Revolucionaria frivolidad

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

RICCARDO ANTIMIANI | EFE

10 jul 2021 . Actualizado a las 10:11 h.

Se descubre con los años, porque la juventud tiende a la trascendencia y porque hay un cierto desprecio por lo epicúreo entre quienes se conceden demasiada importancia. Pero la muerte de Raffaella Carrà, con todo el despliegue de glitter y melena, nos ha recordado lo revolucionaria que puede ser la frivolidad, la de resistencias que doblega un buen golpe de cadera y la incapacidad que los censores de siempre tienen para olfatear un desafío si se atavía con lentejuelas.

Haciendo el chucuchú en plena boda suele ser difícil reparar en las letras que coreas, pero las necrológicas de la italiana nos han permitido descubrir matices muy interesantes en todos esos himnos despendolados que se sabe al dedillo media humanidad, sean cuales sean sus ataduras ideológicas. Está esa invitación al sexo del «sin amantes / esta vida es infernal»; esa propuesta a despreciar a quien te abandona del «en esta noche me siento contenta / ha aparecido lo que yo esperaba / no se parecía nada a él»; ese retrato de Lucas, uno de los primeros himnos gais, con esa estrofa que dice «una tarde desde mi ventana / le vi abrazado a un desconocido»; esa sentencia al marido infiel que esconde amantes en el armario a quien «desde ese día / le encarga de la casa / lava la ropa / se va a la compra / y a mediodía prepara la comida»; esa invitación a abandonar lo gris y saludar el arcoíris de «cuando escuches tocar a la banda / cuando escuches la banda, tocar, / deja todo y olvida tus penas, / porque la banda las mata al pasar» y, en fin, esa apelación constante a hacer el amor como cada uno quiera y a instalarse en la felicidad como objetivo vital.

Ese perseguir la felicidad es en realidad un objetivo político y lo es al menos desde que en 1793 el manifiesto de los sans coulottes proclamaba que el objetivo último de la revolución no era la libertad, sino la felicidad. La Carrà se convirtió en una sacerdotisa de ese emblema. Ese vídeo en el que entrevista a la madre Teresa de Calcuta vestida de organza y Swarovski es todo un emblema del tipo de religión que profesaba.