Cinco casas de comida para celebrar el Día del Padre

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MESÓN DE HERVES. A CORUÑA
Los hermanos Pedro, Patricia y Cristina Vázquez suponen la tercera generación a cargo de esta popular casa de comidas. Mudaron su ubicación original, es cierto, trasladándola a la rúa Fontán. Pero es eso lo único que ha cambiado. Las recetas y los fundamentos de su cocina siguen siendo los mismos que aquellos que asentó su abuela en 1959, cuando se fundó el mesón. ¿La clave de su éxito? Un buen producto y un ambiente familiar.
MESÓN DE HERVES. A CORUÑA Los hermanos Pedro, Patricia y Cristina Vázquez suponen la tercera generación a cargo de esta popular casa de comidas. Mudaron su ubicación original, es cierto, trasladándola a la rúa Fontán. Pero es eso lo único que ha cambiado. Las recetas y los fundamentos de su cocina siguen siendo los mismos que aquellos que asentó su abuela en 1959, cuando se fundó el mesón. ¿La clave de su éxito? Un buen producto y un ambiente familiar. MARCOS MÍGUEZ

Guardianes de las tradiciones culinarias, ajenas a tendencias, orfebres del producto... Las casas de comidas acomodan sobre sus mesas una verdad incontestable que, lejos de caer en el olvido, es cada vez más reivindicada

17 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En una celebración de carácter tan entrañable y tradicional como la del Día del Padre, lo mejor es ir sobre seguro. Un patinazo en la elección de la sede de la comilona de este domingo es de los que pasan factura durante las reuniones familiares el resto del año. Así que, si de comer con fundamento se trata, nada mejor que las casas de comidas de toda la vida. Locales con regusto a tradición que apenas han variado sus fundamentos, basados en la excelencia del producto gallego y en la heredada sabiduría en el manejo de las potas y los fogones.

MESÓN DE HERVES. A CORUÑA
Los hermanos Pedro, Patricia y Cristina Vázquez suponen la tercera generación a cargo de esta popular casa de comidas. Mudaron su ubicación original, es cierto, trasladándola a la rúa Fontán. Pero es eso lo único que ha cambiado. Las recetas y los fundamentos de su cocina siguen siendo los mismos que aquellos que asentó su abuela en 1959, cuando se fundó el mesón. ¿La clave de su éxito? Un buen producto y un ambiente familiar.
MESÓN DE HERVES. A CORUÑA Los hermanos Pedro, Patricia y Cristina Vázquez suponen la tercera generación a cargo de esta popular casa de comidas. Mudaron su ubicación original, es cierto, trasladándola a la rúa Fontán. Pero es eso lo único que ha cambiado. Las recetas y los fundamentos de su cocina siguen siendo los mismos que aquellos que asentó su abuela en 1959, cuando se fundó el mesón. ¿La clave de su éxito? Un buen producto y un ambiente familiar. MARCOS MÍGUEZ

Es el caso del coruñés Mesón de Herves. «Respetar la tradición para nosotros es una obligación», explica Pedro Vázquez, quien junto a sus hermanas Patricia y Cristina suponen la tercera generación al frente del negocio.

«Nuestra base es la cocina de temporada», añade. Así, acaban de finalizar la de la angula y la lamprea y mantienen aún la del cocido. Llegada la Semana Santa, sus platos estrella serán el cabrito y el cordero gallego al horno. Y ya más de cara al verano ganan presencia las hortalizas, los guisos y el pescado menudo. Nunca faltan tampoco la empanada, el jarrete de vaca rubia gallega, una caldeirada de rodaballo salvaje, el bacalao al horno en salsa verde o un sanmartiño a la espalda. Y de la mano de Cristina, que ha trabajado en cocinas internacionales, han llegado algunas propuestas renovadoras como el steak tartar o el carpacho de cigala.

Aunque el rótulo sigue manteniendo, por tradición, la denominación de mesón, confiesa Pedro Vázquez: «Nosotros nos consideramos una casa de comidas». En este sentido, recuerda una frase «de una persona importante de A Coruña» que le dijo «yo en esta casa comería todos los días». No puede haber halago mejor. «Yo he estado en El Bulli», comenta Pedro, «pero no iría todos los días a comer allí».

