Álex García: «No olvido mis veranos en Muros en casa de la abuela»

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«Hasta que la boda nos separe» es el último estreno de Álex García, disponible desde el viernes en cines. Todo un alegato contra el concepto de pareja de toda la vida al que él se suma, aunque confiesa que su brújula es el amor. «Yo escucho mucho al corazón, las decisiones que tomas desde ahí siempre son buenas», asegura

15 feb 2020 . Actualizado a las 10:43 h.

Álex es todo un descubrimiento. Gobernado por el instinto, afronta la vida y esta entrevista a pecho descubierto. Quizás en su honestidad tengan algo que ver los cimientos de una infancia forjada al calor de Galicia y al frío de las aguas de la playa de San Francisco: «Yo allí me meto aunque me duelan los huesos. Me acuerdo mucho de la aldea, de ir a tirarme de la grúa al puerto, que nos echaban la bronca. Recuerdo también el mercado los domingos por la mañana, que era justo enfrente de la casa de mi abuela. Hace mucho que no me acerco, pero me apetece muchísimo». Ya lo estamos esperando.

-Estrenar «Hasta que la boda nos separe» el día de San Valentín tiene tela, ¿no?

-Buena ironía, ja, ja. Sí, pero tiene muchísimo que ver con la película. Se ríe del amor como lo conocemos hasta ahora, y de hecho el principio de la película es un alegato en contra de las comedias románticas. Yo creo que estrenar el 14 de febrero es como la mayor broma que tiene, ja, ja.

-Pero el amor al final atrapa aunque nos resistamos.

-El amor de toda la vida es un engaño, pero el amor existe, claro que sí.

-Plantea también un poco el eterno dilema entre lo que debemos y queremos hacer.

-Sí, el hacer caso a la cabeza o al corazón, ¿no? Claro, yo es que como escucho mucho al corazón no siempre hago las cosas al gusto de todos, pero sí es verdad que al final siempre me siento más a gusto.

-¿Mejor cometer tus propios errores?

-Exacto, sí. Pase lo que pase en tu vida, que tenga que ver con tu decisión real y con lo que tú realmente quieras. Cuando te dicen que siempre sigas tu instinto, resulta que el corazón tiene una parte conectada con el cerebro, el cual le da una señal cuando algo le va a venir bien al cuerpo que habita. Quiero decir que el corazón está conectado con el cerebro de tal manera que lo que llamamos instinto, realmente es el cerebro mandándonos un impulso que te dice: «Esto es lo que te viene bien». Así que eso que creemos que es metafísica, que es el instinto, en realidad también es racional, fíjate.

-Es fácil deducir entonces que tú eres puro instinto.

-Creo en el instinto, creo que todas las decisiones que tomamos con el corazón, si en lo profundo lo has escuchado de verdad y sale de tu corazón, son buenas decisiones.

-La peli también plantea la crisis de los 30. ¿La has vivido ya o te llegará a los 40?

-Sí, sí. Cuando te dedicas a esta profesión y vives en una ciudad como Madrid, estás en constante crisis. Al final lo que intentas es buscar las cosas que te den la estabilidad, pero el resto del tiempo estamos en crisis personales, emocionales, profesionales, familiares, de convivencia...

-Otro de los temas que plantea la película es el matrimonio. ¿Tú crees en él?

-Ehhh... Yo creo... [duda]. No, no creo en el matrimonio, ja, ja. No. Yo creo en el amor, en que los compañeros de viaje se conviertan en compañeros de vida y que con el esfuerzo, pues si a los dos les apetece, se conviertan en una pareja. Pero el matrimonio como tal y lo que conlleva el matrimonio de toda la vida, me parece... No creo, diciéndolo sanamente, ja, ja.

-En el 2019 protagonizaste el mejor estreno de la taquilla española con «Si yo fuera rico». ¿Una sorpresa?

-Mira, siempre es una sorpresa. Pero es verdad que con toda la artillería que puso detrás Telecinco, suena más a decepción si no lo consigues que a sorpresa si lo consigues, desgraciadamente. Te ponen esa presión. Cuando haces un prota para una productora muy grande, casi que debe salir bien. Es como si sales a jugar con el Barça, pues tienes que meter goles porque si no, en tres partidos te sacan del equipo. Y aquí es igual. Hay esa presión de «tenéis que hacerlo bien», pero igualmente cuando lo haces bien lo disfrutas. Realmente para mí ha sido un regalo acabar el año con la peli más taquillera, y más con una comedia, que es lo que menos he hecho. Y con un personaje así, con muchos rasgos cómicos, que haya funcionado, pues es una alegría, claro.

-Pues a ver si vamos a por la segunda, ¿no?

-Sí, de hecho tiene muy buena pinta esta, la verdad. Yo me lo pasé muy bien viéndola. Igual o más que con Si yo fuera rico. Es más gamberra, no es para todos los públicos como era la anterior, lo cual sabemos que nos quita una gran parte de la taquilla; pero sin embargo es muy, muy divertida, muy inteligente, entra en ese género gamberro que pocos directores han tocado y que Dani de la Orden creo que lo hace muy bien y que se afianza como uno de los grandes directores de su generación. De hecho, si no me equivoco, es el director que hay en España de esa edad con más películas dirigidas.

