La clave para que te salgan las cuentas se llama «kakebo»

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Directo del Japón... Dirás «sayonara» (adiós) al derroche y «konnichiwa» (hola) al ahorro. Un sistema doméstico de control de ingresos y gastos con más de cien años a tu alcance

19 ene 2021 . Actualizado a las 09:41 h.

El covid consiguió que un 60% de los españoles lograsen ahorrar durante el confinamiento primaveral del año pasado, en la primera ola. Por un lado, no están los tiempos como para dejar el grifo de la economía doméstica abierto. Y por otro lado, en el estado de alarma de marzo cerraron negocios no esenciales y la movilidad se limitó al máximo. Nos obligó a grabar a fuego el sentido de supervivencia en nuestro subconsciente y empezamos el 2021 con otra ola en camino pero con los propósitos de siempre. Para aquellos que han dicho «de este año no pasa que...» ahorre o «maldito el día que compré la cinta de correr que ahora no uso» el «kakebo» llama a su puerta. Es el método de ahorro doméstico japonés que tiene versión física y en papel, en forma de agenda, aunque también Excel. Se presenta como «fácil e intuitivo».

Como a mí no me llega la teoría y al igual que hice en su día con la gurú del orden Marie Kondo, también japonesa, me he lanzado de cabeza al «kakebo». Desde el principio, como hay que ser meticuloso al anotar cada gasto, creo que ayuda a reflexionar sobre el destino del dinero, las necesidades de verdad, el valor de las posesiones, aprender a compartir... Objetivos más sensatos que pretender ser un tío Gilito a finales de año. El personaje de Disney acabó siendo el «pato más rico del mundo», pero también infeliz.

¿CÓMO SE APLICA?

Lo primero fue adquirir la agenda. En la librería Nobel de Burela me comentan que varios de sus clientes la encargan siempre a finales de año para iniciar el siguiente con renovadas energías económicas en casa. Trabajan con la Blackie Books, con buena valoración en Internet. Muy buena pinta en mis manos. Parece amena y divertida; lleva más de cien mil ejemplares vendidos. Desde el comercio burelense me animan: «Quen proba o kakebo, repite». De hecho, tanto dentro como fuera de Japón, su lugar de origen por iniciativa de una mujer, Motoko Hani, que en 1904 animaba con ese método a las lectoras de su revista femenina a controlar sus ingresos y gastos a nivel doméstico, se llega a calcular por millones de personas el volumen de usuarios de «kakebo».

¡Empezamos! Pero antes, un consejo inicial en este viaje hacia nuestra hucha soñada (sea la clásica de cerdito o cabina de Londres): debes anotar las cantidades en euros redondeando a números enteros, sin céntimos, y mejor al alza. Lo primero de todo es poner sobre la mesa (en sentido figurativo, ojo) todo lo que ganamos mes a mes. Tenemos en cuenta nuestro sueldo fijo y las pagas extras, pero también regalos que nos dan, si son euros. Es la categoría de ingresos, dejando constar a lápiz o en el Excel la fecha, importe y concepto. Segundo paso importante: los gastos. No, no hay que volverse atrás en este apartado, el más peliagudo de todos. Evidentemente, incluimos en él todos los que tenemos mes a mes, sean tanto los que no varían (la hipoteca, la cuota de una actividad, la tarifa plana de un servicio como puede ser el teléfono e Internet...) como los que pueden variar, es decir, dependen del consumo que hagamos, como en el caso de la luz y del agua pues encendemos más la calefacción en las estaciones frías y nos duchamos más en las calurosas. En lo que respecta a facturas anuales o trimestrales, da dos opciones: ponerlas en su mes de cobro o dividir el importe entre 12 meses. Día a día se llevan a rajatabla otros consumos no fijos: alimentación, farmacia, transporte, niños, mascotas, restaurantes, cosmética, ropa, libros, citas culturales, viajes, reparaciones, regalos, hogar y un largo etcétera. Tampoco hay que olvidar lo que «sacas de la saca» y de lo que no eres tan consciente: cada vez que la tarjeta de crédito pasa por un datáfono. Que no se refleje inmediatamente en tu cuenta no quiere decir que no exista, acuérdate.

En tercer lugar, a todos nos ilusiona marcarnos una marca de ahorro y cumplirla. «Kakebo» me sugiere «decidir si ahorras de antemano o esperas a final de mes para ahorrar el sobrante de tus gastos semanales». Y, ante un ingreso con el que no contabas (¡de perlas!), un mantra: «La mejor manera de ahorrar dinero es olvidarte de que existe». Con toda la información, trazas un presupuesto (restando ingresos de gastos fijos cada mes) que, a su vez, sirve de orientación semana a semana para no pasarte de la raya y que los números, al final, sean verdes y no rojos.

El «kakebo» es el guía impersonal de tu economía doméstica, siempre y cuando seas constante y reflejes cada ticket en la agenda, al momento o al final del día, con un té al lado. ¿Japonés?