José Alberto Monseco, psicólogo: «Hay altas tasas de divorcio en familias con niños autistas»

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Este psicólogo especializado en TEA (Trastorno del Espectro Autista) trabaja con análisis de conducta aplicada para mejorar la comunicación de sus pacientes y ayudar a los padres

13 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

José Alberto Monseco asegura que este tipo de trastorno se diagnostica cada vez más pronto y que «ya no es como antes, cuando podía venir un paciente de 10 años», aunque reconoce que esa primera valoración a veces puede ser errónea. 

—¿Qué características tienen en común las personas con TEA?

—Desde que se cambiaron los criterios diagnósticos del autismo, es un cajón muy amplio, pero hay dos criterios comunes: los problemas en la comunicación y la socialización; y los patrones de conducta restringidos y estereotipados. Ambos hacen que su forma de relacionarse se vea afectada.

—¿En qué consiste el método Aba?

—Es una intervención conductual para la enseñanza de nuevas conductas y la reducción de otras no deseadas. Se utiliza con muchos tipos de personas, ya tengan una alteración del desarrollo o no, como puede ser gente mayor con problemas de memoria o también en entornos empresariales para mejorar la motivación de los trabajadores.

¿Qué variables pueden hacer cambiar un comportamiento?

—La conducta siempre depende de variables ambientales, pero no solo externas; hay pensamientos, emociones que están en nuestro interior y que nos van a llevar a determinadas acciones.

—¿Por qué es tan importante la conducta en los niños con autismo?

—Porque las personas con Trastorno del Espectro Autista tienen más dificultades para aprender, pues no cuentan con habilidades básicas. Además, procesan la información de manera diferente.

¿Cómo llegan las familias que acaban de recibir un diagnóstico?

—Afortunadamente, ahora hay un mayor conocimiento y, tanto en Sanidad como en Educación, hay protocolos que hacen que se diagnostique más pronto. Pero el anuncio en sí de que tu hijo tiene TEA siempre cae como un jarro de agua fría por los prejuicios que hay en la sociedad.

—¿Se repiten patrones similares entre las distintas familias?

—Totalmente, por ejemplo, hay más desarreglos emocionales en padres y madres que tienen niños con TEA y una alta tasa de divorcios. Se deja de cuidar esa relación emocional y muchas parejas no superan ese bache.

—¿Qué técnicas pueden ayudar a un cuidador a controlar la situación?

—Yo siempre les digo que tienen que cuidar a sus hijos pero también a sí mismos. Cuando reciben la noticia de que su hijo tiene un trastorno, se suelen volcar en la mejora de los niños y dejan de hacer cosas que hacían antes, en pareja, con amigos… Es bueno acudir a asociaciones para hablar con gente que haya pasado por el mismo proceso, pues también suelen sentirse incomprendidos en su entorno. Pero hay que tener vida más allá del autismo.

—¿Terminan los cuidadores convirtiéndose en expertos en TEA?

—Sí, porque además no hay suficientes profesionales en España. En Abascool hemos formado a muchas familias porque en el lugar donde viven no hay terapeutas.

 —¿Cuesta dar con un diagnóstico?

—Ya no es como antes, que podía venir un paciente de 10 años, aunque sí vienen mal diagnosticados, por eso es clave intervenir en cuanto se ven anomalías en el desarrollo. Porque, más que la etiqueta que le ponga un médico, lo importante es que el niño avance en la dirección adecuada.