La gente que acude al Mesón de Herves sigue buscando lo que allí, desde 1959, se ofrece. «Un sitio cercano en el que sentirse a gusto y donde no tenga que pedir un aval bancario para comer», comenta el nieto de los fundadores, quien tiene siempre muy presente algo que le enseñaron sus padres y que él, a su vez, intenta inculcar a sus hijos: «Aunque seáis premios Nobel, nunca perdáis vuestras raíces».

El Mesón de Herves dispone de capacidad para 130 comensales. Aunque los domingos cierran por descanso, el Día del Padre, «una celebración muy especial para nuestra clientela habitual», sí que abrirán.

CHURRASCO A RÍA. VILAGARCÍA DE AROUSA
Es el primer lugar que a uno le viene a la mente cuando alguien le pregunta «¿dónde comer bien y a un precio razonable en Vilagarcía?». Es el clásico por excelencia. No en vano, este año cumple cuatro décadas. Su maestría en las brasas, su amplísima carta de platos tradicionales, carnes y pescados, su generosa bodega y la comodidad de A Ría lo convierten una baza segura.
CHURRASCO A RÍA. VILAGARCÍA DE AROUSA Es el primer lugar que a uno le viene a la mente cuando alguien le pregunta «¿dónde comer bien y a un precio razonable en Vilagarcía?». Es el clásico por excelencia. No en vano, este año cumple cuatro décadas. Su maestría en las brasas, su amplísima carta de platos tradicionales, carnes y pescados, su generosa bodega y la comodidad de A Ría lo convierten una baza segura. ADRIÁN BAÚLDE

CHURRASCO A RÍA. VILAGARCÍA

También es un día señalado para la clientela del churrasco A Ría, en Vilagarcía. De hecho, no será fácil conseguir mesa esa jornada, a pesar de que sus amplios comedores tienen capacidad para acoger a 200 personas.

A Ría es un valor seguro donde los haya. Lo lleva siendo desde 1983, cuando los hermanos Roberto y Salvador Gerpe se trasladaron desde A Baña a la capital arousana para iniciarse en la hostelería. Tenían muy claro lo que querían hacer y, cuatro décadas después, no han abandonado aquellos postulados. Cocina de siempre, sin ningún tipo de disfraz, basada en el producto y en un manejo extraordinario de las brasas.

Su oferta es abrumadora. «En 40 anos non quitamos ningún prato da carta. Só fixemos sumar e sumar», indica Roberto Gerpe. Y así, a día de hoy, mantienen los clásicos que han dado renombre al local, como el churrasco de cerdo o el bacalao a la brasa, pero al tiempo incluyen carnes selectas como la de vaca gallega de Bandeira, la de angus (entrecot, picaña y chuletón) o la de ibérico (solomillo, presa, secreto y pluma). Mención especial merece la oferta de pescados. Además del bacalao (a la brasa o en cazuela), A Ría cuenta todos los días con lubina, dorada, pez espada, raya, merluza, rodaballo, rape, atún y salmón. Añádanle mariscos (navajas, zamburiñas, almejas...), un caldo gallego que nunca falte, el pulpo, por supuesto, el lacón con grelos (en temporada), los picantones o las codornices a la brasa, el cordero lechal al horno y unos guisos o una caldeirada y entenderán el porqué de la excepcional acogida de esta casa. Imposible no encontrar algo que satisfaga hasta al paladar más exigente.

La calidad y el esmero en el trato con el cliente es otra de las señas de identidad de A Ría. La fluidez, la rapidez y la atención constante caracterizan un servicio a la altura de restaurantes que se presumen de gama superior. «Nunca nos conformamos co ‘todo vale’. Somos un establecemento humilde pero, para nós, a xente que vén comer ao churrasco A Ría vén á nosa casa».

El local vilagarciano, ubicado muy cerca de Carril y de la playa de Compostela, cuenta con 42 mesas. Cierra los lunes por la noche y martes. Dispone de un menú del día de lunes a viernes por 11 euros.

