Llega la nueva era de las telenovelas

M. CEDRÓN REDACCIÓN

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SON DINOSAURIOS, PERO HAY DINOSAURIOS QUE NUNCA MUEREN. Se reinventan y vuelven con fuerza al unir su arma secreta, el melodrama, con una producción que engancha a un público cada vez más diverso. Las plataformas de «streaming» lo saben y no quieren perder el tirón

09 mar 2023 . Actualizado a las 09:04 h.

A mediados de los ochenta, la televisión pública importó de Latinoamérica un formato de entretenimiento con el que alimentó la programación de las mañanas provocando que más de uno llegase tarde al colegio. No es fácil borrar de la mente nombres como el de Mariana o Luis Alberto Mendizábal, personajes que calaron en las mentes de los que entonces acabaron enganchados a las telenovelas de la mano de Los ricos también lloran, una producción de Televisa producida por Valentín Pimstein en 1979. A lo largo de las últimas décadas el fenómeno ha tenido sus altos y bajos. Se ha visto el declive de las producciones venezolanas y colombianas en favor de las turcas o la posterior resurrección de las series mexicanas con éxitos que contaron con mucho más presupuesto, como La casa de las flores. Lo que parece es que ahora estas series en las que dominan las emociones vuelven a estar en la cresta de la ola. Y todo gracias a las plataformas de streaming que han visto en algunos títulos su nuevo maná. La prueba es el éxito que han tenido, por ejemplo, títulos como La Reina del Sur, interpretada por Kate del Castillo, o la nueva versión de Café con aroma de mujer en Netflix.

UN «REMAKE»

Esta última, el remake de la telenovela colombiana creada por Fernando Gaitán en 1994, estrenada en Colombia en el 2021 y protagonizada por William Levy, fue un éxito rotundo de la plataforma en todo el mundo. Durante sus primeros 28 días de emisión, la primera temporada logró sumar 326.910.000 horas vistas, ocupando el puesto número 7 de las series más populares de habla no inglesa, un ránking que encabeza la primera temporada de El juego del calamar. Y de ese modo los nombres de Mariana y Luis Alberto que identificaban la lucha por el amor entre personas de distintas clases sociales en los ochenta pasaron a ser los de Gaviota y Sebastián, en la segunda década del nuevo siglo.

Porque la nueva versión de Café con aroma de mujer no deja de ser un gran melodrama, como la mexicana Los ricos también lloran o la venezolana Cristal en el que conviven la joven modesta que se enamora del dueño de la finca en la que recoge café. Y, cómo no, también hay malos, como la exnovia de Sebastián, que trata de impedir por todos los medios su relación. Un cuento de hadas clásico que acaba como todos los cuentos. Por eso engancha, independientemente del público que la esté viendo.

Porque, como comentó en su día el investigador y profesor de Amherst College, en el estado norteamericano de Massachusetts, Ilan Stavan, en una entrevista en la BBC, las telenovelas son capaces de empaquetar las emociones para dárselas a un público que las precisa para huir de la realidad. «La telenovela no es el lugar para pensar. Es el lugar para sentir, para llorar, para sufrir. Y desde la época de los clásicos de Eurípides, de Esquilo, el teatro ha cumplido esa función de permitirle a la gente llorar y sufrir. No siempre hay que sublimar las emociones», comentaba en aquella entrevista. E incluso decía que Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, no era más que «una larga telenovela disfrazada de literatura sofisticada». ¿Por qué? Porque se ven pasar varias generaciones de la familia Buendía que no saben amar y que continuamente se destruyen unos a los otros.

Pero qué ocurre cuando el melodrama se adereza con un poco de acción envuelta por un tema que nunca pasa de moda como el narcotráfico. Pues que desencadena otro éxito capaz de enganchar al público de todos los continentes. Es lo que ha pasado con La Reina del Sur.

Durante la semana del 13 al 19 de febrero pasado, por ejemplo, la telenovela basada en un libro de Arturo Pérez Reverte ocupaba el puesto número cinco en el top 10 de series de Netflix más vistas en España, una lista en la que llevaba apareciendo durante ocho semanas. Pero es que a nivel global, la producción protagonizada por Kate del Castillo —en la misma plataforma de streaming convive con la versión estadounidense donde es Alice Braga la que da vida a Teresa Mendoza— ocupaba el puesto número ocho entre las series más vistas de habla no inglesa con 14.890.000 horas vistas.

A lo largo de sus tres temporadas, no falta la acción. Y ya no es la historia o historias de amor de Teresa el eje de la trama. El drama romántico pasa a ser un elemento secundario en una producción que describe la transformación de una cambiadora de dólares por pesos en la frontera hasta convertirse en una de las reinas del narcotráfico a nivel mundial. No deja de ser el cuento de una Cenicienta que no asciende de la mano de ningún príncipe en un mundo dominado por hombres, donde conviven los carteles mexicanos, los «traquetos» colombianos, los narcos gallegos, los que dominan el Estrecho, la mafia rusa...

Las telenovelas no dejan de ser un gran retrato sociológico de lo que ocurre en los países donde transcurren sus tramas.

NUEVOS TÍTULOS

No cabe duda, de todas formas, de que el éxito de La Reina del Sur ha animado la incorporación de nuevos títulos como El Dragón: El regreso de un guerrero, protagonizada por Sebastián Rulli y Renata Notni, donde el narcotráfico y la mafia continúan monopolizando una trama que comienza cuando un joven mexicano de una familia de narcos, educado por la Yakuza japonesa, regresa a su país para tomar las riendas del cartel familiar tras el suicidio de su esposa. Porque aunque domina la acción, no falta, por supuesto, la historia de amor. Con guion de Arturo Pérez Reverte, mantiene en vilo al espectador durante sus dos temporadas, que quedan abiertas a lo que pueda pasar en la tercera. Ese es otro de los grandes secretos de las telenovelas: despertar la curiosidad del que las está viendo para que no deje de enganchar capítulos.

La corrupción es otro de los temas recurrentes de las nuevas telenovelas. Un ejemplo es Monarca, una producción en la que una mujer regresa a México tras pasar años en EE.UU. para coger las riendas del negocio familiar: el tequila. Pero estos son solo algunos ejemplos de un amplio menú de telenovelas de nuevo y viejo corte, que conviven en los canales de streaming con series de culto de ayer y de hoy, como The Wire o La casa de papel.