No creo en el matrimonio ni tampoco quiero tener hijos

-Si tú fueras rico... ¿repartirías?

-Sí. Hombre, tengo la suerte de dedicarme a lo que me gusta, estoy acompañado, tengo mi casa, vivo donde quiero... Así que si me tocase la lotería, sí, repartiría.

-Entonces ya eres rico.

-Exactamente. Deberíamos dedicar lo que nos queda de vida, desde ya, a aprender que no necesitamos el dinero para ser felices. Sí para hacer películas, para levantar proyectos de los grandes. Pero individualmente no debería hacernos felices, aunque desgraciadamente vivimos en una sociedad que lo basa todo en ese dinero. Así que realmente tenemos muchos motivos para trabajar en lo personal.

-También te veremos en «Antidisturbios». Toca estar en forma.

-Sí, aunque curiosamente en este caso hay que estar más en forma psíquicamente que físicamente. Es un rodaje que físicamente tenía mucha dureza, pero como tenía también mucha violencia y los antidisturbios pasan por muchos momentos de este tipo, había que hacer después como un ejercicio de separar todo eso cuando te ibas para casa. Estábamos durante todas esas horas tan cercanos a la violencia que costaba distanciarse, eh.

-¿Sientes la presión sobre el físico?

-Yo creo que cualquiera que viva delante de una cámara de televisión y que su oficio tenga que ver con ella, con una cámara o con los espectadores, siente esa presión. Y si encima haces trabajos que pueden ser más mediáticos y en los que necesitas el beneplácito de la masa, estás muy supeditado a la aprobación común, digamos, lo cual te hace exponerte a los estándares que vamos marcando en todo momento. Y sí, se convierte en una especie de dictadura y de tiranía de la imagen en la que tienes que estar muy tranquilo contigo mismo y muy seguro, para que no te afecte en tu día a día. Yo afortunadamente estoy bien y tranquilo conmigo mismo, pero a veces nos ponemos en situaciones horribles en los cástings, la productora, los personajes, las plataformas incluso... Vienen como prácticamente a exigirte que seas mediático para empezar a negociar contigo. Es surrealista cuando entiendes la profesión como la entiendo yo, que para mí tiene más un fin social que la parte mediática que se le está dando últimamente.

-Por cierto, ¡tu padre es gallego!

-Sí, de Muros.

-¿Y qué recuerdos tienes?

-Pues mira, me acuerdo que iba a la playa de San Francisco. Recuerdo la aldea, de ir a tirarme de la grúa al puerto, que nos echaban la bronca; me acuerdo del mercado los domingos por la mañana, que era justo enfrente de la casa de mi abuela y abríamos la puerta y teníamos allí delante los propios puestos. Recuerdo también la discoteca Paraíso, que si no me equivoco hicieron una obra de teatro y una película, que se llama Eroski Paraíso. Yo pasaba por delante de Paraíso cuando existía, ¡ja, ja!

-Así que podemos encontrarte cualquier día por aquí.

-Pues hace tiempo que no voy, pero sí me apetece muchísimo ir. Y, de hecho, el mejor marisco del mundo está en Muros. Hace poco fui a Vigo, porque tengo amigos. Uno de ellos acaba de montar una taberna allí que se llama Morro Fino, y recomiendo a todo el mundo que vaya. Y también tengo gente a la que quiero mucho en A Coruña.

-Menuda mezcla tienes, ¿no? Padre gallego, madre catalana y nacido en Tenerife.

-La verdad es que tengo todos los ingredientes para ser agente secreto, tengo un poquito de cada lugar. Me viene muy bien para lo mío de actor por el tema de acento, personajes y vivencias. Pero sí, el tema de las raíces lo tengo un poco trastocado.

-¿Pero de dónde te sientes?

-Pues hombre, siempre que tiro para atrás me viene Canarias, obviamente. Es parte de mí, de mi ADN. Pero vamos, cada vez tengo más claro que estamos aquí de paso y atar nuestra existencia a un lugar me parece como no permitirte crecer. Me siento de cada lado en el que he vivido, no tengo necesidad de abanderar ninguna de las ciudades que me ha criado. Ni La Laguna en Tenerife, que me parece de las ciudades más bonitas del mundo, ni Madrid en la que llevo media vida, ni Barcelona donde he veraneado, ni Galicia... Creo que soy un poquito de cada uno de eso sitios en los que he estado. Y lo que me queda...

-¿Culo inquieto entonces?

-Soy muy familiar, me gusta mucho hacer mi grupo y sentirme dentro de él, ese grupo que me recuerda quién soy y cómo empezó todo. Pero sin embargo me gusta mucho viajar, conocer mundo, conocer gente... Me gustan mucho la naturaleza y el mar, y me queda muchísimo por ver. Me encantaría seguir viajando.

-¿Te ronda la idea de formar tu propia familia?

