MABEL RODRÍGUEZ

10 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La realidad y la televisión se parecen tanto a Sálvame que cuando Cachitos de hierro y cromo proyecta el arranque de La clave con su inconfundible sintonía una parte de ti quiere creer que quizás un debate como el de Balbín podría triunfar contra el ruido. Si la historia es pendular y las tendencias se sustentan en imitar lo que fue anterior a lo anterior, puede que el espectador/ciudadano eche de menos aquellas conversaciones pausadas, con tipos de los que aprendías algo, que confrontaban ideas y empleaban largos minutos en decir algo más que un titular susceptible de ser colgado en Twitter. Da igual. Es suficiente el bienestar que se activa en el cerebro con el programa de La 2, prueba irrefutable de que la nostalgia bien cocinada es un bálsamo y que una hemeroteca cuidada y organizada por alguien inteligente es un contenido cañón que ayuda a entender mejor el presente y te proyecta a un pasado en el que si no eras mejor, eras mucho más.

Hace dos semanas el programa fue de cabeceras, en concreto de las sintonías con las que arrancaban los telediarios, los programas de música (veintitantos llegó a haber en parrilla, ¡¡¡alguno de jazz!!!), los concursos, una delicia digna de ser recopilada en Spotify y una garantía de lágrimas por lo que fuimos. Arranca el redoble del Un, dos, tres y resulta inevitable volver a la niña que eras cuando todo estaba bien. Es solo un ejemplo. Antonio García Abril murió el día 17, pero escuchando la genialidad que compuso para El hombre y la tierra el cerebro vuelve a estar con aquella águila real que caza una cabra montesa y se la lleva por el aire en una de las imágenes más inquietantes de las que se han emitido por televisión, que me río yo de todos los walking dead. Del genio de Abril salió también la música de Fortunata y Jacinta y Anillos de oro, de Curro Jiménez y Los santos inocentes, melodías que, como el propio artista proclamaba, funcionaban como un «sirimiri que todo lo envuelve».

En ese recocinado de la memoria que es Cachitos aparece también aquel primer formato de educación vial, La segunda oportunidad, que tiraba de marcha atrás para dejar en evidencia que el destino está en tus manos y con tus decisiones esquivas piedras o te matas contra ellas. Cuánto bien hace un buen archivo.