«Yo soy María Pita y mi hermana también»

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Ángel Manso

ESTE NOMBRE TIENE HISTORIA Marías Pita hay varias, pero solo una posa valerosamente junto a la gran heroína coruñesa. Pasa, que te esperan un Pablo Iglesias y una Gloria Fuertes que conoció a Juan Ramón Jiménez

07 dic 2019 . Actualizado a las 21:02 h.

Ella es María Pita, y su hermana también. María José y María Jesús Pita son mellizas, cuenta la segunda, y han compartido sin problema el María y el orgullo de llamarse como la heroína que supo cómo defender A Coruña del vicealmirante Drake y convertirse en una de las grandes protagonistas de la historia de Galicia. De chicas vestían como modelos gracias al don para la aguja y el hilo de las manos de su madre, Concepción. Una lleva el José tras el María por el abuelo paterno, y otra (la que posa al pie de la heroína en María Pita), el Jesús, por el abuelo materno. «Mi madre conoció a mi padre en una fiesta en Melide y lo primero que le dijo fue: ‘Aquí no me voy a quedar’. Mi madre, que aspiraba a ser maestra, siempre nos educó para ser independientes. Mi padre se fue al País Vasco a buscar trabajo, y se pasaron el noviazgo a distancia. Se casaron y se fueron a vivir allí, y allí, en Euskadi, nacimos y nos criamos nosotras. Mis padres son humildes y muy inteligentes. Mi madre siempre ha sido una gran referencia. Lo primero que hizo al mudarse al País Vasco fue comprarse una radio para oír las noticias todos los días», cuenta María Pita, que disfrutó los veranos gallegos toda su infancia y se vino a vivir a Galicia todo el año a partir de los 20, al estudiar en Santiago el segundo ciclo de Medicina.

LO QUE SE GANÓ EN CUBA

El abuelo de María Pita emigró a Cuba, para evitar la guerra. «También emigró mi abuela. Fueron por separado, José Pita y Amadora Varela. En Cuba se conocieron y se casaron. Un hermano de mi abuelo se quedó en Cuba, y de hecho en Cuba hay Pitas, pero mi padre ya nació aquí. En Galicia, mis abuelos tuvieron a los hijos y luego emigraron al País Vasco, a trabajar en la siderurgia. Primero se fue el abuelo, José Pita, que llamó a mi padre, cuando ya era un chico de veintipico, para que se fuese a trabajar allí». Los padres de María Pita también tienen una larga historia para contar.

De Riotorto, de Meira, «debe de venir nuestro Pita», dice María, ilustre de nombre a la que, una vez conocida, es difícil olvidar. Su lanza es el orgullo de sus raíces gallegas, que miran de frente sin perder el valor de lo que viene de atrás. «Yo siempre adoré Galicia, el verde, el campo, los ríos, los veranos en Melide, en casa de mis abuelos. Hasta los 16 años, pasé todos los veranos en Vilaverde (al lado de Xubial). Es la aldea de mi infancia. Cuando había que volver a Bilbao, mi año escolar entero estaba hecho de todos los recuerdos y fantasías de mi verano. Así me pasé años, felizmente metida en el mundo de los ríos, los prados y la libertad de Galicia», relata María, que se casó con un gallego al que conoció en Baracaldo. «En una de las fiestas de los barrios de allí, me encontré con un chico de Melide al que yo en Melide nunca saludaba... Al verlo allí, lo paré. ‘¿Tú qué haces aquí?’, le dije. ‘Nada, estou aquí cun amigo meu, que veranea en Arzúa’. Coincidimos todos los días de las fiestas. Y así surgió. Él tenía claro que quería venirse a vivir a Galicia. Yo había hecho tres años de Medicina en el País Vasco, mis amigos de allí me ayudaron con todas las gestiones burocráticas para poder hacer en Galicia el segundo ciclo. Nos vinimos, pero esos amigos aún están ahí, en mi vida», cuenta quien valora el carácter vasco, «muy de hermanación; podíamos discutir como hermanos pero no pasaba nada». El carácter vasco es aguerrido, como el de María Pita, ¿no? «El vasco tiene carácter y es muy comprometido», afirma.

Suenan las 12.00 en la plaza de María Pita y María Pita recuerda cómo volvió, ya emparejada con el chico de Melide al que conoció de fiesta en Baracaldo. En el País Vasco, «me decían: ‘¿María Pita, como la plaza de María Pita’?». Cuando vino a Galicia, pasó a evocar, directamente, a la heroína. «Aquí, cambió la pregunta, la gente me preguntaba: ‘¿Pero tú... de qué Pita vienes, del Pita médico?, De quen vés sendo?’». Esta ilustre que no se da importancia ha tenido entre sus pacientes «algún Castelao».

Con el corazón partío entre el País Vasco y Galicia, María Pita concilia los dos pueblos en su corazón. Como si fuesen mellizos separados al nacer. «Cuando vivía allí, estaba deseando venir. Y ahora, que tengo mi vida aquí, me encanta ir. Allí tengo raíces también», dice María Pita, una defensora de lo suyo que dejó de ser María Jesús en Bilbao para llamarse solo María en Coruña y que tiene «esa cosa de los hijos de emigrantes, ¿sabes?, el alma dividida. Galicia y el País Vasco son como mi madre y mi padre».

