Jesús, paciente con cáncer de mama: «Es una lotería y me ha to-ca-do. No hay más»

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ANGEL MANSO

Este gallego se enfrentó al tumor con un sentido del humor envidiable. «Ni cuando me he visto calvorota perdido me ha dado bajón», asegura

17 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Bastan unos minutos de conversación para darse cuenta de cómo Jesús se enfrentó al cáncer. Desde la templanza, con muchas dosis de tranquilidad, pero sobre todo de humor, de buen humor. «¿Te puedo tutear? Es que yo le tengo más respeto a las personas que tuteo que a las que me dirijo con excelencia», apunta antes de empezar a contarme su testimonio.

Su historia con el cáncer comenzó hace siete años, aunque su padre falleció a los 91 «y creemos que llevaba algo malo también». «Eso que dejé de fumar hace unos 25 años -explica-, pero desde que lo dejé no me pasan más que calamidades». Se notó un bultito, como un nódulo, en el pezón y acudió al médico. La consulta quedó ahí, no le dieron más importancia. Pasó algún tiempo, unos siete u ocho años, y como se lo seguía notando, insistió de nuevo. «En este caso sí me hicieron pruebas más en profundidad, incluso una biopsia, y ahí detectaron inmediatamente que era un tumor. Tuve la suerte de que me operó el doctor Acea en el Abente y Lago, y hasta hoy», explica Jesús.

Al contrario de lo que pudiera parecer, el diagnóstico no le cayó como un jarro de agua fría, no le sorprendió en absoluto. «Me quedé tan pancho, incluso entré de cachondeo en el quirófano. La historia es sentirte muy tranquilo, muy bien acompañado del personal facultativo, yo estoy encantado de la gente que me ha atendido», dice Jesús, que hace tan solo unos días cumplió 64 años, «los llevo muy bien, tanto que solo aparento 63».

Le tengo más miedo a este Gobierno que a esto. No me asusta la palabra cáncer, creo que es un perdedor, que se le va a ganar la partida tarde o temprano.

La evolución ha sido favorable, y a pesar de haber pasado por sesiones de quimioterapia y de radioterapia, mantiene que lo peor ha sido el tratamiento que a día de hoy aún continúa tomando porque hace dos años, un par de meses antes de que le fueran a dar el alta, se le reprodujo un tumor en un pulmón. «Yo lo voy llevando, pero estas pastillas tienen sus efectos traumáticos, a mí me han ocasionado ciertas variaciones en mi vida. No es ninguna coña, estamos hablando de un tratamiento que yo agradezco porque igual si no lo tomara, no estábamos hablando ahora, pero es cosa fuerte», apunta Jesús.

LA BICI, APARCADA

Estas pastillas, que toma de manera religiosa diariamente, le producen ciertos bajones tanto a nivel anímico como físico. Contesta con cierta melancolía y emoción cuando se le pregunta qué ha dejado de hacer. «Yo soy una persona muy metida en el mundo de la música, es una de mis pasiones, y en especial el acordeón. He participado de forma activa en varias actividades, y ahora estoy en dique seco», señala.

«No teníamos ni idea de que podían tener cáncer de mama»

Confía en volver, aunque en estos momentos lo que menos le apetece es «disfrutar de esta actividad». «Espero -dice Jesús- recuperarla con toda la fuerza que me permitan los años». El tratamiento le ha afectado al estado anímico, pero también al físico, que ya tenía algo tocado. «Antes del expediente del cáncer, tuve otro de cervicales, que también tela, y entre una cosa y otra... por eso dije antes que no me salió a cuenta dejar de fumar. Ando a veces como si estuviera borracho sin haber bebido una gota, porque me afecta al equilibrio. De hecho, me gustaba mucho andar en bicicleta pero ahora hasta me deshice de ella», señala.

PENSAR EN POSITIVO

De lo que no hay duda es de que le ha plantado cara a esta grave enfermedad con la mejor de sus versiones. «Encaré todo esto de la mejor manera posible, es más, sé que algún día tocará coger el pasaporte y marchar, no le tengo miedo ninguno, porque estoy convencido de que tiene que haber otra realidad mucho más bonita que esta, y que espero que se parezca mucho a Galicia», apunta alguien que siempre, o casi siempre, se ha reconocido en esta forma de ser. «Alguna vez tuve algún bajón, como todo el mundo, pero mi tendencia más o menos es mantenerme positivo». Su mujer, Mari Carmen, confirma sus palabras. «La verdad es que es muy buen enfermo, algún día lo tiene malo, pero se comprende perfectamente, lo enfrenta todo con mucho positivismo, aunque a veces esto puede ser peligroso porque puede conllevar el no querer ver la realidad», dice. Con su relato, llega también otro punto de vista del relato salpicado de toques de realidad. No tiene reparo en asumir que ella fue la primera sorprendida cuando les comunicaron la noticia, no se esperaban este diagnóstico en un varón. «Ni idea de que podían tener cáncer de mama», asegura.

Ni cuando me he visto calvorota perdido me ha dado bajón

Pero la filosofía de vida de Jesús le permite vivir en paz y tener los nervios siempre a raya, incluso esos días que toca pasar la ITV. «Lo tomo con toda la serenidad del mundo, porque sé -asegura- que estoy en las mejores manos. Me he sentido un auténtico privilegiado». Y aun con todos los perjuicios que le está provocando la toma de la medicación, no es capaz de resaltar un momento malo de este proceso. «Ni cuando me he visto calvorota perdido me ha dado bajón, me lo he tomado totalmente en positivo, pero este es mi caso, que yo no digo que tenga que pasarle a todo el mundo, pero te cuento cómo me lo he tomado yo». ¿Por qué? ¿No hay miedo? «Le tengo más miedo a este Gobierno que a esto. No me asusta la palabra cáncer, creo que es un perdedor, que se le va a ganar la partida tarde o temprano. Está perdido, tiene la guerra perdida este maldito bicho», explica.

Sabe que forma parte de ese 1 % de hombres afectados por cáncer de mama respecto a las mujeres, sin embargo, confiesa que nadie de su entorno se ha extrañado o sorprendido cuando les ha comentado de su enfermedad. Él lo tiene claro. «Es una lotería y me ha to-ca-do. No hay más».