes y tiene tres asignaturas abiertas a la vez: está haciendo un power point de Historia, las frases de Lengua y los ejercicios de Matemáticas. Pero a él eso no le importa, al contrario. Y Lucas, cuando tiene un examen puede hacerle fotos al tema, se las lleva en el móvil y, el domingo, después de comer, si estamos de tertulia en un restaurante lo ves que está estudiando el examen en ese momento con todo el ruido de alrededor. Tienen esa suerte. Yo les digo que ya que tienen esta capacidad, que la aprovechen, pero por supuesto no es garantía de éxito en un futuro. A mí lo que me importa por encima de todo es que sean buenas personas».

Jacobo cumple con el perfil del chico despistado, «a veces parece que está desconectado, pero en realidad no lo está porque sabe perfectamente qué deberes tiene -señala su madre-, pero sí que da la sensación de que se olvida de todo, sus compañeros y los profesores a veces se desesperan un poco».

Lucas, en cambio, es más perfeccionista, más exigente consigo mismo y también más crítico con los demás. Los dos se llevan estupendamente bien y se retroalimentan como hermanos en esas curiosidades que les van surgiendo. «Es muy importante el apoyo de la familia, hablar mucho de todo lo que sienten, que se noten apoyados, pero la parte del colegio es fundamental. En Maristas de Ourense -indica Ana María- hemos tenido la suerte de que siempre se han implicado mucho con ellos, trabajando por proyectos y ampliando su currículum con todo aquello que les provocaba interés. Mis hijos no subieron de curso, de pequeños salían del aula e iban a algunas asignaturas de cursos superiores, pero lo importante para ellos fue el aprendizaje por proyectos. La implicación de los profes es definitiva. «En nuestro cole tenemos Talentia -explica Jacobo-, que ofrece a estudiantes de más de 9 puntos algunos proyectos voluntarios. Yo ahora, por ejemplo, estoy con un equipo construyendo un coche; tenemos que ver las mejoras de innovación tecnológicas, trabajar el diseño, pero también ver quién nos patrocina. Para ello hacemos presentaciones del coche a nivel empresarial para intentar conseguir ese dinero. Es muy interesante, porque es un trabajo interdisciplinar que se sale de lo que harías en una clase típica de calculadora». ¿Te ha molestado alguna vez tener esa etiqueta de alta capacidad?, le pregunto. «No, porque yo creo que si tienes una capacidad te lo facilita, pero si te esfuerzas puedes conseguir lo que quieras. Lo importante es en lo que tú crees. La capacidad ayuda, pero independientemente del nivel que tengas, tú puedes potenciarla con esfuerzo, compromiso y perseverancia», apunta Jacobo.

«Hay chicos que nacen con un talento, que son geniales en algo particular, que tienen una capacidad artística extraordinaria o deportiva, mis hijos -concluye Ana María- no destacan en esa parte, sino que tienen unas destrezas, una rapidez intelectual para procesar la información, para comprenderla, superior. Todo lo que hacen lo hacen bien, son muy eficaces en cualquier asignatura, pero son chicos con sus caprichos, sus necesidades, con su adolescencia... Por eso insisto en que no se vean como raros o inadaptados, porque no lo son. Son muy listos, sí. Pero son chicos como todos».