Lúa Baños, experta en gestión emocional: «Si la gente hiciese de su trabajo un medio y no un fin, ganaría en calidad de vida»
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«Un ambiente laboral sano fomenta cualquier tipo de comunicación y puede mejorar los resultados de una empresa», responde esta experta de Vigo a la pregunta de cómo de importante es que se promueva un espacio saludable para todos los trabajadores
31 oct 2025 . Actualizado a las 08:43 h.Las bajas laborales en España son cada vez más comunes. Según datos de la Seguridad Social, el año pasado en nuestro país se registraron más de nueve millones al año, lo que supone un aumento del 88% en tan solo ocho años. Varios expertos atribuyen este incremento a un empeoramiento de las condiciones laborales, lo que ha provocado un estado mental más frágil por parte de los trabajadores. La psicóloga Lúa Castro, que tiene clínica en Vigo, conoce de cerca la realidad de mucha gente que está padeciendo una relación tóxica con su empleo.
—¿Ha crecido en los últimos años el número de pacientes que acuden a tu clínica por problemas en el trabajo?
—Ha crecido en general el número de personas que acuden a terapia. Yo entiendo que también es por una visión de naturalizar lo que es la salud mental. Por lo que yo he visto, esta es una de las grandes causas de la incapacidad laboral temporal en España, tanto eso como el estrés, la ansiedad o la depresión. Para tratar esto en psicoterapia, debemos conocer las creencias, patrones de pensamiento y la historia de cada persona. También se deben tener en cuenta los factores organizacionales y culturales, que tienen que ver con el tecnoestrés, esa sobrecarga de información y de trabajo en general.
—¿Existe aún un gran porcentaje de la población que debería ir a terapia por estas razones y no va?
—Sí, no sabría en qué porcentaje, pero yo creo que si casi todo el mundo explorase el trabajo qué hace, cómo se dispone a este e hiciese que fuese un medio en vez de un fin, seguramente ganaría en calidad de vida.
—¿Qué perfil de persona suele ser propensa a tener problemas laborales que influyen en su bienestar? —Es fundamental conocer la historia de la persona para saber si se trata de algo esporádico o de un hecho que se repite. Cuando observamos que esto no deja de repetirse y se convierte en un patrón, quizás estemos detrás de un perfil que no viene definido como tal, pero que puede compartir un estilo atribucional negativo, creencias limitantes, una parte exigente o poco comprometida muy presente, dificultades para establecer relaciones sanas, dificultades para comunicarse de forma asertiva, dificultades para regularse o expresar las emociones de forma adecuada…
—¿Cómo de importante es un buen ambiente laboral?
—Pues un entorno de trabajo saludable, por decirlo así, fomenta cualquier tipo de comunicación. No solo beneficiaría al bienestar del empleado, también a los resultados de la empresa. Para que ocurra esto, van a influir mucho no solo el ambiente y la cultura del sitio, también los propios rasgos de personalidad de cada empleado, sus actitudes, las creencias que tenga y las emociones que deriven de cada situación a la que se enfrentan.
—¿De qué conflictos o presiones se suele quejar la gente?
—Una cosa es la queja y otra la realidad, pero a veces es más un problema social que un tema de salud mental: contratos precarios, falta de conciliación, falta de compañerismo, liderazgos hostiles... Ciñéndonos a la parte psicológica, sería fundamental explorar si cuando el paciente refiere una carga excesiva de trabajo podría traducirse en falta de control o dificultad para poner límites; si esa exigencia desmesurada podría ser una excesiva exigencia personal; si la dificultad para conciliar puede venir de la incapacidad para delegar o pedir ayuda; la falta de compañerismo con pobres habilidades sociales o un desequilibrio entre vida laboral y personal puede atribuirse al trabajo cuando muchas veces somos responsables, consciente o inconscientemente de lo que nos sucede.
—¿Qué medidas podrían tomar las empresas para inculcar una cultura laboral más sana?
