Ana Castro Liz, psicóloga: «Si te insiste mucho en tener sexo, también es violencia»

FRANCISCA PACHECO GONZÁLEZ / S.F.

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ALBERTO LÓPEZ

Casos recientes en la prensa han abierto el debate sobre la violencia sexual dentro de las parejas, una realidad que se repite más de lo que creemos y que se caracteriza por una víctima que, muchas veces, no sabe que lo es

25 jul 2022 . Actualizado a las 11:22 h.

Ana Castro Liz es tajante al explicarlo: para que una relación sexual sea satisfactoria, tiene que haber límites igualitarios y un consenso mutuo. Todo lo que no sea eso, se considera abuso. Y es que, a su modo de ver, para muchas mujeres puede ser difícil distinguir una situación de violencia en el interior de la pareja, ya que este debería ser, supuestamente, un espacio de seguridad y afecto. Sumado a esto, la tradición les ha enseñado a las mujeres que es su obligación el satisfacer a su pareja masculina, independientemente de sus propios deseos y necesidades.

—¿Dónde está el límite entre lo que es abuso y lo que no lo es?

—Se entiende que abuso sexual es cualquier tipo de actividad o contacto sexual que se produce cuando la víctima no da su consentimiento. Esto puede ser, incluso, una actividad donde no exista contacto físico, como cuando la persona se exhibe, muestra sus partes íntimas o envía fotos de su miembro sin consentimiento de la pareja. O cuando alguien fuerza a la otra persona a mirar imágenes con contenido sexual. Los besos y caricias no deseadas son abuso. Una actividad sexual brusca o violenta es abuso. El intento de violación, y por supuesto la violación, es abuso. Negarse a usar condón o algún tipo de barrera a la hora de mantener relaciones, impedir que alguien use un preservativo o métodos anticonceptivos, es abuso. Por supuesto, tener contacto sexual cuando la víctima está drogada, inconsciente, ha ingerido alcohol o es incapaz de decir sí o no de una manera clara y consciente, es abuso. Y, claramente, cuando amenazas a alguien para tener sexo, cuando presionas y cuando usas insultos sexuales, es abuso.

—¿Son muy comunes este tipo de situaciones en la pareja?

—Es algo que, tristemente, se ha normalizado. Tiene que ver también con esa creencia tan patriarcal que tenemos de que hay que complacer a la pareja masculina, que hay que cumplir con las obligaciones matrimoniales. Esto le pasó mucho a las generaciones pasadas. Si empezamos a preguntar a mujeres de nuestra familia o a mujeres conocidas que pasan de los 60 o 70 años, seguramente una de cada cinco ha experimentado abuso sexual por parte de su pareja, se les ha obligado a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad o han accedido por temor a la reacción de su pareja. Esto se ha naturalizado hasta el día de hoy y, como esto es algo que hemos arrastrado a nivel cultural, hay muchas mujeres que creen que es normal, que tú como pareja tienes que cumplir con la persona que tienes a tu lado.

—¿El hecho de que se trate de una relación afectiva dificulta el ponerle nombre al abuso?

— Sí, como es tu pareja y se supone que es la persona que te tiene que proteger y con la que estás compartiendo tu vida, no esperas que te haga daño y te cuesta aceptarlo. Entonces lo naturalizas, porque crees que forma parte de una relación normal.

—Además tenemos un estereotipo de lo que es un abuso...

— Sí, siempre pensamos que es una persona desconocida, con quien no hay ningún tipo de vínculo, en una situación sorpresiva y siempre muy violenta, pero el abuso puede venir de quien menos lo esperas. Además, la persona lo naturaliza, cree que no son agresiones sexuales porque después de algo así viene un perdón, un regalo, un te quiero, y claro, esas cosas acaban afectando y crees que tú eres la equivocada.

—¿Hay mujeres que están en mayor riesgo de ser víctimas de violencia?

