Así se educa a un perro para vivir en la ciudad

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MARCOS MÍGUEZ

Manejar bien la correa o entrar en una tienda. Lorena Terrón, experta en educación canina, imparte cursos para que los perros, y sus dueños, aprendan a comportarse en diferentes entornos, para que sean «urbanitas»

13 mar 2023 . Actualizado a las 16:53 h.

Seguramente, nuestra experta en educación canina, Lorena Terrón, no esté de acuerdo con el titular. Porque ella promueve que no se trata tanto de educar al animal, sino «a las personas en cómo guiar a un perro urbanita». «Es la persona la que lleva al perro atado, depende de cómo maneje la correa, que sepa cuándo puede reaccionar y cuándo no, qué le estresa... Hay que enseñarle al guía cómo lo tiene que llevar por la ciudad, qué puede hacer y qué no. Hay perros que defecan en lugares inadecuados por culpa del guía. Si le enseñas a hacerlo en la hierba, no lo va a hacer en una acera o en la entrada de una tienda o un edificio», explica la directora de la escuela canina Meu Can.

 Dónde debe hacer sus necesidades es de las primeras tareas a abordar cuando un animal llega a un hogar urbano. «Obviamente, un cachorro de dos meses no va a poder hacer todas sus necesidades fuera, pero desde el minuto uno hay que enseñarle que se hacen en la calle», insiste Lorena. Mientras son pequeños recomienda bajarlo a la calle unas cinco veces al día: después de comer, al despertarse y después de jugar. Es importante buscar un lugar con hierba lo más cercano a la vivienda para que cuando salga entienda que ese cuadradito es donde lo tiene que hacer. «Lo llevas ahí, y hasta que haga pis y caca no va a ir a pasear. Si lo hace, le premiamos con caricias o con chuches, si le damos; que entienda que compensa realizar ahí más que en casa», señala.

Casi a la par que enseñarle esta rutina, deberíamos intentar cuanto antes que se habitúe al entorno. Si es muy pequeño y todavía no puede bajar al parque y juntarse con otros perros por la falta de vacunas, «lo ideal es bajarlo en el colo». «Que vea autobuses, coches, motos, gente que pasea, incluso niños gritando o saliendo de un colegio....», indica Lorena, que en su programa de O bo guía (que tiene como objetivo que el animal aprenda a comportarse en diferentes entornos urbanos) también enseña unas nociones básicas de comunicación canina a los tutores, para que, una vez en la calle, sepan identificar cuáles son las causas del estrés en el entorno para el perro. «Es bastante común que le tengan miedo a los autobuses, por el ruido, porque son muy grandes... Y si sabemos identificarlo, podemos trabajarlo y evitarlo». Recomienda empezar por calles más tranquilas y, progresivamente, ir aumentando el nivel de estímulos. «No es lo mismo pasear en A Coruña por Los Rosales que ir a la calle Real», apunta.

Pero a mayores de esos ruidos «naturales», Lorena recomienda —también para aquellos perros que no son tan cachorros, pero que, por circunstancias, se trasladan del campo a la ciudad— exponerlos en casa a estos estímulos auditivos poniéndoles cedés o descargándolos de internet. «Hay que hacerlo en un entorno seguro, como es su casa, a diferentes horas del día. Por ejemplo, si está en el jardín suelto, le podemos poner sonidos de coches. Que escuche ese sonido sin que le produzca ansiedad», dice.

A medida que los perros se van adaptando, se van introduciendo novedades, por ejemplo, llega un punto en que Lorena también les enseña a comportarse en tiendas o en cafeterías, es decir, a adaptarse a la vida urbana. «Cuando vamos a las tiendas nos dividimos en dos grupos. Mientras unos hacen un ejercicio fuera, otros van entrando de uno en uno. Empezamos por tiendas que sean menos ruidosas, evitando las que tienen la música a tope y sería muy estresante para el perro, y entramos y salimos varias veces. Dentro hacemos un ejercicio para que entiendan que no pueden oler las prendas, también trabajamos los ascensores y las escaleras mecánicas para que no tengan miedo...», señala. En las cafeterías intenta que aprendan a estar tranquilo aunque vean a otros perros o personas, «que sepan que tienen que estar relajados mientras tomamos algo». «Si son cachorros, desde el minuto uno hay que acostumbrarlos al coche, a las cafeterías... No se trata de que hagan ejercicios de educación básica, de sentarse y estar quietos, es más de autocontrol, que entiendan que si yo voy a una cafetería, se tiene que quedar debajo de la mesa tranquilo hasta que le digan que nos vamos», apunta Lorena. 

CUESTIÓN DE ENERGÍA

El buen manejo de la correa es otra de las asignaturas de esta formación canina. «Es la persona la que debe identificar las situaciones en las que pueda haber peligro o un conflicto antes de que suceda, y manejar de manera correcta al perro. El problema es que cuando ocurren situaciones de este tipo, la gente da tirones, y eso es incorrecto. No se debe manejar la correa para castigar a un perro, simplemente es una herramienta para que no se escape y porque no se pueden llevar sueltos», explica Lorena, que insiste en la importancia de aprender técnicas adecuadas y siempre desde una educación en positivo.

Advierte que las correas extensibles no son las más adecuadas para pasear por la ciudad, porque se exceden de la longitud permitida. Es mejor que sea una fija, de nailon o de cualquier material cómodo. También recomienda utilizar un arnés antitirones (con dos puntos de sujeción) porque, en caso de perros hiperactivos o muy nerviosos, ayuda a controlar el cuerpo del animal en situaciones complicadas, como un paso de cebra o una acera estrecha en la que no hay mucho espacio. «En estos casos hay que poner al perro del lado que no venga el estímulo. La persona debe ponerse como efecto barrera», añade.

Sobre si cualquier raza se puede adaptar a un piso en la ciudad, Lorena es contundente. «Si sale el tiempo adecuado, sí». Más que sobre la raza, ella se inclina por poner el foco en la energía del animal. Uno de alta energía igual necesita tres horas de paseo al día, y para uno de baja, con hora y media es suficiente. «Por ejemplo, a un Border Collie o un Braco de Weimar, que se ven mucho ahora, tenemos que dedicarles mucho tiempo, hacer ejercicios físicos y mentales; en casa ponerles juguetes interactivos, nada de tirar pelotas y frisbies porque, además, eso genera muchos problemas de conducta. Hay que dar paseos por el monte, nadar, ejercicios de rastro, trabajo olfativo... Todo eso calma al perro, reduce muchísimo el estrés y aumenta el gasto energético».

Y si hay algo que sus alumnos sacan en claro es lo siguiente: «El objetivo es que el perro ante cualquier estímulo te haga caso a ti, que tengas una comunicación perfecta con él dentro de la ciudad para que te prefiera a ti sobre todas las cosas».