Para estos gallegos su oficio es un chollo: «Tenemos apalabrados trabajos casi hasta el 2023»

YES

Basilio Bello

Una soldadora, un  canteiro, dos electricistas y un empresario de la construcción te cuentan por qué lo están petando. A ellos se los rifan. «Levo tres anos buscando albaneis e peóns», dice uno de ellos.

12 sep 2021 . Actualizado a las 22:36 h.

No hace falta tener un doctorado para ganarse la vida. Los trabajos de toda la vida ganan la batalla al paro. Mira lo que dicen sus protagonistas. Ellos te cuentan la gran demanda que hay y la necesidad de mano de obra. Si no sabes a qué dedicarte, aquí te mostramos algunas salidas posibles. 

Mónica Pazó: «Ser soldadora non é só unha saída, é o que me gusta»

M.MORALEJO

En casa de Mónica Pazó siempre saltaron chispas. Desde bien pequeñita vio cómo los electrodos formaban parte del día a día de su padre y de su tío y eso marca ¡a hierro! Y aunque su formación profesional, en un primer momento, se decantó por el márketing y el comercio, pronto se dio cuenta de que lo suyo era el andamio y meterle caña al soplete.

Todo sucedió por casualidad, como lo bueno en la vida. Ella trabajaba de camarera por aquel entonces y un cliente de confianza le preguntó si sabía de alguien que quisiera currar realizando trabajos de mantenimiento y cuidando la imagen de las estaciones de servicios, colocando rótulos y demás. Mónica no se lo pensó dos veces. «Pois claro que coñezo. Eu non sirvo?», respondió resuelta, mientras este conocido no pudo disimular su asombro. Pero tras el primer shock inicial, se animó a contratarla y allí estuvo trabajando diez años que ella describe como «marabillosos».

Pocas mujeres 

Luego ya se lanzó a hacer un curso de formación en calderería y otras especialidades, y desde hace años trabaja en una empresa especializada en la instalación de estructuras metálicas. Ni que decir tiene que ella es la única mujer que se sube al andamio en su puesto y de las pocas de Galicia que realiza trabajos de soldadura. Y lo disfruta tanto que es oírla hablar y contagia esa pasión que siente por unir las piezas de metal. «Para min, ser soldadora non é só unha saída laboral, é o que me gusta facer», confiesa extrañada de que todavía haya quien se sorprenda al verla usar el soplete: «Solicitei traballo de soldadora porque sabía soldar e sabía facer as cousas que me pedían. Cando cheguei era a única muller e sigo séndoo no que é o meu posto de traballo. Na empresa non, claro. O primeiro día, nada, cheguei moi tranquila. E en canto me presentei xa preguntei que era o que tiña que facer porque o que queres é empezar a traballar. Non falar nin nada», explica esta todoterreno que reconoce que también tiene otras tareas que realiza encantada: «Montamos paneis, estruturas... Hai un traballo e hai que facelo e traballar», así de simple.

Ella explica que nunca tuvo problemas por el hecho de ser mujer, pero sabe que muchas todavía tienen que abrirse aún camino en este sector: «Pero tampouco sei cantas mulleres queren soldar. O que está claro é que cada un ten que elixir o que quere facer é nada máis».

Buenas condiciones

Mónica reconoce que en esto de usar el soplete no les falta trabajo. Pero cree firmemente que es muy importante que disfrutes haciéndolo, que haya un punto vocacional: «Para min, non é só unha saída, é o que me gusta facer. Tamén pasa noutros oficios coma os da construción. Algo ten que gustarche», explica mientras contesta que el sueldo medio de un soldador ronda los 1.500 euros, aunque «depende da categoría que teñas».

Mónica no duda en que seguirá haciendo chispas durante muchos años, todos los que pueda: «Quero seguir traballando aquí. Para min, isto non é só unha experiencia laboral e despois vou traballar doutra cousa, non. Eu estou aquí porque o traballo me gusta. Síntome ben entre eléctrodos... E cos compañeiros moi guai, teño moita sorte».

A la pregunta de si considera que su trabajo es un chollo, ella responde sin dudar: «Para min, si. É un eterno recreo. Cando estás ben e metida no traballo e sabes o que tes que facer, pois gozas. Moito. Os compañeiros tamén axudan, anímante, traballamos ben acompasados e así todo funciona. Que queres que che diga? Estou moi a gusto».

