
Con las pilas cargadas, la presentadora acaba de arrancar la tercera temporada de «La Roca» en la Sexta y continúa en «El Hormiguero». «Me encanta tirarme a la piscina, es verdad que a veces te toca pisar el barro, pero te sacudes y tiras adelante», confiesa.
26 sep 2023 . Actualizado a las 09:02 h.Con las zapatillas de deporte, las mallas puestas y su eterna sonrisa. Así nos recibe Nuria Roca (Moncada, Valencia, 1972) esta luminosa mañana en Madrid. «En cuanto terminemos la entrevista, me marcho a caminar dos horas largas y a paso ligero. Esta vez me lo estoy tomando muy en serio», nos confiesa entre risas.
— Empezaste en la televisión por casualidad, te presentaste a un concurso en Canal Nou para recaudar dinero para el viaje de fin de curso (estudiabas Arquitectura Técnica) y ya llevas casi treinta años delante de las cámaras.
—Pues sí. Empecé por casualidad. Hice un casting, les gusté y ya no he parado de trabajar hasta el punto de convertirlo en mi forma de vida. La comunicación es el soporte que me entusiasma y lo vivo con pasión. Soy consciente de que soy muy afortunada y una privilegiada de poder celebrar estos treinta años en los medios.
—¿Ha primado más la suerte en tu vida?
—Las cosas no se cruzan en tu camino, sino que tú, con tus decisiones, también haces para que se crucen. Es cierto que si no hubiese ido a ese casting, pues no habría surgido la oportunidad, porque jamás pensé en dedicarme a la televisión, pero fui y aquí estoy. Por otro lado, creo que la suerte es fundamental en la vida y yo me considero una persona con suerte. Es verdad que después esa suerte hay que aprovecharla, demostrando que vales, con mucho trabajo, tesón, esfuerzo y dedicación.
—A lo largo de estos años has hecho informativos, «realities», programas de entretenimiento y también te has atrevido con la radio. ¿Te gusta lanzarte a la piscina?
—Me encanta tirarme a la piscina. Siempre digo que en la vida hay que ser valiente, pero claro, a veces, te toca pisar el barro. Pero no pasa nada, sales del charco, te sacudes y adelante. Me gustan los retos, porque te hacen crecer y progresar. Eso sí, también te digo que si no me veo en un proyecto, pues no lo hago. Por ejemplo, no me veo participando en un concurso tipo La selva de los famosos. Eso no es para mí.
—Trabajas desde hace años con tu pareja, Juan del Val, e incluso habéis escrito dos libros mano a mano. ¿Habéis formado un tándem bien avenido?
—Ja, ja, ja. Es verdad que llevamos muchos años trabajando juntos, desde que nos conocimos, pero él ha estado con más frecuencia en la parte de atrás. Nos entendemos muy bien, formamos un buen equipo y sobre todo nos lo pasamos bien. También te digo que hay momentos en que no es fácil trabajar con la pareja, pero cuando se encaja, no hay nada mejor.
—¿Llega un momento en que tenéis que poner un límite para dejar de hablar de trabajo, porque si no, no existe otro tema de conversación?
—No, no hace falta. Nos encanta compartir las experiencias del trabajo, pero hablamos de muchos otros temas.
—Y, cuando no estáis de acuerdo, ¿hay choque de trenes?
—Para nada. Entre nosotros hay mucho diálogo. Los dos somos poco intensos, tenemos una filosofía de vida parecida, nos entendemos bien, por lo que es fácil llegar a acuerdos. Y si alguno se equivoca, pues disculpas y a otra cosa.
—Compartís muchas experiencias de vuestro día a día en casa tanto en «La Roca» como en «El Hormiguero». ¿Te arrepientes de haber contado algo o de haber entrado en este juego?
—No, para nada. Lo que no quiero no lo cuento. Eso nunca. Esto es como todo. La televisión es entretenimiento y a partir de ahí, todo forma parte del contenido. Para mí, es muy importante la verdad de ese contenido. Por eso, contamos las cosas tal cual son y nos pasan, pero cuando vienen al caso y siempre que nos apetezca.
—¿Qué has aprendido trabajando con Juan?
—A afianzar la confianza y a tener mucha complicidad, que es muy importante. Y algo que ha ido en aumento con los años entre los dos es la admiración. Yo admiro mucho todo lo que él hace, principalmente su capacidad de trabajo, es increíble.
—Desprendes buen rollo, cuando el día se tuerce y surgen los nubarrones, ¿cuál es tu receta para enderezarlo?