ANGEL MANSO

 «Soy Pablo Iglesias y me preguntan por la coleta»

Pudo ser Rubén: «Mis padres estaban entre ese nombre y Pablo. Pero al final fue mi abuela la que decidió: me tenía en el colo y el cura le preguntó cómo me iba a llamar. Y ella dijo: Pablo». Lo que no sabía su abuela en ese momento es que su tierna decisión le traería más de una broma de adulto a su nieto: Pablo Iglesias, de Cambre, comparte nombre y apellido con Pablo Iglesias, el fundador del PSOE pero también con el político de Unidas Podemos, hoy más de actualidad: «Siempre hay alguien que me vacila, que me dice si no me voy a dejar coleta. Lo curioso es que me llamo Pablo Iglesias y soy totalmente apolítico».

Pero aquí hay más historia, porque sus nombres y apellidos llevan dándole guerra toda la vida. Incluso otro político más se cruzó en el camino. «Mi segundo apellido es Gil, así que cuando estaba en el cole, al coincidir con la época en la que no se paraba de hablar de Jesús Gil en el Atlético de Madrid y el partido que fundó con su nombre, siempre había alguien que bromeaba con el ‘Gil y Gil’. Después, más adelante, me preguntaban si era Pablo Iglesias el de Ancéis, el mayor distribuidor de cigalas de A Coruña». Y ahora lo confunden, aunque solo por el nombre y el apellido, con el líder de Podemos. «El otro día estaba en el mercado rellenando una promoción. Miraron mi nombre y me dijeron: ¡ah, como el de Podemos!».

Pablo Iglesias, el carnicero de Cambre, asegura que no está solo: hay más Pablos Iglesias en Galicia. «El sobrino de una clienta también se llama Pablo Iglesias. Incluso recuerdo un día que estaba en el médico en urgencias y justo llamaron por el nombre y los dos apellidos: Pablo Iglesias Gil. ¡Y nos levantamos dos personas a la vez! Nos quedamos sorprendidos».

CONVENCE A CUALQUIERA

Igual lo del apellido influye, porque sus clientes suelen decirle que tiene dotes de político. «Cuando me pongo, soy capaz de convencer a cualquiera», asegura nuestro Pablo Iglesias. Parece que el destino le tenía preparado el nombre. En su familia, cuenta su mujer Jessica, la madre de Iglesias, el de Cambre, tiene un dicho: «Siempre dice que no hay un Pablo bueno, que son todos unos gamberros y unos traviesos». Los dos se ríen. Pablo Iglesias sabe que el nombre le viene al pelo.

OSCAR CELA

«Yo, Gloria Fuertes, conocía a Juan Ramón Jiménez»

Esto es pa’ los niños, para los que crecieron con el Dragón Tragón, para los adultos que se partían con Martes y Trece y para todos los que saben que Gloria Fuertes, la poeta de Lavapiés al cielo, fue más que un icono televisivo y una niña grande con la voz rota de corazón.

«Ser Gloria Fuertes fue la cruz de mi infancia, pero ahora llevo el nombre con honor», asegura Gloria Fuertes, la que ha abierto en Lugo la librería Lectocosmos, un cosmos que linda con la Muralla donde pueden encontrar clásicos frescos y lo más selecto de las letras que son novedad.

«Soy Gloria Fuertes, más que de casualidad, por petición de mi madrina y sin segunda intención, al parecer. Mi madre dice que no se dio cuenta... Yo no sé. Tengo una hermana mayor y no se llama Gloria. Lo que pasa es que mi madrina se llama Gloria, no le puso el nombre a su hija y le pidió a mi madre que me lo pusiese a mí», relata Gloria, que destaca que los intelectuales han tenido siempre en estima a Gloria Fuertes, que hizo historia como personaje popular por el humor. «Con Gloria Fuertes creo que ha habido una evolución. Hoy han quedado atrás las parodias y se ha abierto paso la poeta, la autora transgresora que fue», considera quien era el centro de atención en clase por el nombre.

«Aun ahora, cada vez que hago una gestión, sale la coletilla. ¡Nunca paso inadvertida! Una vez me atendió en el banco una Marta Sánchez que me dijo que le pasaba lo mismo, solo que Marta Sánchez es un nombre más común», cuenta.

Promoción de ilustres

El nombre en su caso fue una profecía. El amor por las letras le va en el DNI y en la profesión. En la Universidad, esta Gloria a más de ilustre conoció: «Fue muy gracioso. Cuando fui a revisar la lista para reclamar en un examen en la Universidad [en Alcalá] vi en esa lista un Juan Ramón Jiménez. Me giré y pregunté: ‘¿Quién es Juan Ramón Jiménez?’. Un chico dijo: ‘Yo, yo...’. Y le dije: ‘Que sepas que soy Gloria Fuertes’. ‘¡Y yo Elena Ochoa!’, dijo otra chica». Gloria Fuertes lo cuenta con humor, con dos libros de Gloria Fuertes en las manos diciendo «¡léeme!».