Rodolfo García: «Para mí es una alegría que un desconocido se quede en mi casa»

ALEJANDRA CEBALLOS LÓPEZ / S. F.

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JOSE PARDO

Rodolfo García ha visitado más de 32 países y aloja gratis a extranjeros en su piso de Ferrol sin esperar nada a cambio. «Debes tener entrenado el músculo de la tolerancia», asegura.

28 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace más de diez años, cansado de un círculo social exclusivamente laboral, Rodolfo García Matta decidió crear una cuenta de CouchSurfing. Esta plataforma digital nació en el 2004 con la intención de que personas en todo el mundo ofrecieran espacios libres de sus casas con viajeros de otros lugares, completamente gratis. Promueven la filosofía de compartir las costumbres o conocer la ciudad ajena más a fondo con personas locales.

 Rodolfo, que en el 2008 vivía en el cuartel militar de Cartagena, en Murcia, conoció la plataforma a través de una chica alemana que hacía autoestop. García y un compañero suyo recogieron a la joven y le ofrecieron un puesto en el coche de camino a Málaga. La viajera les contó que venía desde su país alojándose con este método, que entonces era muy desconocido.

Atraído por el tema y con la intención de entablar relación con gente nueva y salir más en su ciudad, Rodolfo creó un perfil en CouchSurfing y hoy, a pesar de que la plataforma ha empezado a cobrar una comisión, sigue manteniendo su cuenta. «Yo lo que creo es que queremos conocernos. No se trata de las comodidades sino del trato humano», cuenta. Rodolfo ha utilizado la aplicación para quedar para tomar un café, una cerveza, hacer de guía turístico e incluso para conocer gente de su propia ciudad.

En aquel entonces, como vivía en la base militar de Cartagena, no tenía la posibilidad de recibir a nadie en su casa, pero sí que asistió a fiestas, eventos de viajeros y se hospedó en la casa de otras personas cuando se desplazaba por trabajo, o simplemente por placer. Incluso le prestó una tienda de campaña a un chico que no pudo alojar.

«Hubo un período en el que me mudé de Cartagena a Madrid, descansaba 15 días y trabajaba otros 15. Ahí aprovechaba para viajar los días libres. Rara vez me alojaba en un hotel. No es lo mismo que estar con una persona, conocer la vida cotidiana de alguien. Eso no te lo da ninguna agencia de viajes. No lo cambiaría por ningún resort. De esta forma te enteras de las preocupaciones de las personas de esos países, de sus intereses, comes con ellos... Es muy enriquecedor», comenta mientras menciona que estuvo en lugares tan diversos como Israel, Grecia, o Polonia.

Además, dice, la aplicación también le sirvió para conocer a personas en Murcia fuera de la vida militar, gente que compartía con él intereses como el senderismo.

Olvidar los prejuicios

A pesar de que la mayoría de sus experiencias son positivas, no deja de ser cuestión de suerte el encontrarse con buenos o malos anfitriones y huéspedes. Rodolfo, por ahora, solo tuvo una mala experiencia.

«Hace poco me contactó una chica de Bielorrusia, que quería conocer Ferrol, pero después me dijo que no tenía efectivo y me preguntó si podía pagarle el billete desde donde estaba hasta mi ciudad. Supuse que había un error de comunicación —porque no hablaba español y su inglés era limitado—. Ignoré su petición y le indiqué a qué hora y qué día podíamos quedar. Fui a recogerla a la estación de tren y se alojó en mi casa dos noches. Su presencia fue muy incómoda, quería que se fuera, pero me daba miedo echarla porque no sabía cómo iba a reaccionar. Así que escondí la comida y creé un mal ambiente para que ella se marchara sola. Fue un alivio cuando se fue», cuenta con tono gracioso, pero insistiendo en que es solo una anécdota desafortunada en los más de diez años que lleva usando la aplicación.

«Básicamente, cualquier cosa es susceptible de que vaya bien y mal. Esto tiene su componente de aventura y de inseguridad, ahí radica el encanto, aunque hay gente que no lo entiende», explica Rodolfo García.

Él aclara que vale la pena fijarse en las verificaciones que ofrece la plataforma del número de teléfono, la identidad o la dirección; en las recomendaciones de los demás y en intercambiar mensajes previos a acordar recibir a alguien en casa.

Por lo demás, solo tiene experiencias positivas, prejuicios que ha logrado romper, conocimientos nuevos, experiencias únicas y personas que se han vuelto más que amigos. «Viajar por trabajo, llegar a una ciudad ajena y encontrarte con alguien que es como si fuera de tu familia es increíble. No se trata de una cama para dormir, es una interacción con el que te acoge», puntualiza.

Ha recibido veganos, se ha quedado en la casa de personas que practican el rastafarismo, rescató a una holandesa de perder el autobús a Portugal y ha aprendido de sí mismo y de los demás. «Tanto si te hospedas como si recibes a alguien, el músculo de la tolerancia debe estar tonificado. Entiendes que incluso en las diferencias más radicales puede haber personas compartiendo el mismo techo», reflexiona.

Hace dos años Rodolfo fue trasladado de Cartagena a Ferrol. «Fue un shock. En la Armada, cuando se te agota el tiempo de un puesto de trabajo te mueven a una vacante nueva. Me mandaron a la otra esquina del mundo. Al principio maldije la ciudad, pero ahora estoy muy feliz», cuenta mientras explica su nueva ubicación.

Tenía claro que no repetiría la tortura de la mudanza, además se enamoró de las playas y los bosques de Ferrol, así que compró un piso en el barrio de Canido y lo reformó. Incluso en medio de la pintura fresca y la madera descubierta, los viajeros querían quedarse con Rodolfo.

«La gente no pone problemas por dormir en el sofá. Para mí también es una alegría porque cuando llegan a mi casa hay un montón de cosas que quiero preguntarles de sus viajes. Cuando alguien viene es como si su país viniera a mí», cuenta recordando un alemán, una chica de Barcelona y una holandesa que se han quedado con él desde que llegó a Ferrol.

Ahora trabaja como guardacostas en las playas de su ciudad, practica senderismo y sigue recibiendo extranjeros. En sus propias palabras: «Es una forma de encontrar semejantes más allá de las diferencias».