—Las mujeres que sufren de abuso en la pareja suelen tener muy baja autoestima. También pueden haber sido víctimas de abuso en la niñez. Normalmente ya han visto de cerca relaciones disfuncionales o tóxicas, entre sus padres, por ejemplo, y han aceptado la violencia como parte del funcionamiento de sus vidas y heredado esos comportamientos machistas.

—¿Cómo se caracteriza el agresor?

—Quienes funcionan así son personas egoístas, que sus encuentros sexuales tienen una base agresiva, de abuso de poder y de dominación. Muchas veces, tienen algún tipo de trastorno donde disfrutan más con algún tipo de parafilia que con una relación sexual consentida donde haya afecto o conexión. Sus encuentros carecen de afecto, no buscan una relación igualitaria con intercambio de placer, nunca va a ser empático con su pareja para darse cuenta de lo que necesita. Son personas que ya viven desconectadas de sí mismas y no van a conectar con los sentimientos y el cuerpo de su pareja, buscan simplemente su placer, y solo lo encuentran cuando ellos son los que dominan. Está claro que no estamos hablando de una relación sexual sana, estamos hablando de relaciones sexuales llenas de violencia y de abuso. Eso ya implica personalidades con un problema importante y perfiles relacionados con personas narcisistas y ególatras.

—Cuando alguien accede a tener sexo solo para evitar consecuencias ¿se considera abuso?

—Claro, porque la persona accede por temor. Estamos hablando de dos cosas que todavía, en pleno siglo XXI, siguen sucediendo. Esto es el miedo y el silencio. No olvidemos que son mujeres muy manipuladas que creen que esa pareja que las maltrata va a cambiar, y es más, creen que ellas tienen que hacer algo para que cambie. Están metidas en ese círculo negativo que es difícil de romper. Creen que es su responsabilidad, que tienen que ayudarlo, porque él les ha dicho que le ha pasado esto o lo otro en la infancia y lo tiene que entender. Muchas parejas se quedan metidas en ese maternalismo. Son mujeres que están muy manipuladas, por baja autoestima, por haber normalizado el abuso porque lo veían en sus padres, porque han sido humilladas.

—¿Una insistencia excesiva se puede considerar abuso?

—Claro, porque tú le estás diciendo que no y a él le da igual y te sigue insistiendo. Pero qué pasa, que hay gente que lo hace de una forma tan sutil que no podemos distinguir cuando ya es agresividad. Cuando una pareja exige intimidad, generalmente quien cede lo hace porque tiene la esperanza de conseguir que eso deje de suceder, se autoengaña o se autojustifica pensando que todo va a cambiar, porque al fin y al cabo es tu pareja. Tienen tal confusión entre lo que está bien y lo que está mal, lo que ellas merecen o lo que es felicidad, que salir de una situación así no es sencillo.

—¿Puede una mujer estar siendo violada constantemente sin ser consciente de ello?

—Sí, porque como otras veces ella ya ha tenido relaciones consensuadas con él, le puede generar un debate interno. Este tipo de personalidades, los maltratadores, al principio de la relación tiene un papel de cordero, saben muy bien cómo trabajar a sus víctimas, las tratan muy bien, les dan lo que quieren, entonces tienen experiencias agradables, pero después empiezan a comportarse como realmente son y la víctima se queda esperando a que vuelva esa persona del principio. Entonces claro, te están violando, pero tú dices: «Bueno a mí ya me penetró, me penetró de otra manera más cariñosa, entonces a ver si para la siguiente vez vuelve a ser el de antes», pero eso nunca vuelve a pasar.

—¿Cuál es la recomendación para una mujer que piensa que podría estar siento víctima de abuso?

—Como ejercicio, yo le recomendaría que escriba todos los detalles que no le hacen sentir bien y que después ponga en otro papel todas las características que cree que merece en una relación sana. Ya eso le va a dar a entender que algo no va bien. Y después, que lo contraste con alguien que considere que tiene una vida sentimental que funciona bien.