BAR RIANXO.  PONTEVEDRA
Callos, cocido, lacón con grelos, jarrete estofado... Los argumentos culinarios que desde su pizarra exhibe el local de la plaza da Leña son irrefutables. «En este tipo de platos no hay trampa ni cartón», confiesa su propietario. Lo que hay es lo que se ve. Y así lleva siendo desde 1972. Bien lo saben sus incondicionales clientes, que tienen allí su «casa».
BAR RIANXO. PONTEVEDRA Callos, cocido, lacón con grelos, jarrete estofado... Los argumentos culinarios que desde su pizarra exhibe el local de la plaza da Leña son irrefutables. «En este tipo de platos no hay trampa ni cartón», confiesa su propietario. Lo que hay es lo que se ve. Y así lleva siendo desde 1972. Bien lo saben sus incondicionales clientes, que tienen allí su «casa». CAPOTILLO

BAR RIANXO. PONTEVEDRA

Cuando en 1998 Ramón Agrelo trasladó el bar Rianxo a la Praza da Leña de Pontevedra, aún no había allí ningún establecimiento hostelero. Hoy, la Leña es el epicentro de la zona de vinos y de restauración de la capital pontevedresa y el Rianxo sigue ejerciendo su poder aglutinador. El Rianxo había nacido en 1972, cerca del Museo Provincial. Tras su traslado, fue Suso Agrelo, hijo del fundador, quien se hizo cargo del negocio. ¿Cambios? Los justos. «Fago o mesmo que facía meu pai», comenta. ¿Y qué es lo que hace y lo que ha dado fama al Rianxo? Pues platos como los callos, los cocidos, el lacón con grelos, el jarrete estofado, los guisos y otros platos de cuchara, el caldo gallego, los choquitos en su tinta... «Eu á carta non lle toquei practicamente nada», indica Suso. Para puntualizar de inmediato que lo de la «carta» es una manera de hablar. En el Rianxo no hay carta como tal. «Por non ter, non tiven nin QR durante a pandemia». Los platos que se ofrecen cada día se escriben con tiza en una pizarra. «E cando algo se esgota, imos e borramos». El Rianxo mantiene por tradición el apelativo de bar. «Prefiro iso a que me chamen restaurante», comenta Suso, que de lo que más orgulloso se siente es de que la gente «sabe que aquí teñen a súa casa».

Confirma Suso que las casas de comidas tradicionales se han revalorizado en los últimos años. «Antes, todos os que saían das escolas de hostelería, saían con ganas de innovar, de montar algo de nova cociña. Ofrecer uns callos ou un xarrete case estaba mal visto. Pero a pandemia cambiou o conto. Nós notamos que incluso a xente nova, esa que antes prefería ir a un italiano ou a un xaponés, agora volve poñer en valor os pratos de toda a vida».

LEMBRANZA ORIXE. SAN AMARO (OURENSE) Las hermanas Elena (en la foto) y Cristina García heredaron en el 2008 el negocio familiar. Lejos de reformularlo, en lo que se centraron fue en apuntalar su esencia original, basada en la cocina tradicional y en un servicio acogedor y amable, prestado en un entorno de lo más confortable. El bacalao y el arroz caldoso siguen siendo los platos más demandados de una carta en la que no faltan los grandes clásicos de la gastronomía gallega de temporada.
LEMBRANZA ORIXE. SAN AMARO (OURENSE) Las hermanas Elena (en la foto) y Cristina García heredaron en el 2008 el negocio familiar. Lejos de reformularlo, en lo que se centraron fue en apuntalar su esencia original, basada en la cocina tradicional y en un servicio acogedor y amable, prestado en un entorno de lo más confortable. El bacalao y el arroz caldoso siguen siendo los platos más demandados de una carta en la que no faltan los grandes clásicos de la gastronomía gallega de temporada. Santi M. Amil

LEMBRANZA ORIXE. SAN AMARO

En San Amaro, a medio camino entre Ribadavia y O Carballiño se encuentra el Lembranza Orixe. El nombre ya da a entender por dónde va su propuesta. Aunque también hay algo de azar en el asunto. «Cuando mis padres iban a abrir el restaurante, en el 2001, mi hermano abrió el diccionario a ciegas y señaló una palabra. Coincidió en lembranza. Y así se bautizó», cuenta Elena García, quien junto a su hermana Cristina regenta hoy el negocio. Lo de Orixe sí que tiene su razón de ser. Durante dos años el local estuvo alquilado, con no muy buen resultado. La familia decidió recuperarlo y le añadió al nombre la palabra «orixe» para trasladar el mensaje de su retorno.

