La ballena asesina

YES

10 oct 2020 . Actualizado a las 12:33 h.

En 1977 se estrenaba en el cine Orca, la ballena asesina. Tiburón había revolucionado a los espectadores dos años antes y provocado la irrupción en pantalla de todo un zoológico dedicado a amolar a los humanos. Pirañas, tarántulas, cocodrilos, dinosaurios, gorilas o pájaros jorobaban a personas con una premisa casi siempre compartida: la penetración del ser humano en sus ecosistemas en lo que parecía ser un mensaje ecologista más o menos explícito que siempre acababa arrasado por la necesidad de sobrevivir. El gran clásico al respecto es, claro, King Kong, y los golpes de pecho del gorila en la cima del Empire la metáfora de esa depredación que ya sabemos será letal también para nosotros.

En la película dirigida por Michael Anderson y protagonizada por Richard Harris, Charlotte Rampling y Bo Derek una descomunal orca macho se venga de un miserable cazador de ballenas por haber capturado y matado a su hembra pareja, que además estaba preñada.

Muchos habrán recordado esta cinta mientras las Gladis nadaban por la costa gallega. La peripecia estival de este grupo de orcas es un relato fascinante repleto de detalles que zarandean nuestra tendencia a creernos los reyes del mambo. Las crónicas han relatado los apuros de las tripulaciones que navegaban en los veleros con los que los animales interfirieron, pero a medida que los científicos han ido observando al grupo hemos ido entendiendo que no solo el humano es un ser complejo y que compartimos el mundo con otras muchas criaturas inteligentes. En la película de 1977 la secuencia de la caza de la orca hembra era de una dureza difícil de olvidar. El cazador izaba al animal al barco y cuando la grúa lo trasladaba por la cubierta, la orca abortaba a su cría. La premisa predisponía al espectador para entender la venganza del macho pero el título de la película despejaba cualquier tentación de indultarlo al endilgarle de partida ese «asesina» tan poco conmovedor. Tendemos a calificar el comportamiento de los animales observándolos con nuestra lupa, una lupa que ya ha demostrado que anda mal de aumentos. La de las Gladis ha sido la gran visita de este verano desdibujado.