Javier Gutiérrez, actor: «Hemos dado un paso atrás, los jóvenes sobreviven en condiciones lamentables»

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El actor estrena junto a Carmen Machi la comedia «Mañana es hoy», un filme en el que viaja en el tiempo desde 1991 al 2022. «A mi yo del pasado le diría que los sueños se cumplen», indica Javier, que apunta: «A partir de los 50 se ama mejor»

29 nov 2022 . Actualizado a las 21:11 h.

Javier Gutiérrez (Luanco, Asturias, 1971) viaja en el tiempo en la película Mañana es hoy, que estrena el día 2 de diciembre. Metido en el papel de un padre de familia de dos adolescentes, muy estricto y obsesionado con la puntualidad, su personaje pasa de vivir a principios de los noventa a aterrizar en el año 2022. Un choque tecnológico y social que saca la sonrisa al espectador y que le permite reflexionar sobre lo mejor y peor de esta evolución temporal. Casado en la ficción con Carmen Machi, Javier experimenta en la película lo mucho que las mujeres han ganado en estos 30 años de recorrido.

—Después de viajar en el tiempo treinta años, ¿cómo ves tu futuro?

—Ja, ja, prefiero no pensar en el futuro porque a la vuelta de la esquina te puede deparar sorpresas agradables, pero también desagradables. Y más en el mundo tan convulso en el que vivimos, prefiero ir día a día y que la salud me respete para trabajar con cierta normalidad.

—¿Cuál ha sido la mejor etapa de tu vida? ¿Tienes una década prodigiosa?

—Yo creo que lo mejor siempre está por venir, pero para mí los años de finales de los ochenta, principios de los noventa fueron de mucha efervescencia. Fue cuando decidí viajar a Madrid para convertirme en actor. Cuando llegué, me encontré con una ciudad que venía de la época de Tierno Galván de una gran explosión de libertad. Madrid era una ciudad con mucha vida, que creo que se ha perdido. Hemos dado un paso de gigante hacia atrás. Aquella fue una época muy dulce. Fue dejar la adolescencia y entrar en la madurez. Cada vez que miro hacia atrás la recuerdo con una sonrisa y con nostalgia.

—¿El futuro de España lo ves peor? ¿Estamos más acomodados?

—Yo creo que la pandemia ha venido a sumar más descontento, más polarización. Los políticos no han ayudado en nada, y creo que si alguien pensaba en que íbamos a salir más unidos después de un tránsito de casi dos años, está equivocado. No quiero ser pesimista, pero sí peco de escéptico. El recorte de libertades ha hecho que nos volvamos una sociedad más pacata y más egoísta. Actuamos como un rebaño. Desde el 15M hemos ido hacia atrás, ahora nos da todo igual mientras conservemos nuestro ranchito.

—En la película se plantean los choques tecnológicos, los cambios sociales en estos treinta años. ¿Qué ha sido lo que a ti te ha impactado más?

—Se refleja la brecha generacional entre padres e hijos, y ese cambio tecnológico y social. Quién iba a pensar en el año 90 que un teléfono móvil iba a ser una extensión de nuestro pensamiento, como una mano más de nuestro cuerpo. Es impensable hoy vivir sin el móvil. También se ve el cambio del papel de la mujer, cómo se ha empoderado y ha ido ganando los derechos que nunca debería haber tenido recortados. En ese sentido la película es más que una comedia, invita a la reflexión.

—Después de ver las broncas que ha habido en el Congreso, con Irene Montero, parece que queda mucho por hacer en ese aspecto.

—Por eso no hay que bajar los brazos, a la vista está el ruido que ha generado. Esa agresividad y polarización que vivimos en el Congreso retrata muy bien la sociedad de nuestros días. En lugar de arrimar el hombro y viajar hacia un mismo lugar: no privar derechos y que la mujer vaya ganado terreno, lo que hacen los políticos es dividir y contaminar a la sociedad de una manera muy tóxica. Que luego haya una grieta o no en la ley del sí es sí tendría que debatirse, pero lo primero es lo primero.

