Adrián Conde, veterinario: «Los piensos de los perros son como nuestros ultraprocesados»

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Advierte que cada vez están viendo más perros y gatos con «alzhéimer». «Hay ciertas características que pueden apuntar hacia una demencia, pero siempre hay que descartar otra patología», dice

21 mar 2023 . Actualizado a las 11:36 h.

Su postura sobre la alimentación animal ha cambiado radicalmente desde que Kira, su perra, se manifestó al respecto. Adrián Conde (Cornellá de Llobregat, 1992) confiesa que él, antes, era de los veterinarios de «pienso, pienso, pienso», sin embargo, ahora es lo último que recomendaría. Este veterinario, etólogo clínico y asesor de nutrición natural para animales, especializado en perros y gatos, acaba de publicar Sé el humano que tu perro necesita, (también la versión para gatos), dos guías en las que profundiza sobre salud, alimentación y bienestar animal. «Es relativamente novedoso, pero mirando la cara de un gato podemos saber si tiene dolor», señala.

 —¿Los perros pueden tener alzhéimer?

—Sí, no es propiamente alzhéimer, pero existe el síndrome de la disfunción cognitiva, que comparte algunas características con el alzhéimer humano. La esperanza de vida de perros y gatos ha aumentado en los últimos años, y estamos viendo enfermedades que antes no veíamos, como el «alzhéimer» en perros y gatos.

 —¿Y la sufren muchos?

—Es una enfermedad infradiagnosticada, sabemos que hay muchísimos más casos de los que podemos ver, porque al final, al diagnóstico, muchas veces llegamos post mortem.

 —¿Cómo se diagnostica?

—Es complicado. Como es relativamente nuevo, sí que van saliendo algunos test científicamente validados, y podemos hacer ciertas preguntas en torno a cómo el animal gestiona su día a día. Si se despista, si ha cambiado sus hábitos de sueño, si hace sus necesidades en casa, si de golpe empieza a vocalizar... Una serie de características que pueden hacernos ver que hay un poco de demencia, aunque siempre hay que descartar que haya una patología detrás que no sea ese síndrome de disfunción cognitiva.

 —¿Por ejemplo?

—Al diagnóstico se llega por la exclusión de todas las otras patologías que puedan compartir sintomatología, por ejemplo, tumores cerebrales. Y muchas veces no se llega porque implica realizar pruebas costosas para el tutor, como puede ser una resonancia.

 —¿Una de las enfermedades más frecuentes en los gatos es el síndrome del gato paracaidista?

—Sí, pero con una buena protección de ventanas, balcones, se evitaría el cien por cien de los casos. El problema es que tenemos asumido ese mito de que los gatos siempre caen de pie, de que controlan... «Gato que no se ha caído, se va a caer», es la frase por excelencia de los veterinarios. Es muy fácil que pierdan el equilibrio, que se despisten en un momento dado, estando en una barandilla, mirando un bicho, un pájaro... y muchas veces ya no es la afectación que pueda tener el accidente para el propio animal, que suele ser la rotura de la mandíbula, sino que salen asustados y son animales que acaban heridos y perdidos, que no se pueden recuperar.

 —¿Los gatos pueden tener acné?

—En concreto, puntos negros, que les salen en la barbilla, y si los aprietas sale lo mismo que si fuera una persona. Algunos son más predispuestos que otros, pero para prevenirlo hay que intentar mantener comederos y bebederos lo más limpios posible; evitar el plástico, porque acumula bastante suciedad; es mejor el acero inoxidable, porque acumula menos microorganismos... También es superimportante la alimentación, mi recomendación es comida de verdad adaptada a la especie, sin aceites refinados, ni grasas de mala calidad. Cuando comemos mal, nuestra piel se resiente, pues con los animales pasa lo mismo.

 —No eres muy amigo de los piensos para alimentar ni a perros ni a gatos. ¿Son como nuestros ultraprocesados?

—Sí, de hecho, nuestros ultraprocesados comparten una serie de ingredientes con los de los animales, como las harinas refinadas, los aceites vegetales refinados, las grasas de mala calidad... Incluso estamos compartiendo pandemias silenciosas, como las malas condiciones corporales, aumento de diabetes, de problemas renales, de tasas de cáncer. Sabemos que, aunque la alimentación no sea directamente la causante de muchos de estos problemas, es muy importante para el desarrollo de este tipo de patologías. Yo antes era un veterinario tipo, de pienso, pienso, pienso, hasta que me tocó compartir mi vida con mi perra Kira, que me dijo que el pienso no le iba bien al organismo. Fue la que me hizo descubrir que detrás de «el pienso es lo mejor para nuestros animales» no hay tanta verdad.

 —Lo mejor es la comida natural, ¿pero los perros pueden comer de todo?