Ismael Cernadas (canteiro): «Só coñezo tres canteiros máis pola miña zona. Non hai xente»

ANA GARCIA

Lo que comenzó como un trabajo de verano acabó convirtiéndose en su forma de vida. Porque Ismael Cernadas reconoce que está «encantadísimo» con su profesión: «É un traballo duro, pero ao final ves que os resultados quedan aí para sempre». Y tanto, porque entre sus grandes logros profesionales figura el de haber participado en la restauración de la catedral de Santiago: «Isto é como se tes un restaurante de aldea e che dan as tres estrelas Michelin», reconocía entonces sobre lo que sintió hace algo más de un año cuando se lo propusieron. «Estivemos seis ou sete meses, xunto cos meus compañeiros, traballando na remodelación do interior. Fixemos algo tamén na cuberta, pero máis ben no interior», dice.

Más allá de restaurar el que es, sin duda, una de las cunas del cristianismo, el día a día es mucho menos celestial. Se dedica, principalmente, a realizar muros de piedra, repicar casas antiguas o cortarla para nuevas construcciones. A pesar de su juventud, lleva ya casi diez años al servicio de este noble material, aunque reconoce que los comienzos fueron algo duros debido a su juventud: «A xente desconfiaba de que non o puidese facer ben porque, claro, asocian a figura de canteiro a unha persoa maior. Pero agora xa me van coñecendo».

Porque a Ismael y a otros canteiros el trabajo no les falta. Es más, acaba de aumentar la plantilla para poder hacer frente a todos los encargos que tiene por delante: «Este ano somos tres. Levaba moito tempo buscando e non atopaba a ninguén. Había xente que quería vir, pero duraba un mes ou dous. Este é un traballo duro. Aquí non é como estar nunha oficina, que é duro igual, pero noutro sentido». Y no es de extrañar que le costara encontrar personal, porque él mismo reconoce que apenas hay profesionales especializados en trabajar la piedra: «Só coñezo a tres canteiros máis pola miña zona (Costa da Morte). En xeral, non hai moito de nada. Hai escaseza en todos os oficios básicos de toda a vida, como albanel, carpinteiro... Pero no meu penso que máis. E si que hai bastante traballo. Eu non dou feito. Estannos a chamar, pero non dou para máis». Ismael reconoce que tiene la agenda ocupada hasta el otoño del año que viene: «Si, para máis dun ano. Tranquilamente».

¿Y cuánto gana un canteiro? Pues el salario es parecido al del resto de oficios relacionados con la construcción. «Eu digo sempre que os oficios básicos, como canteiro ou outro, están mal pagados en relación co traballo que fas. Pero tampouco podes cobrar o que deberías porque a xente non o pagaría. Eu teño dous empregados agora e o que lles estou pagando é sobre 1.500 ou 1.600 euros. Pero depende de moitas cousas». Y aclara que si alguien quiere trabajar en este oficio, solo «hai que ter ganas e paciencia. E despois, que che guste. Nós basicamente facemos muros, encintamos ou cortamos pedra. É sota, cabalo e rei».

Álex y Gonzalo López (electricistas): «Tenemos apalabrados trabajos casi hasta el 2023»

Basilio Bello

Con apenas 19 años, Álex López ha seguido los pasos de su padre y sabe que acabará tomando las riendas de la empresa que con tanto esfuerzo levantó su progenitor: «Ya lo viví desde niño y aunque el tema de la electricidad me gusta, estoy más centrado en la telecomunicación, tomas de red, de fibra, routers, telefonía en los edificios y demás». Pero todo queda en casa porque estos servicios ya los ofrece Gonzalo en Montajes Eléctricos López Pose. Un negocio que va viento en popa a toda vela, aunque reconoce que a veces se desespera para encontrar personal, porque supone un auténtico quebradero de cabeza.

«Aparte de la taquicardia que me da, quedas mal con los clientes», asegura mientras explica que cada vez hay menos electricistas: «Nosotros tendríamos que coger dos personas más, pero no hay» y explica que a veces se las ve y se las desea para cumplir con los plazos pactados con el cliente. «Te encargan una obra después de haberlo luchado durante tres o cuatro meses para que te acepten el presupuesto y luego igual no tienes gente para hacerlo. El problema es la gente, pero para todo. Antes había empresas que te hacían rozas —los canales por donde se ponen los tubos de la electricidad—, que eso es lo primero que se hace. Pero, bueno, se va luchando poco a poco. E intentas conservar los empleados que tenemos, ahora somos diez».

