Iris, 12 años: «Adelgacé 8 kilos en 4 meses»

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ANGEL MANSO

Las dietas no son solo para adultos. Iris pesaba 67 kilos, estaba muy hinchada siempre y sufría dolores de barriga. Unos meses después de ponerse en manos de la especialista, pesa 59 kilos y se siente muchísimo mejor

08 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de Iris Cayazzo Liñares tiene su razón de peso. Con 12 años recién cumplidos, pesaba 67 kilos y se sentía incómoda, hinchada y con fuertes dolores de barriga que la hacían ir al cuarto de baño. Su madre no entendía qué le podía estar pasando y por qué mes tras mes Iris cogía cada vez más peso. «En casa llevábamos aparentemente una dieta normal, sin fritangas, la niña no abusaba de la bollería, así que yo no era capaz de comprender que fuese engordando y que su cuerpo hinchase de esa manera. Además ella iba 3 veces a patinaje, dos a yudo y no me parecía normal», indica Noelia, su madre.

«Aunque me decían que mi cuerpo podía estar cambiando por la edad, la verdad -explica Iris- es que yo me sentía incómoda, de repente no podía ponerme la ropa que me gustaba, usaba siempre camisetas y leggins y empecé a acomplejarme un poco». «En la familia es lo típico que te empiezan a decir: ‘Yo a su edad era igual’, ‘a mí me pasaba lo mismo’, pero llega un momento en que la niña empezó a retraerse y además tenía muchísima psoriasis por todo el cuerpo, justo iba a empezar el cole y pensé que para ella sería difícil que la vieran así», apunta Noelia.

Fue entonces cuando se pusieron en manos de una especialista y supieron que Iris sufría varias intolerancias alimentarias y a partir de ahí decidieron seguir las pautas de la nutricionista Ana Golpe, que lo primero que quería evitar era una bajada rápida de peso. «Con los niños hay que tener mucho cuidado, e Iris en solo un mes deshinchó muchísimo: pasó de 93 centímetros en la barriga a 82, bajó muy rápido de peso y me tuve que poner seria. Es preferible que vayan adelgazando poquito a poco, de medio en medio kilo y no obsesionarse, porque los niños están creciendo», asegura Golpe.

Entre los alimentos que el cuerpo de Iris rechazaba había un amplio grupo, como la cebolla, el ajo, los garbanzos, el cacao y el tomate (entre otros muchos), por eso Iris siguió una dieta personalizada en la que se evitó en principio tomar esos productos, aunque después -siempre siguiendo las indicaciones de la profesional- se fueron introduciendo de manera paulatina.

«Lo primero que sentí es que desaparecían los dolores de barriga, dejé de tener esos cólicos y la piel me fue mejorando muchísimo», indica Iris, que tuvo que seguir a rajatabla las indicaciones de la dieta y no pudo saltarse en ningún momento la comida que tenía estipulada. «Siempre hay personas que te tientan -explica su madre-, así que tuve que concienciar también a los amigos y la familia directa porque si no, es difícil que dé resultados. Nosotros en casa creíamos que comíamos estupendamente, pero ahora lo hacemos muchísimo mejor».

«Hoy en día -apunta Ana Golpe- se consumen muchos alimentos procesados, en cambio nosotros cuando éramos pequeños tomábamos productos mucho más naturales, tal vez eso haya influido en que los niños de ahora tengan tantos problemas con las intolerancias. En cualquier caso, lo importante es asegurar que esa comida que van a tomar sea real food, comida de verdad, no empaquetada. En eso soy muy estricta, puede ser, claro, de supermercado, pero alimentos que no son procesados».

EL GUSTO DEL TOMATE

A medida que fueron pasando los días, Iris comenzó a mejorar su salud y sobre todo ganó autoestima, si bien la nutricionista y su madre estuvieron en todo momento muy pendientes de que no se obsesionase con la bajada de peso. «Es importante que se vea bien, pero lo fundamental en su caso era que mejorase su sensación de hinchazón e incomodidad, porque no entramos en ningún problema estético», apunta Golpe, que no obstante asegura que conviene ser vigilantes siempre en la alimentación. ¿Cuál fue el sabor que más echaste de menos durante la dieta?, le pregunto a Iris, que no duda un segundo en responder: «El tomate». «Soñaba con el momento de volver a tomarme un trozo, nunca pensé que lo iba a echar tanto de menos», apunta. «Yo pensaba que me iba a pedir algo de cacao, de chocolate -añade Noelia-, pero al final te das cuenta de que los gustos y los sabores fundamentales son otros».

Cada martes Iris y su madre iban a comprobar que la dieta funcionaba a la consulta de la nutricionista, que cuatro meses después, ha decidido que el peso de Iris es el adecuado y ya le ha permitido ir probando algunos de los alimentos que su cuerpo rechazaba. «Ahora pesa 59 kilos y no es necesario que adelgace más, porque está creciendo y todavía no ha desarrollado. El cambio le va a llegar pronto», señala Golpe. A su lado, Iris presume de que ya puede ponerse todo tipo de ropa. «Hoy entro en una tienda y de 50 prendas, me sirven 30», asegura orgullosa, sobre todo porque ha visto también cómo ha mejorado su problema de piel. «La alimentación influye en muchísimas enfermedades -apunta Golpe-, lo mejor es ayudar a personas como Iris, que se merece nuestro reconocimiento por su tesón». A ella solo hay que verla en la foto para reconocer que a Iris la nueva alimentación le sienta muy bien.