—Sí, excepto aquellos alimentos que son tóxicos para ellos como: el chocolate, la cebolla, las uvas, las pasas, las nueces de macadamia... La leche también debemos evitarla, la mayoría de animales se vuelven intolerantes a la lactosa al dejar de consumir la leche materna. Cambia un poco el modelo de alimentación, no es un humano, el gato es un carnívoro estricto, y el perro semicarnívoro, por lo tanto, la base debe ser la carne y los productos de origen animal.

 —¿Los gatos se pueden intoxicar con el aguacate?

—Sí, no es tanto una intoxicación por la pulpa, sino que la toxina se encuentra en las hojas, en la piel, y en el hueso.

 —Dentro de la comida natural, ¿qué recomendarías?

—Tenemos dos grandes grupos: la alimentación natural cocinada y la cruda (BARF). Ambas comparten la base, la carne, pero además en el caso de la alimentación BARF encontraremos vísceras, huesos carnosos y una pequeña parte de vegetales; y en la cocinada no hay huesos carnosos, porque no se deben dar nunca cocinados, pero sí vísceras y vegetales, priorizando las verduras, y añadiendo una cantidad pequeña de frutas.

 —Dices que el 50 % de los perros y gatos tienen sobrepeso, ¿se les pone a dieta?

—Se intenta atajar, pero a veces queda en intento. Las caritas de pena hacen que nos excedamos con el número de snacks y, obviamente, eso tiene un cómputo global de kilocalorías que, si no se queman, se almacenan como grasa. Hemos normalizado el ver a perros y gatos con sobrepeso, y muchas veces, incluso se dice que están bien así. Y en cambio, cuando ves a un perro con una buena condición corporal, se comenta: «Está un poco delgado», y está bien. Uno de los primeros cambios cuando dejan el pienso y pasan a la alimentación natural es que enseguida se deshinchan un poco, recuperan una condición corporal más musculada, con menos grasa y más ágil.

 —¿A los gatos les gustan los helados?

—Sí, cuando hace bastante calor suele gustarles el chuperretear el helado, no es un polo al uso como los nuestros, y, además, suelen chupar un poquito y cansarse.

 —Desmontas varios mitos. El primero, uno muy extendido: un año de humano no son siete de perro.

—Muchos mitos vienen por esas primeras evidencias, pero según avanzamos en conocimiento en el mundo canino y felino, sabemos que hay muchas diferencias entre perros, y sobre todo, predomina el tamaño de la raza. Las de tamaño pequeño suelen tener una esperanza de vida mucho mayor que las de raza grande. Esto es una certeza.

 —Otro mito: no es cierto que perros y gatos vean en blanco y negro.

—Correcto. Tienen una gama cromática más reducida que la nuestra, y hay algunos colores que les cuestan más, como puede ser el verde y el rojo.

—¿Un gruñido no siempre es malo, no?

—Hemos interiorizado que el gruñido es malo, y, en realidad, es un aviso de algo, nosotros tenemos que saber qué está pasando. Es cierto que es un aviso más elevado. Yo siempre lo comparo con un ejemplo entre personas. Si a mí me está molestando alguien, yo inicialmente le voy a decir: «Puedes parar que no me gusta», y esto serían señales sutiles como bostezar o lamerse el morro. Si no parara, seguramente lo diría con un tono de voz más elevado. «¡Puedes parar que no me está gustando!», y esto sería el gruñido. ¿Cuándo llegamos a ese nivel? Cuando no nos están prestando atención. Tu perro no te lo puede decir de otra manera, y solo te está diciendo que eso que estás haciendo no le gusta. Si lo castigo por ese motivo, estaría castigando que me comunique las cosas, y cada vez utilizaría señales más intensas, porque ve que las sutiles no sirven de nada.

 —¿Es verdad que se puede saber mirando a la cara a un gato si tiene dolor?

—Sí, esto es relativamente nuevo y está ayudando mucho a las familias, a los tutores, a poder ver que algo no va bien y que esté pasando desapercibido. Por cómo está puesta la cara, los ojos, las orejas se puede detectar una enfermedad, un dolor, o lo que sea, porque, en general, son animales que tienden a ocultar toda esta vulnerabilidad por un sentido evolutivo. Tener este tipo de referencias, como la Feline Grimace Scale, que se van validando gracias a la ciencia, es muy útil para poder detectar estas cosas a tiempo.

 —¿Cuál es el mayor error que se comete a la hora de pasear a los perros?

—No dejarles oler. Hay una gran diferencia cuando entiendes esto y dejas a tu perro oler. Si implica que estamos cinco minutos en un árbol, pues estamos, al final, es su paseo, no es tu paseo. Tenemos que entender que el perro está en casa todo el día, aburrido, y que al salir a la calle su nariz es como nuestros ojos, a través de ella reciben muchísima información. Son sus redes sociales, todos los olores que van descubriendo por la calle es como cuando nosotros nos metemos en Twitter, en Instagram y nos enteramos de las noticias, de qué ha pasado con un amigo o si un amigo ha conseguido esto otro, pues pasa algo parecido con los olores. Es importante dejarles oler, porque todo esto tiene beneficios a nivel enriquecimiento y bienestar para el perro.