Las condiciones

Porque Gonzalo cree que el problema no es el sueldo: «Un electricista medio, que tiene una base de un oficial de tercera, está en 1.500 euros y pico. Sábados y domingos libres. Si hay mucho apuro y alguien quiere trabajar un sábado, se cobra aparte. No es como en la hostelería que se trabaja fines de semana. Y tenemos jornada intensiva, a las cinco de la tarde se van para casa porque empiezan a las ocho. Si quisieran empezar a las siete, a las cuatro estaban fuera. Y, por supuesto, vacaciones. Pero ni con esas, ni con buenas condiciones laborales encuentras a gente que quiera aprender este oficio».

Porque incluso Gonzalo se presta a ello: «Si pides experiencia, ya es más difícil porque cada uno ya está en su chollo. Pero por enseñar el oficio no hay problema. No va a tardar 20 años en aprenderlo. Son cuatro o cinco cosas. Pero no hay gente que quiera aprender».

Porque trabajo no falta ni en esta empresa ni en muchas otras del sector. Todo lo contrario: «Tenemos trabajo para este año, el siguiente y casi hasta el 2023. Están apalabrados, aunque no firmados. Y luego, pues si te va saliendo más, tienes que coger más gente y ahí ya tenemos el problema del personal», aclara Gonzalo, que reconoce que está muy orgulloso de que al menos su hijo disfrute con este oficio: «Sí le gusta. Y él será el que se tenga que quedar a cargo de todo el día de mañana». Al menos en eso sí gana en tranquilidad porque no tendrá que buscar sucesor. Todo queda en casa, en este caso.

José Manuel Sóñora (empresario de la construcción): «Levo tres anos buscando albaneis e peóns»

XOAN A. SOLER

José Manuel Sóñora empezó a trabajar como albañil con tan solo 17 años, pero pronto se convirtió en empresario de la construcción, con apenas 21. En la actualidad tiene cuatro trabajadores en su empresa y no dan a basto. Tiene la agenda llena hasta dentro de un año y se ve obligado a rechazar muchos proyectos porque no puede dar más de sí. Por más que intenta encontrar un albañil cualificado, parece que es misión imposible: «Levo tres anos buscando albaneis e peóns. Estou continuamente buscando. Se tivese máis persoal, collería máis traballos. De feito, estou perdendo clientes fixos por culpa de que non os podo atender. Son cousas que pasan, pero eu non podo dar máis do que dou porque se non quedo sen vida», confiesa.

Y eso que intenta que sus empleados tengan unas buenas condiciones laborales: «A min non me dan os cartos para vivir con mil ou mil cen euros e entendo que aos meus operarios tampouco lle dan». Él tiene cuatro trabajadores en plantilla y explica que les paga «máis do que estipula a lei»: «Están oito horas ao día, 40 horas semanais que é o que marca a lei e punto. Un oficial sae arredor de 1.600 euros e eu estou pagándolle a cada operario cento e pico euros máis. Máis de 1.700 euros. Despois depende da retención de cada un».

Porque es cierto que José Manuel no quiere pintar su profesión de color de rosa. Sabe perfectamente lo duro que es, por eso dice que intenta que, por lo menos, sus empleados trabajen en las mejores condiciones posibles: «Na construción hai que estar na choiva, cos pés na lama, enriba dun tellado a quentarche o sol no lombo e tragar pó. Hai que estar para saber o que é. Pero un rapaz que queira traballar de albanel, ten traballo asegurado. Traballo teno, o que non se pode pretender e vir e pensar que isto é quedar mirando. Hai que traballar como en todos lados». Y explica que desde que empezó nunca le faltaron obras: «Nunca me faltou traballo. Desde o 2019 ata hai un par de meses non entreguei un presuposto. A todo o mundo que me chamaba dicíalle que ou esperaba dous anos ou non podía facelo. Agora mesmo teño traballo ata outubro do 2022. Sen contratar nada máis. E dígolle non aos traballos. Non hai persoal».

Sóñora aprovecha para evidenciar los bajos precios que se manejan en los presupuestos porque cree que eso no es bueno para nadie: «Hoxe na construción hai que ter formación porque hai moitos materiais novos e hai que saber aplicalos e dar unhas garantías, ademais de ter unha solvencia para poder ter xente a traballar. E non entenden que canto máis barato se lle dea un presuposto ao cliente, peor vas ter aos operarios e peor vas pasalo ti».