Sea como fuere, el caso es que el nombre le viene como anillo al dedo a la propuesta del local. «Nuestra base es la tradición, la cocina que nos enseñaron nuestras abuelas. Eso es inamovible», refrenda Elena. «Los platos que triunfaron se mantienen desde el principio», añade. Y entre esos platos sobresalen el bacalao (con ajada, a la portuguesa con verduras o a la pancha con cebolla) y los arroces (el caldoso con langostinos, vieiras y jamón y el de verduras).

La base de toda su cocina se fundamenta en esas recetas de la abuela y en un producto «que necesariamente tiene que ser de primerísima calidad, porque aquí no lo disfrazamos».

Elena y Cristina García resaltan también el hecho de que la clientela se sienta en el Lembranza Orixe como en casa. «Tanto por la comida como por el trato», puntualizan. «Pretendemos que la gente valore la cocina a fuego lento. Nosotras les avisamos de que tienen que esperar 40 minutos por el arroz. Y les invitamos a que en ese tiempo disfruten del entorno, de la casa, del jardín y de la compañía de con quien vengan a comer».

MESÓN DE CRECENTE. LUGO
El cocido de esta casa, que está a punto de cumplir un siglo de vida, es toda una institución dentro de la gastronomía lucense. Loli Lamas, como su madre Amelia lo hizo en su día, lo prepara y lo sirve tanto en invierno como en verano. Tras cinco horas en cocina de leña. Además del cocido, los pollos tomateros, el gallo de corral y los platos de caza son los otros grandes atractivos del mesón de San Pedro de Mera.
MESÓN DE CRECENTE. LUGO El cocido de esta casa, que está a punto de cumplir un siglo de vida, es toda una institución dentro de la gastronomía lucense. Loli Lamas, como su madre Amelia lo hizo en su día, lo prepara y lo sirve tanto en invierno como en verano. Tras cinco horas en cocina de leña. Además del cocido, los pollos tomateros, el gallo de corral y los platos de caza son los otros grandes atractivos del mesón de San Pedro de Mera. ALBERTO LÓPEZ

MESÓN DE CRECENTE. LUGO

A las nueve de la mañana Loli Lamas enciende la cocina de leña del Mesón de Crecente. No es raro que por allí ande su madre, Aurelia, responsable durante décadas de la cocina del establecimiento lucense. «A cociña é a súa vida», comenta la hija. «Vaia, e a miña», puntualiza de inmediato recordando que el año que viene cumplirá cuatro décadas en los fogones. Loli, que representa ya la tercera generación al frente del mesón, tiene claro que el único «secreto» del éxito de su cocido «está en la calidad de la materia prima» —la familia hace matanzas cada 20 días para satisfacer la demanda— y en el mimo con el que todo se prepara. A fuego lento. Cinco horas pasan las potas sobre el acero ardiente.

«É un prato moi saudable, coa verdura e as patacas da casa e carne das nosas matanzas», comenta. El memorable cocido del mesón de Crecente, precedido siempre de su correspondiente sopa, lleva varios tipos de carne (lacón, costilla, ternera), garbanzos, verdura (repollo y nabiza), patatas y chorizos.

Pero no todo es cocido en esta casa. Los pollos tomateros y el gallo de corral, por supuesto criados en la huerta familiar, son los otros dos platos enseña de esta cocina. «Sigo facéndoos igual que os facía a miña avoa Lola hai case un século». Hasta que termine la temporada de caza, el mesón de Crecente ofrece además corzo y jabalí.

Eso sí, no vayan allí a buscar pescados. No hay ninguno en su carta. «Os peixes hai que comelos na costa, o pulpo nas pulperías e a carne e o cocido, na aldea», sentencia Loli con su sabiduría inapelable. No solo en la cocina.