«El confinamiento me ayudó a dejar de fumar»

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MARCOS MÍGUEZ

Adiós a los malos hábitos. ¿El tabaco forma ya parte de tu pasado?, ¿has logrado dejar de comerte las uñas? o ¿te has deshecho de esos kilos de más? Conoce algunas de las cosas buenas que ha traído este tiempo de encierro

29 jun 2020 . Actualizado a las 16:55 h.

Solo quien haya sido fumador entiende el sacrificio que supone dejar de fumar. También los que todos los días encienden su cigarro sabiendo que difícilmente podrán renunciar a él, a pesar de todo el daño que le provoca en su cuerpo. Les puede más la adicción que sienten hacia ese enemigo invisible que el daño que la nicotina provoque en su organismo o lo que le diga su familia. Por eso, la hazaña de Vicente tiene más mérito, si cabe. Él que era un fumador empedernido, de dos cajetillas diarias y que disfrutaba fumando logró someterse al tratamiento que financia el Sergas para dejar de fumar y lo logró. Además, al contrario de lo que pueda parecer, el confinamiento le ha servido para reforzar su fuerza de voluntad y le ha ayudado en su particular batalla contra el tabaco.

Sí, además de problemas de ansiedad o el síndrome de la cabaña, el confinamiento también ha logrado sacar lo mejor de algunas personas. Y les ha permitido abandonar los malos hábitos adquiridos en algunos casos desde la niñez. Es el caso también de Mairove, que logró dejar de comerse las uñas mientras estaba encerrada en su casa, o de María, que se deshizo de esos kilitos que le sobraban. Son algunos ejemplos de cómo una situación que a priori podría ser un inconveniente se ha convertido en una fortaleza para salir adelante con energía renovada.

Vicente ya lo había intentado hace un año sin éxito. Pero esta vez estaba decidido. Fue en enero, mes y medio antes del confinamiento, cuando tomó la decisión firme de dejar de fumar. Ahora ya puede decir que lo ha logrado, después de haber pasado por la dura prueba de estar en casa sin nada qué hacer: «Es un tratamiento de tres meses y dejé de fumar a la segunda semana. A principios de febrero ya no fumaba. Después vino marzo y aún estaba en tratamiento. Lo terminé en el confinamiento», asegura este coruñés que reconoce que todavía no hay un día en el que no se acuerde de lo mucho que le gustaba encender un cigarro: «No, ansiedad no tuve. Pero me acuerdo del tabaco a todas horas. Sinceramente me encantaba fumar, me sabía a gloria. Me acuerdo igual, pero no me genera ninguna ansiedad tan fuerte como para decir: ‘Tengo mono y necesito fumar», explica después de dejar claro que sin el tratamiento al que sometió cree que no lo habría logrado: «Las pastillas sí que hacen. Eso, y también la fuerza de voluntad».

«SIN PASTILLAS NO PODRÍA»

El confinamiento de Vicente no fue tan estricto como el de otras personas porque al ser autónomo y trabajar en la construcción sí pudo mantener su actividad comercial: «Pero, claro, me cambiaron los hábitos porque a la hora de trabajar como no tenía donde comer, pues iba por la mañana temprano y después volvía al mediodía a casa. Hacía una jornada intensiva y ya estaba toda la tarde en casa». Y en esas horas muertas logró Vicente someterse a su verdadera prueba de fuego: «Yo creo que sin las pastillas no lo hubiese logrado porque me acuerdo a todas horas de fumar. Aunque el confinamiento también me ayudó. A día de hoy hace casi cinco meses que no fumo. A pesar de que lo echo de menos».

Él asegura que el hecho de que los bares hubieran cerrado y que no pudiera socializar durante este tiempo le ha beneficiado: «Sí, eso lo noté mucho».

Pero no hay duda de que esta vez Vicente se había propuesto firmemente dejarlo. Incluso justo antes del confinamiento, la tentación llamó a su puerta: «Tuvimos una comida del grupito de los viernes. Éramos seis, cinco fumadores y yo. Y no fumé ningún cigarro, ni tuve tampoco ganas, ni le di una calada».

Mucho ha tenido que ver su familia en la decisión de darle portazo al tabaco. Sobre todo su hija, que cada vez que Vicente encendía un cigarro «se tapaba la nariz y se iba». Ahora, apunta Vicente, tanto ella como su mujer están encantadas: «Lo hice por mí, pero también por ellas». Además, ya no se asfixia tanto al subir las escaleras y ha descubierto lo bien que huele el pan: «Ahora me llama mucho más la atención. Nada más entrar en la cocina, ya me huele a pan». Lo que sí reconoce es que ha cogido algunos kilos de más: «No fumar me supuso comer un poquito más. Cambié el tabaco por otros hábitos que también estoy tratando de dejar ahora. Los cacahuetes, por ejemplo. El picoteo... Digamos que gané unos cuantos kilos en este confinamiento», pero ¿qué son unos gramos de más si sirven para recordar todo lo que has ganado en salud?