-Yo creo en las familias, pero en las elegidas. Con amigos, con tu pareja... Pero con respecto a los niños... Mira, yo me contradigo mucho y cambio de opinión, porque le doy mucho a la cabeza. Y ahora mismo no me gustaría tener hijos. Me parece genial que la gente tenga hijos y yo cuidaré a los de mi hermano, a los de mi primo... Pero traer más humanos a este mundo que está superpoblado me parece una locura.

He descubierto que todos tenemos algo de la Manada dentro

-Te dejas llevar.

-Sí, es que yo encima tengo la suerte de dedicarme a un oficio que me hace entender todos los puntos de vista que puede haber en una sociedad, comprenderlos. Entonces, muchas veces te encuentras con personajes que te hacen replantearte tus propias decisiones y opiniones. Eso es maravilloso, e incluso sumado a que el mundo va cambiando muy rápidamente y que lo que antes tenía un sentido ahora tiene el contrario, y hacemos personajes y películas que nos demuestran eso día a día, pues al final soy un mejunje de lo que quiero, con lo que voy descubriendo en cada personaje y en cada proyecto, y con lo que va ocurriendo en el mundo que me rodea. Así que imagínate.

-Hablando de esos puntos de vista difíciles de entender, en el teatro estás con «Jauría», que aborda el caso de la Manada. No ha debido de resultarte fácil comprender a un violador.

-Pues mira, es curioso, porque todo lo contrario. Lo que más me interesa de esto es hacer personajes como el que hago en Jauría para tratar de comprender cómo ocurre eso, y tratar de entender cómo una persona puede llegar hasta ahí. Y la conclusión ha sido muy esclarecedora para mí, porque cada uno de los que hemos hecho la obra, y sobre todo bajo la batuta de Miguel del Arco y con su invitación a hacer un trabajo interno cada uno, hemos descubierto que esa jauría, o esa manada que tanto daño ha hecho y de la que tan alejados nos sentimos, no es más que el exponente de lo que todos hacemos en nuestro día a día. Quiero decir que lo más duro de Jauría fue reconocer que todos los que hacíamos la función, todos, eh, desde el director hasta el primer técnico del teatro y cada uno de los actores, tenemos algo de esa Manada de la que no somos conscientes que participamos día a día. Así que realmente fue un despertar haber hecho esto y cambiar esa parte mía que alimenta la Manada.

-Hay que ser valiente para reconocerse en ella. ¿Eres autocrítico?

-Sí, soy muy autocrítico. Y sí, por un lado es valentía, pero cuando son temas tan delicados y tan importantes yo no le llamaría tanto valentía como querer mejorar, como esa autocrítica de la que hablas. Que realmente cuando descubres que eso está ahí, cuando por tu profesión o porque eres muy curioso, o porque hay algo que no te cuadra y necesitas encontrar esa respuesta, acabas descubriendo que tienes algo de eso, realmente surge de una necesidad humana de querer entender y de dejar de echarle las culpas al otro, ¿sabes? Es como el que salva a una señora mayor que se va a caer a un tren. No es valentía lo que mueve a ese ser que la salva. Le mueve un impulso, un impulso y un ingenio que no sabemos de dónde sale. Pero el que lo hace no piensa: «Voy a ser valiente y salvar a esa señora». Piensa: «Yo quiero cambiar esto, necesito que eso no ocurra». Y es lo que nos ha pasado a cada uno de los que formamos parte de esta función.

-Has vuelto a sacar los impulsos, los instintos. Al final, las grandes decisiones vienen por ahí.

-Sí, las cosas más importantes que nos pasan en nuestra vida vienen impulsadas por el corazón, siempre.

-También con el corazón y mucha ilusión has producido un documental.

-Sí, he producido y dirigido un documental sobre la obra de teatro Incendios, que hice hace unos años, y espero estrenarlo este año y llevarlo por festivales. Es un cortometraje documental que se llama Incendios. Más allá del teatro. Y habla, pues mira, del corazón también. De qué ocurre cuando una obra de teatro o cualquier cosa que hagamos está hecha con amor. Qué le ocurre a los que la hacen y a los que la ven. Y muy brevemente, explica qué hay detrás de la obra de teatro cuando llenamos las salas de España durante año y medio. Trata de mostrar lo que ocurría detrás y qué les ocurría cuando dejaban atrás el escenario en su día a día. Fue muy bonito hacerlo y es muy emocionante.

-¿Y qué te pasa a ti cuando te alejas del escenario?

-Fuera del trabajo llevo una vida muy normal, la verdad. Vivo en la montaña con mis animales, y siempre haciendo cosas en la casa. O limpiando en el campo, o curioseando por ahí o hablando con mis vecinos. Pero muy tranquilo.

-Ya tienes el ritmo por otro lado.

-Claro, compenso, porque si no me da algo.

-Pues vente a San Francisco a darte un baño, si te atreves.

-¡Sí, sí, yo me meto! Yo allí me meto aunque me duelan los huesos, que me duelen, pero me meto. Vamos a ir pronto a Galicia con Jauría precisamente. En marzo a Santiago, Vigo, Ourense y Lugo; y en junio a Narón. A Muros no, pero me acercaré en otro momento.