Lucía Galán, mi pediatra: «El covid ha dejado mucha apatía y ansiedad en los adolescentes»

VIRGINIA MADRID

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M. MORALEJO

Es médica por vocación, un oficio, el de sanar a los más pequeños, que vive con entusiasmo. Ahora presenta «El gran libro de Lucía, mi pediatra»: «De niña odiaba las inyecciones en el culete que me ponía el practicante. ¡Cómo dolían!»

28 jun 2020 . Actualizado a las 15:56 h.

1. Mucho se ha hablado de los niños en esta crisis del covid-19.

Pues sí. Y los pequeños se han adaptado al confinamiento mejor que nadie. Nos han dado una gran lección. Sin embargo, también les hemos subestimado, porque en Centro Creciendo estamos viendo cada vez más casos de rabietas y cuadros de miedo en pequeños. Y también de apatía, ansiedad e inicio de depresión en adolescentes debido al encierro y la situación tan compleja que estamos viviendo.

2. También se ha dicho que los niños eran un gran foco de contagio del coronavirus. ¿Es cierto?

No, los niños no son los grandes transmisores del covid. Es cierto que un niño contagiado, puede transmitirlo, pero hemos observado que los pequeños suelen tener los síntomas más leves, son más asintomáticos.

3. ¿Y ante qué señales debemos preocuparnos y llevar al niño al hospital?

Ante la aparición de fiebre, infecciones respiratorias, otitis, gastroenteritis o diarrea y vómitos debemos acudir a un centro médico para que le realicen las pruebas pertinentes. La clave es detectarlo precozmente. No podemos bajar la guardia.

4. Por cierto, ¿cuándo debemos preocuparnos por la fiebre?

En los lactantes menores de tres meses, siempre hay que consultarlo cuando es superior a 38 grados. En los niños de más de seis meses, si el niño come bien, juega y tiene buen estado, se puede esperar dos días. Si persiste o aumenta la temperatura, hay que llevarlo al pediatra para que lo valoren.

5. ¿Quién es tu mejor paciente? ¿Y el más difícil?

El mejor paciente es el que te elige y el que te sigue a lo largo de los años, ese tiene todo mi cariño, porque confía en mí. El más difícil es aquel que no escucha, que no se deja asesorar y que no hace caso de las recomendaciones pautadas.

6. ¿Es una suerte o una complicación ser la pediatra de tus hijos?

Es una suerte cuando son cosas que no tienen importancia y que puedes resolver tú, después te sientes hasta orgullosa. Pero cuando surgen complicaciones importantes, te diría que es una losa. En esos casos, he llevado a mis hijos a la consulta de una compañera para que les viera ella, porque la emoción pude confundir la razón.

7. ¿Por qué te hiciste pediatra?

Cuando tenía cinco años sufrí una sepsis neumocócica y gracias al buen hacer y criterio de mi pediatra, el doctor José Gutiérrez, me salvó la vida, porque me mandó al hospital de urgencia. Los médicos le explicaron a mis padres que unas horas más y ya habría sido demasiado tarde. Cuando salí del hospital recuperada, les dije a mis padres que de mayor sería médico de niños para curarlos. Desde entonces, he querido ser como él.

8. Viajemos a tu infancia ¿Qué odiabas cuando estabas enferma?

Los supositorios que me ponían mis padres para que no me mareara en el coche. El palito que te metían en la boca para explorarte la garganta y las inyecciones en el culete que me ponía el practicante. ¡Cómo dolían!