—Pues hay escalas específicas. A ver, yo creo que es muy importante escuchar a los empleados, que al organizar a grupos de trabajo, las personas que forman parte no sientan que solamente están haciendo una tarea, sino que siguen siendo personas. Hacerles ver que tienen un espacio donde poder comunicarse, sentir cierto apoyo y demás. Pero hay escalas específicas. Hay una escala que se utiliza bastante, que tiene que ver con algo que se llama índice de riesgo psicosocial, que evalúa las condiciones de trabajo que pueden afectar, narrativa y positivamente, a la salud física y mental de los trabajadores. Entre ellas, por ejemplo, el estrés laboral.
—Si un empleado está bajo presión durante toda la semana, ¿cuando llega el fin de semana puede descansar bien o va a sufrir una especie de bajón?
—En psicología no se puede hablar de absolutos, pero lo más habitual es que si tú has estado expuesto a una tensión física o emocional, incluso a una creencia, eso te va a llevar un tiempo de recuperación y de volver a lo que es tu línea base. Ese estado anímico que tú conoces y en el que te sientes más o menos bien o a gusto.
—¿Qué claves ofreces a los pacientes para sobrellevar una situación así?
— El reclamo de casi todo el mundo es paliar los síntomas. Generalmente, me parece que, aunque los síntomas sean desagradables, se debe trabajar sobre ellos. Identificar los patrones de pensamiento y explorar un poco cómo afecta esto a mi descanso, a mi actividad, a mi dieta... Este trabajo principal debería hacerse basado un poco en el sistema de creencias, las atribuciones que dan las personas a aquello que les ocurre, es decir, un trabajo profundo e individualizado.
—¿Cómo puede un trabajador saber cómo de grave es lo que le pasa?
—Aquí nos avala un libro llamado DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), pero principalmente se basa un poco en criterios que tienen que ver con la duración. Hay unos tiempos estimados, para los que no es algo puntual, sino un patrón. Normalmente, cuando es simplemente una tristeza hay una causa detrás, la depresión no siempre tiene una causa directa, es una sensación, algo más genérico. También varía la intensidad, no es lo mismo estar un poquito triste que tener una depresión. Otros síntomas adicionales que podemos observar son cambios de peso, apatía, fatiga, y el impacto en otras áreas de la vida diaria del paciente, cómo afecta a sus relaciones personales, a su trabajo, a la visión que tiene de sí mismo. Para esto es fundamental, evidentemente, la evaluación de profesionales.
—¿Cuándo recomiendas a un paciente coger una baja laboral para poder recuperar cierto equilibrio?
—Intento no recomendarlo nunca, o lo menos posible. Podría recomendarlo, si supone un riesgo para la integridad de la persona, tanto física como emocional, si hay un bloqueo total o una incapacidad fatal para llevar a cabo una vida normal. Pero a mí me parece muy interesante tomar parte activa en cada situación, entonces, evitar algo no solucionará nada. Aunque, a veces, recuperar el equilibrio pasa por tomar una distancia: desescalar, aprender a delegar, generar tiempo para ganar recursos, todo eso está muy bien, pero siempre de la mano de un trabajo psicoterapéutico activo.
—¿Por qué se percibe como un signo de debilidad tomarse un respiro a nivel laboral por salud mental?
—Yo creo que influye la parte cultural. Venimos de unos padres que pertenecen a la generación boomer y que tuvieron que darlo todo. Para ellos, enfrentarse es lo que está mejor visto.
—¿Cómo se debe gestionar la vuelta al trabajo para no recaer?
—La reincorporación debería ser gradual. Con ayuda de un profesional a ser posible, pero si no, a nivel individual, se debe hacer un plan flexible con ciertas expectativas y objetivos realistas, que se puedan ir revisando y analizando. Esa incorporación gradual es lo ideal, pero no todas las situaciones en la vida se nos presentan de esta forma. Sería muy interesante también tener muy a mano el trabajo hecho desde la psicoeducación y establecer un plan de reincorporación al trabajo y tener una rutina y estilo de vida saludables. Aprender a tomar decisiones en base a lo que le conviene a uno mismo y no tanto sobre lo que hay que hacer según las creencias populares. También se debe prestar atención al bienestar físico y a lo que se conoce como las tres des: el descanso, el deporte y la dieta.