—¿En el año 91 cómo eras?

—Aunque he cambiado físicamente, eso es obvio, sigo siendo el mismo, sigo siendo aquel chico con una ilusión enorme por un oficio que hago con pasión. La gente que me conoce lo sabe, no he cambiado mucho a pesar de la popularidad, o de ciertos éxitos que me han acompañado en mi carrera. Me siento muy orgulloso de ese chico de 18 años que llegó a Madrid para ser actor.

—¿Y qué le dirías a tu yo del pasado?

—Que los sueños se pueden cumplir, ja, ja. Cuidado con lo que deseas, porque es cierto que, aunque nadie me ha regalado nada, porque no todo ha sido dulce, es cierto que el trabajo ha dado sus frutos. Es un oficio en el que hay que estar muy despierto para cada oportunidad que te llegue.

—En el filme hay una especie de pitonisa, no sé si a ti te han leído la mano alguna vez y te han adivinado el futuro.

—Ja, ja. No, además, a pesar de ser gallego, tengo cierta reticencia al mundo de las meigas y las brujas. Vislumbrar el futuro es algo que prefiero no contar con ello, prefiero que la vida me vaya sorprendiendo.

—Tú has sido padre en dos momentos distintos, ¿crees que has criado igual?

—Yo creo que he sido el mismo. A mí me han educado en el respeto, en el amor y más allá de los años que pasen entre un hijo u otro, cuando respetas la libertad del otro e intentas inculcar unos principios básicos que a ti te han ayudado en la vida, creo que hay poco margen de equivocación.

—¿Amamos mejor a medida que cumplimos años?

—Uf. ‘El amor a los hijos es tan diferente a una pareja! Sí es cierto que el amor a los hijos es incondicional, de los hijos no esperas nada. Pero en el amor a una pareja depende de los desengaños que haya tenido cada cual.

—¿Tú amas mejor pasados los 50?

—Sí, yo creo que sí. Yo soy una persona que no se puede quejar a la hora de haber tenido parejas. He amado, me han amado y me siento muy realizado en cuanto al amor.

—¿Fuiste un hijo rebelde, de esos que tuvo que llevar collejas?

—[Se ríe] Yo creo que alguna me he llevado, pero no, no he sido nada rebelde. Fui un niño enfermizamente tímido, quizá por eso me dediqué a la actuación, porque era una ventana a la que asomarme para escapar de esa timidez. Y sí recuerdo que a partir de los 15 años empecé a plantearme el irme de casa, que nadie me impusiera a qué hora llegar. Como adolescente tenía mi propia visión del mundo y cómo quería vivir mi vida.

—Tenías confianza en ti mismo...

—Sí, sí. Por supuesto, por lo menos quería intentarlo. Es cierto que ahora los chicos lo tienen seriamente más complicado, con dos crisis... Nosotros no sé si éramos más osados, pero lo teníamos más fácil que los jóvenes de ahora. Hemos ido hacia atrás, hoy por el hecho de que estés preparado no significa que vayas a encontrar un trabajo mejor, ni te vayas a ocupar de lo que te has formado. Hoy se trata de sobrevivir en condiciones lamentables.

—¿Y cómo eran tus vacaciones? ¿Tan «ideales» como las de la peli?

—Las recuerdo en Galicia, cerquita de la playa, las recuerdo con felicidad excepto cuando me mandaban de campamento. Eran momentos terribles, me pasaba toda la quincena esperando la llamada de mi madre para contarle que quería volver.

—¿Sigues siendo tan futbolero? ¿Has visto a España en el Mundial?

—Sí, sí, sufrí y me divertí con la selección. No sé qué pasará en este Mundial, pero soy muy Luisenriquista, es un tipo al que se le ha dado mucha caña. Forma parte de esta intoxicación que trata de dividir en todo. El fútbol no iba a ser menos. Y todo por si ha llevado más jugadores de un equipo que de otro, me parece lamentable.