—No siempre, no te creas, que a veces tengo un humor de perros y vomito lo primero que pienso y luego tengo que disculparme. Para desprenderme de los nubarrones o alejarlos lo que suelo hacer es salir a caminar, así me da el aire, reflexiono un poco y me distraigo. Tampoco creo que haya que evadirse de los problemas, los problemas hay que afrontarlos, mirarlos de frente y buscarles la mejor solución posible.
—¿Te arrepientes de algo?
—Arrepentirme no, porque para arrepentirte hay que atreverse a hacer cosas. Proyectos que no volvería a hacer, montones. Afortunadamente, porque de todo siempre sacas una lección. En una trayectoria como la mía, ha habido programas que funcionan y otros que no y así he aprendido a relativizar el éxito y también el fracaso.
—¿Así gestionas entonces el éxito y el fracaso?
—No sé de quién es la frase, pero estoy de acuerdo: «Ni triunfamos tanto como nos dicen ni fracasamos tanto como nos comentan». Con los años he aprendido que hay que relativizar todo, darle la justa importancia a los halagos, no castigarte demasiado con las críticas y, mira, mañana será otro día.
—¿Pensabas que llegarías hasta dónde estás hoy a nivel profesional?
— No, nunca. Jamás pensé que mi vida iba a ser como lo es hoy. Soy muy nómada de la vida y voy sobreviviendo y si lo hago bien, pues mucho mejor. Aprovechando, por supuesto, lo que me va surgiendo. Mi parte inconsciente ha hecho también que me lanzara a hacer determinados proyectos. Aunque soy muy cabal, muy cerebral, muy de ciencia, esa inconsciencia me ha hecho que me lanzara a probar cosas nuevas y aquí estoy.
—¿Te gusta echar la vista atrás, anclarte al presente o enfocas tu vida en el futuro?
—Soy muy nostálgica, me gusta regodearme en el pasado. Pero tengo otra parte de mí, mi optimista enfermiza, en la que me encanta mirar hacia adelante. Siempre pienso que lo mejor está por venir. Y mi frase favorita que me gusta recordar de vez en cuando es: «Nunca pasa nada».
—No puedo dejar de preguntarte por tu faceta de «influencer», porque cada vez que cuelgas una foto en las redes se analiza al milímetro tu estilismo, tu pose y tu encuadre. ¿Lo vives como un juego?
—Como muchas cosas que me han sucedido en la vida, surgen sin pretenderlo. El mayor error es la pretensión. Esto que ha sucedido con mis fotos en las redes ha surgido de forma espontánea y sin ninguna pretensión y hoy se ha convertido en un reclamo, que yo fomento. Es algo que me gusta, y me divierte el pensar: «Y hoy, ¿qué me pongo?». Y después compartirlo.
—¿Cómo cargas las pilas?
—Pues desde el año pasado, como trabajo desde miércoles por la tarde hasta el domingo por la noche, decidí reservarme los lunes para mí, apago el móvil y además como norma, no salgo de casa. Me encanta estar en casa y perder el tiempo sin remordimiento. Disfruto mucho en mi rinconcito de la cocina, con la tele de fondo, leyendo el periódico, tomándome un café sin prisas, mirando las noticias.
—¿Una manía?
—Cuando comienzo un nuevo proyecto me gusta relacionarlo con un aroma. Entonces, busco un perfume que se asocie a ese nuevo trabajo y así mi baño está repleto de perfumes. No sé si es buena señal. Si hubiese hecho menos programas, habría tenido menos fracasos, pero esto es lo que hay. El olor de La Roca tiene que ver con una colonia ya descatalogada de Cartier. Recuerdo que la usé en una etapa pasada de mi vida y, como me traía muy buenas sensaciones, la he recuperado.
—¿Algo que te encanta?
—Irme de comida y salir a cenar. Me encanta que me llame Juan y me diga: «¿Comemos juntos?» Y eso lo hacemos muy a menudo. Y soy una loca del queso y del vino, me chifla. Soy de buen comer y por eso tengo que cuidarme.
—¿Algo que no te guste?
—Juan dice que soy una disfrutona de la vida, porque hay pocas cosas que no me gusten. Te diría que soy un poco asocial. Eso puede chocar con mi imagen. Tiene que ver con que necesito pocas cosas para estar a gusto. Con estar en casa, con los chicos, yo estoy feliz.
—¿Y cómo eres como mamá?
—Me encanta estar con ellos, todos juntos. Pero procuro educarlos con mucha independencia y libertad. Que tengan sus gustos, sus opiniones, que reflexionen. Y siempre les empujo a que vuelen, que viajen, que salgan de acampada, que vivan.
—¿Tu próxima ilusión?
—Regresar a Nueva York con Juan. Es algo que hacemos todos los veranos y, como este no lo hemos podido hacer, nos apetece hacernos una escapada.