María: «Las enfermeras gallegas estamos quemadísimas, no podemos trabajar cada día en un sitio»

YES

ANGEL MANSO

«No hay gente para trabajar», denuncia María, que asegura que existe una fuga de enfermeras en la sanidad pública gallega por el maltrato que sufren. «No valoran tu formación, doblamos turno y nos están moviendo de servicio cada dos por tres. Lo están pagando los pacientes»

28 dic 2021 . Actualizado a las 09:26 h.

María tiene 31 años, es enfermera por vocación, se licenció a los 23, hizo la especialidad en pediatría y lleva desde los 25 trabajando como puede. Ha aprobado en total tres exámenes de oposición, pero no ha conseguido plaza. Como ella están muchas compañeras que intentan sobrevivir en un sistema, dice María, que «no las está respetando». El personal de enfermería de la sanidad pública gallega está cansado del maltrato que llevan años recibiendo, en especial desde que ha llegado el covid, porque ha permitido manga ancha para mover a la gente de distintos servicios y generar aún mayor inestabilidad, si bien en opinión de María, «el covid es una excusa más».

Ella conoce en profundidad la situación en A Coruña, aunque para llegar a poner un pie en esta ciudad primero tuvo que luchar mucho para conseguir la puntuación suficiente. «Yo hice la especialidad en Cataluña y allí las cosas funcionan mucho mejor», apunta María, que una vez que se licenció, decidió que lo suyo era la enfermería pediátrica. Para ello, primero tuvo que hacer un examen a nivel nacional al que se presentaron 20.000 personas; de esas solo cien podían aspirar a entrar en ese pequeñísimo grupo de enfermeros que buscaban dedicarse a los niños. Ella lo consiguió. «En la actualidad existe la especialidad de matrona, de enfermería de salud mental, pediátrica, de salud laboral, geriátrica y comunitaria —añade María—. Si consigues entrar, como fue mi caso, te formas durante dos años, de la misma manera que lo hace un médico residente, y después ya tienes la titulación oficial como especialista».

Es un camino complicado, pero María lo considera muy gratificante porque «te dedicas a lo que te gusta». Sin embargo, en su opinión, en el sistema de trabajo del Sergas tiene poco valor. «Yo hice la especialidad sabiendo que durante ese tiempo no iba a entrar en las listas de trabajo, pierdes ese tiempo mientras otros compañeros de promoción que no han querido hacer la especialidad empiezan a coger contratos. A cambio, yo cobraba menos, pero me formaba en lo que me gustaba. No es regalado, ni mucho menos, es muy difícil».

¿Qué pasa en Galicia? «Que te reconocen esa especialidad, pero no se usan esas listas específicas para contratar, solo en contadas ocasiones». «En Cataluña y en otras partes no es así. Allí te preguntan tus preferencias, y en función de tu formación, te contratan. Yo en Cataluña, que es la otra zona que conozco, siempre trabajé en pediatría y con estabilidad. El contrato más corto que tuve en Barcelona fue de un mes, y el más largo de un año», explica.

REPERCUTE EN EL PACIENTE

«Nosotras hemos tenido reuniones con la dirección para denunciar esta situación. Les hemos dicho: ‘¿No os dais cuenta de que esto repercute en la seguridad del paciente?’. Porque imagínate que mañana cualquier enfermero o enfermera llega a neonatología, por ejemplo, que dentro de la especialidad pediátrica es muy diferente y específica, y esa persona no ha tocado un niño en su vida. Eso repercute significativamente en el paciente».

Por si esto no fuera poco, desde la llegada del covid, pueden ofrecerles contratos y que el personal de enfermería no sepa dónde va a trabajar. «No hay transparencia —indica María—, y además, si una enfermera ya no consigue contrato de meses, y se ve obligada a coger días sueltos, puede ser que la llamen la víspera para incorporarse y que la manden a cualquier parte: a Cee, por ejemplo». «O también puede suceder que te llaman el mismo día y que te digan a las doce del mediodía que entras a trabajar a las tres en tal sitio, aunque en ese caso —dice María con retranca—, no te penalizan si no lo coges».

«Otra posibilidad es que tú estés contratada en un servicio, supongamos, en pediatría, y de pronto te manden a urgencias, o a medicina interna. Eso crea una ansiedad enorme porque empiezas a trabajar en un lugar que no conoces y del que no tienes ni idea, y para tus compañeras nuevas eres una carga».

Con este panorama, María asegura que se está produciendo una fuga masiva de enfermeras. Muchas quieren dejarlo, otras se han marchado a diferentes comunidades y muchas están aceptando las condiciones de los hospitales privados. «Los privados son los que se están frotando las manos, porque están consiguiendo personal formadísimo, en el que no han invertido un duro, y saben que en este momento mucha gente les dice que sí. Los sueldos no son mejores, pero, a cambio, te garantizan estabilidad, contratos de un año o indefinidos y te dan el turno que vas a tener. Eso da muchísima paz, quita mucho estrés».

SUSPENSIÓN DE PERMISOS

Esta Navidad, el Sergas ha suspendido los permisos, no se pueden coger días de libre disposición ni vacaciones, pero se producen bajas y al personal se le dan días por vacunación o por el fallecimiento de un familiar, con lo cual, hay momentos en los que de pronto en un servicio puede faltar gente. «Es entonces cuando las supervisoras se vuelven locas para encontrar quién haga una sustitución», revela María. «En A Coruña, en una lista de 2.000 enfermeras y enfermeros, algo más de la mitad están en suspensión de llamamiento, es decir, a más de mil no los pueden llamar, pero siguen figurando». «Hay que preguntarse por qué hay tanta gente que no quiere que la llamen y ver qué está pasando», avisa María, que señala que, de fondo, lo que hay es un ahorro sangrante. «Si el servicio puede pasar sin cubrir a esa persona, pasan; y si la encuentran en otro servicio, la cogen de ahí, ellos solo quieren que les cuadren los números».

«Cuando ves que el trabajo te desborda por falta de personal, tú terminas asumiendo, haces horas de más que luego no te puedes coger, y terminas haciéndole un favor, ya no a la gerencia, sino a tus compañeras para no dejarlas con el culo al aire; o lo haces por el paciente, que no tiene culpa», concluye María, que ha visto cómo en pediatría se han tenido que cerrar plantas por falta de enfermeras. «En ocasiones Oncología Pediátrica se cierra y mandan a esos niños con cáncer a otras plantas de pediatría para así disponer de enfermeras».

«Ahora mismo no es un problema de presión asistencial, el covid no justifica esta gestión, podíamos llegar a entenderlo en la primera ola, pero ahora no. Es una excusa más, lo que vivimos es una mala gestión y las enfermeras estamos quemadísimas, no se nos está respetando nuestro trabajo», denuncia. «El gran problema es la inestabilidad y que les preocupa cero tus preferencias a la hora de trabajar, tu formación. Primero todo eran aplausos y ahora se nos echan encima».