Rosa Barreiro, presidenta de Amcraga: «Aprender no es rellenar libros de texto»

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BASILIO BELLO

«¿Cómo puede tener tecnología la escuela rural?» es ya una pregunta vieja, señala la presidenta de la asociación que acoge a los coles rurales de Galicia

19 nov 2020 . Actualizado a las 14:35 h.

La mascarilla será la novedad en material escolar del nuevo curso, también en los 26 coles rurales de Galicia, que incluso se plantean «sumar medidas más rigurosas» a las obligatorias, señala Rosa Barreiro, directora del CRA Nosa Señora do Faro, de Ponteceso, y presidenta de la asociación de los centros rurales agrupados de las cuatro provincias (Amcraga). En la vuelta al cole, les acompaña la naturaleza.

-Con mascarillas, distancias de 1,5 metros, clases burbuja y aspectos en el aire se presenta la vuelta al cole este curso. ¿Cómo la afrontan?

-La vuelta se presenta inquietante, enigmática. Ningún maestro ha trabajado así en la vida, con este enemigo, y sin saber cómo va a resultar. La falta de cercanía con los niños es complicada. Nos movemos en los afectos. La educación emocional está muy presente en las aulas. En la zona de Pontevedra hay escuelas solo de infantil porque tienen hoy aulas muy numerosas. La escuela rural no es cómoda ahora en una pandemia porque haya pocos niños...

-Pero esa proporción de menos alumnos por profesor ayuda a la hora de limitar el riesgo de contagio, ¿no?

-Sí, pero hay CRA (centros rurales) que este curso tienen muchos niños, y están buscándose la vida.

-Ya se habla de la escuela rural como un milagro que pasó de agonizar a relanzarse. ¿Es una tendencia reinventar las unitarias, volver al campo para tener de maestra a la naturaleza?

-Sí, pero tenemos que luchar aún con muchas familias, porque el comedor y transporte faltan en muchos centros. Es el hándicap de la conciliación.

-¿Cuáles son las mayores ventajas?

-¡Para mí todas! Toda la vida hemos salido fuera, para merendar, para ir a aprender de las estaciones, del patrimonio cultural..., pero en este momento, y está planificado desde junio, todos los CRA tenemos previsto aprovechar al máximo el espacio exterior. Todo el tiempo que podamos queremos trabajar fuera. Llevaremos, en función del tiempo, zapatillas, katiuskas, chubasquero...

-¿Qué va a cambiar?

-La metodología. La tecnología va a estar muy presente a la hora de comunicarnos entre escuelas, entre las de un mismo centro o entre diferentes coles. Por otro lado, los niños tendrán que estar a una distancia. Y el maestro asumirá el gran reto de mantener la atención utilizando la palabra, la oratoria, constantemente. Se trata de conseguir que estén contentos para que atiendan.

-¿Lograr que estén contentos favorece la atención, el aprendizaje?

-Sí. Estamos equivocados si creemos que aprender es rellenar libros de texto. No voy en contra de ninguna editorial. Pero la educación es otra cosa. No hay ningún niño que aprenda si no está feliz, contento. Cuando un niño llega en el período de adaptación llorando por mamá o papá lo único que podemos hacer es consolarlo y animarlo para romper ese llanto. Si no, imposible que aprenda. La escuela debe centrarse en los auténticos aprendizajes competenciales. En Amcraga llevamos todo el verano conectados haciendo debate educativo. Y es extrapolable a cualquier cuestión. Porque educación es debatir, y aunar esfuerzos para que podamos tener a los niños en las escuelas, que es el ámbito que les corresponde.

-¿Lo presencial es necesario?

-Sí, aumenta la motivación y crea grupo. En el confinamiento los niños necesitaron sobre todo hablar entre ellos. El aislamiento nos acaba acercando a un aspecto negativo por la falta de comunicación en persona. Suplimos las carencias con videoconferencias y llamadas, y está bien, pero ellos necesitan la presencia también en el juego, que es un método educativo maravilloso.

-¿Lo moderno pasa por volver y retomar valores naturales?

-Ojalá... Cada vez a más padres les preocupa la metodología educativa. A la escuela rural le costó hace unos años mucho esfuerzo sobrevivir. Nosotros no tenemos bedel ni otro tipo de infraestructuras. Hemos tenido que reinventarnos y salir adelante en circunstancias complicadas. En general, los CRA tienen una oferta educativa con todas las especialidades, se trabaja mucho fuera. Se hacen virguerías a nivel metodológico. Solo esperamos seguir existiendo como una oferta más.

-¿Puede ser la llave que permita salir de la pandemia del covid?

-Hay escuelas de Pontevedra que trabajan todo el año fuera. Este es un aprendizaje más global, de respeto al medio. Saliendo de cada escuela hay siempre una huerta, un jardín, un espacio natural... Esto es más seguro.

-¿El campo no está reñido con la dotación en tecnología?

-«¿Cómo la escuela rural puede tener tecnología?» es una pregunta de antes. Un centro urbano también puede tener cerca o dentro un espacio natural para que los niños aprendan. Nosotros llevamos trabajando con pizarras digitales desde hace años, robótica. Todo es cuestión de querer trabajar de esta manera, de innovar sumando.

-¿Qué ha sido lo primero para reinventarse en este curso?

-Lo primero ha sido intercambiar opiniones para buscar soluciones a las familias que no tienen terminales, ordenador portátil o que sufren problemas de conectividad. Hay un problema que debería solucionarse desde arriba de todo, que es el acceso a la Red desde cualquier punto, sobre todo en este momento. Hay que entender los ritmos familiares, de los trabajos, y tratar de adaptarse a ellos. Y he visto a compañeros que han hecho un gran esfuerzo por poder conectarse con las familias en función de las necesidades laborales.

-¿Qué les pide a los niños, cuál es su papel en la vuelta al cole más extraña?

-Los niños son superabsorbentes y aprenden muy rápido. Y son también muy generosos, así que apelo a su generosidad para que nos ayuden a empezar bien este curso tan incierto.