Domingo, 20 de Febrero 2022
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Movimiento cultural, rama filosófica, propuesta biológica, tendencia tecnológica... El transhumanismo no tiene una definición clara, pero sí un objetivo: transformar la condición humana mediante el desarrollo e implementación de las más avanzadas tecnologías disponibles y lograr así ampliar las capacidades físicas y mentales del ser humano. Tampoco está claro quién usó por primera vez el término. Unos lo atribuyen al biólogo Julian Huxley en 1957. Otros, al filósofo y futurólogo Fereidoun Esfandiary, conocido como FM-2030, en esas mismas fechas. Pero quién definió e impulsó esta corriente fue el filósofo Max More en los años 80, al defender que no hay límites a la transformación tecnológica para el perfeccionamiento de las personas.
Desde entonces, el movimiento transhumanista ha evolucionado y se ha diversificado, dando lugar a diferentes corrientes. More tiene su propia 'escuela', una variante llamada 'extropianismo', que promueve la 'prolongación' del ser humano. Luego llegó la Singularidad, de Ray Kurzweill, que va un paso más allá y aspira a la inmortalidad... Pero cuando se habla de transhumanos, tienden a mezclarse cuatro conceptos. Te lo explicamos.
Son seres híbridos entre hombre y máquina. El concepto se desarrolló en la ciencia ficción de los años sesenta, y aunque se ha asentado en la sociedad en las últimas décadas, es ya un concepto 'antiguo'. Los avances en genética, robótica, nanotecnología, inteligencia artificial... hacen que la integración de los humanos con la tecnología no solo den como resultado 'Terminators'.El director de cine canadiense Rob Spence ha hecho real la imagen del cíborg de Terminator. Se ha injertado una cámara de vídeo en el ojo. No, no se ha sacado el suyo. Ya tenía uno de cristal, desde que, con nueve años, sufrió un accidente con una escopeta. El cineasta, que no puede ver a través de esa cámara pero sí grabar, ya rodó con ella Deus Ex: human evolution, un documental sobre prótesis tecnológicas. Ahora está probando un ojo-cámara impreso en 3D, para que sea accesible a cualquiera que quiera emular a Arnold Schwarzenegger.
El transhumanismo es el concepto que se ha impuesto en los últimos años para todos aquellos que proponen el uso de herramientas tecnológicas con el fin de modificar el organismo y mejorar sus niveles de inteligencia y bienestar. Pero no implica necesariamente que quienes defienden esto se lo 'apliquen' a sí mismos, insertando tecnología en su cuerpo.Por ejemplo, la realidad virtual ya se utiliza para tratar fobias y otros trastornos. La psicóloga londinense Caroline Falconer diseñó una experiencia inmersiva pionera (en la foto) para aumentar la autoestima en personas muy autocríticas y abrió la puerta al tratamiento de la depresión.Los límites de las modificaciones corporales para hablar de transhumanismo no están claramente definidos. Pero hay dos grandes corrientes en el transhumanismo que coexisten y, con frecuencia, se enfrentan: biohackers y grinders.
Son hackers ‘éticos’ que se dedican a hacer ‘biología de garaje’, poniendo sus conocimientos al servicio de la colectividad. Hacen ciencia ciudadana. Son unos manitas que publican tutoriales, se adhieren a códigos de buenas prácticas (aunque son diferentes en Europa y en Estados Unidos) y hace poco le marcaron un gol a las tres grandes farmacéuticas que controlan el mercado de la insulina compartiendo un método para fabricarla que abarata su coste en un 98 por ciento, lo que puede cambiarle la vida a millones de diabéticos.El dispositivo creado por el neurocientífico ucraniano Andrew Vladimirov y al que está conectado altera su estado de ánimo mediante campos magnéticos y descargas eléctricas. Con ello, dice, logra mucha mayor concentración y mejora el rendimiento intelectual. Este investigador dejó la universidad porque no recibía financiación para sus experimentos. Decidió ser su propia cobaya. Es también un biohacker activo en plataformas para 'mejorar' a la humanidad y uno de los fundadores del Partido Transhumanista británico.
Son como los ‘machacas’ del transhumanismo: los que trabajan a destajo, aunque no se reconozca su labor. Influenciados por el movimiento punk, van por libre. Se implantan todo tipo de dispositivos y gadgets... Se someten a pequeñas cirugías sin supervisión médica, sin importarle los riesgos. Su objetivo es acelerar la evolución hacia una nueva especie 'posthumana' hiperlongeva y dotada de ‘superpoderes’. Todo vale. Por ejemplo, en las competiciones deportivas del futuro se podrá participar con cualquier prótesis para ganar fuerza o velocidad, no habrá control antidóping y ni siquiera habrá separación por sexos. El último objetivo de su hoja de ruta es que la muerte solo sea opcional o accidental.El artista tecnológico australiano Stelarc se implantó una oreja extra en el antebrazo, como parte de su lema: «el cuerpo humano se ha quedado obsoleto». Está hecha de células de cartílago cultivadas en laboratorio. Pensaba colocársela en la cara, pero los cirujanos se lo desaconsejaron. La oreja lleva un micrófono conectado a Internet para que cualquiera pueda escuchar lo que 'oye'.
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Stephanie Wilson
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