Manguitos o flotador: ¿con qué deben empezar a nadar?

Javier Villaverde / M. V.

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Los niños deben familiarizarse con el agua cuanto antes. Ir a clases desde pequeños disminuye los riesgos y, para nadar, se debe optar por un objeto que dé flotabilidad, pero no restrinja sus movimientos

31 ago 2021 . Actualizado a las 16:29 h.

En plena época estival, abundan las reuniones en las piscinas y las excursiones a la playa, escenarios peligrosos para los niños. En este contexto proliferan las preguntas para tratar de facilitar que el menor domine el medio acuático, y así evitar los riesgos. «Cuanto más temprana sea la edad, mejor», defiende Miguel Leis, responsable de los cursos infantiles de la Casa del Agua sobre la matriculación en cursos de natación. Las clases deberían ser el escenario previo a cualquier inmersión y, desde ahí, cualquier supervisión es poca, comenta Luisa Domínguez, entrenadora responsable de natación en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva: «No puedes perder ni un minuto, porque aunque esté jugando, otra persona lo puede hundir o se puede quedar enganchado», dice. El medio acuático es engañoso y cualquiera puede convertirse en víctima: «Incluso a un nadador experimentado le puede dar un calambre y verse en una situación complicada», afirma Luis Velo, director deportivo de Club de Salvamento y Socorrismo de Carballo. Ante esto, debemos conocer los consejos para que prevalezca el respeto al agua, y que el dominio del medio permita disfrutar del entorno.

La primera cuestión es la edad a la que deberíamos llevar a los niños a clase de natación. Los profesionales concuerdan en que lo mejor es que se familiaricen con el agua cuanto antes. Miguel Leis comenta que hay clases a partir de los cuatro meses, en las que los niños, acompañados de los padres, adquieren «herramientas y técnicas para los movimientos básicos a través de juegos». Por otra parte, Luisa Domínguez considera que un contacto temprano con el agua evita riesgos, pero también que facilita el aprendizaje: «Al principio no les cuesta tanto. Vienen de un medio en el que están nueve meses en el agua y tienen el reflejo de no respirar debajo de ella».

«El mayor elemento de protección es el control de los padres»

A la hora de elegir una buena clase, hay que tener en cuenta algunos factores. Luis Velo recalca la importancia de que el monitor sepa conectar con los niños, «que vean en él a alguien cercano que se mete con ellos en el agua». También debemos tener en cuenta la tranquilidad del entorno, para que el bebé se sienta seguro y disfrute y, por último, la temperatura del agua: «Tiene que ser de 30 a 32 grados, si no el niño ya va a llorar por el frío», destaca Domínguez.

Pero, ¿cómo son estas lecciones? Leis explica que se trata de un aprendizaje «poco a poco», enfocando las actividades a las necesidades de cada niño. Comenta que, además de desplazamientos, se enseñan giros y otras «destrezas motrices en la acción de brazos y piernas», siempre con una interacción permanente entre padre e hijo. De hecho, Luisa Domínguez enfatiza la necesidad de que los niños «no solo sepan desplazarse, sino también ponerse boca arriba y tomar aire cuando están cansados», algo que se enseña en estos cursos.

LEJOS DEL MONITOR

Del aprendizaje pasamos a la acción, y una de las primeras dudas de los padres es elegir el mejor elemento físico de apoyo fuera de clase, y más en estos meses. Los tres expertos están de acuerdo en que dependerá de la edad, el lugar, su destreza en el agua y lo que se busque. Domínguez afirma que los manguitos «son el mejor medio de flotación», y recomienda los de corcho para evitar problemas. Pero coincide con Velo, en que no son lo más aconsejable para aprender a nadar, porque restringen la movilidad de los brazos». Este último, para los que están aprendiendo, aconseja optar por una burbuja «para dar un poco de flotabilidad» o una tabla, un elemento firme en el que apoyar las manos y sentirse seguros. De hecho, es lo que emplea en sus clases cuando hacen salidas a la playa. Sobre el uso del chaleco, Velo apunta que su cometido es «flotar» y que proporciona seguridad, pero que para aprender a nadar es contraproducente, pues limita los movimientos y la postura. Por su parte, Leis comenta que en una piscina valdrían casi todos: «Cualquier elemento puede ser bueno. Dependiendo de la edad, serían más recomendables unos manguitos que un churro». Añade que todos los objetos hinchables son peligrosos en la playa, por el riesgo de que se pinchen con una concha o una roca. Además, considera que el churro tampoco sería la mejor opción para el mar, «porque con un poco de corriente, se podría escapar y podría haber una inmersión inconsciente», y rechaza el uso de flotador. «Un poco de oleaje le podría dar la vuelta», apunta. Advierte, también, de que el mayor elemento de protección «es el control de la madre, el padre o el tutor».

Sea en el mar o en una piscina, la responsabilidad de los adultos no cambia. «Un niño nunca puede estar solo», sentencia Domínguez, que opina que evaluar cuándo pueden bañarse sin un mayor no es solo una cuestión de destreza, sino que influyen la edad y la madurez: «Los niños no tienen miedo, piensan que pueden ir nadando y volver, y a lo mejor no son capaces». Velo aclara que debemos tenerle respeto al agua, pero no miedo: «Cualquier persona en una situación de tensión, tiende a ir al fondo, pero si estás tranquilo, sueles flotar». Ahonda en la cuestión Miguel Leis, que aconseja «nadar de manera paralela a la orilla», nunca hacia el fondo, que es peligroso.

El riesgo persiste pese a todas las precauciones, por lo que conviene saber cómo actuar. «Si tú como padre no tienes la capacidad, no te puedes arriesgar», declara Domínguez. Luis Velo recalca que los adultos deben acudir al profesional más cercano y así «minimizar la situación» y que no haya dos víctimas en lugar de una. Esto, apunta, podría paliarse si la población tuviese nociones de primeros auxilios. Para Leis sería «un básico desde el colegio», para poder actuar antes de que lleguen los servicios médicos porque, como dice Domínguez, «los primeros quince minutos son los más importantes».