Una carta al cielo de Mercedes para Bea: «Foi un regalo da vida encontrarme con ela»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Uno de los toques especiales de la obra es la propia portada, que es una foto de la finada.
Uno de los toques especiales de la obra es la propia portada, que es una foto de la finada. NELL

La autora ha publicado el libro «Pedazos de emoción» para homenajear a una amiga fallecida

11 ene 2024 . Actualizado a las 21:03 h.

El duelo es uno de los sentimientos humanos más complejos que existen. El dolor, la tristeza y la dulzura de los buenos recuerdos se mezclan en un torbellino de emociones en el que sale perdiendo siempre el corazón. Hay personas cuya ausencia llena edificios e incluso ciudades enteras, voces cuyo silencio supone la pérdida de una pieza crucial en las vidas de sus familiares y amigos, como un candil que se apaga en el momento en el que uno más lo necesita.

Uno de esos vacíos que atraviesan el tiempo y el espacio fue el que dejó la temprana partida de Bea Fernández de Sanmamed en los espíritus de quienes la querían. Uno de los miembros de ese selecto círculo es Mercedes Barreiro (A Pobra, 1962), que para dar una salida sana a su enorme tristeza decidió plasmarla en un poemario al que, antes del indeseado fallecimiento, ambas amigas dieron en llamar Pedazos de emoción. En él, la barbanzana desnuda el mar de dolor que supuso la marcha de la ribeirense, que como ella misma dice: «Xa non está fisicamente aquí».

Su homenaje tiene forma de libro, mas podría compararse con un fino paño de seda blanca en el que la artista dejó caer sus lágrimas en forma de bellos versos que, sin que nadie los llamase, pedían brotar de su cuerpo. «Xurdiron de min coma unha fonte, coma un xeito de expresar de maneira resumida unha serie de emocións concretas».

Durante la conversación, no puede evitar emocionarse y hablar, más que de su obra, de lo maravillosa que era «a miña amiga da alma». Fernández era una mujer terrenal, pero Barreiro la describe con tanto cariño que semeja hablar de un ángel, de un ser venido de otro planeta cuyo único lenguaje era el amor por los demás: «Foi un regalo da vida encontrarme con ela».

No es de extrañar que fuesen uña y carne, pues estas dos amigas compartieron más de 30 años de cafés y tardes de confidencias tanto dentro como fuera de las dependencias de la Unidade de Asistencia de Drogodependencias en Ribeira. Fernández era la psicóloga del centro y Barreiro trabaja en el laboratorio suministrando medicación a los usuarios y haciéndoles exámenes de orina: «Todos empezamos alí máis ou menos ao mesmo tempo. Nótase moito a súa ausencia, todos os compañeiros a adoraban, sen excepción».

Un último gracias

Ese sentimiento de profunda amistad de la autora por su queridísima compañera de vida se ve reflejado nada más uno abre el libro, pues las primeras páginas no son otra cosa que una oda a un alma que tuvo que irse antes de tiempo, aunque son, sobre todo, un último gracias. «Saíame do corazón facelo», apunta. Entre los versos que le dedica llaman la atención aquellos en los que admite estar a sus pies y también que «después de ti no hay nada». Las palabras fluyen con suavidad de la boca de la autora cuando recita los poemas que hizo pensando en su amiga, con la que también compartía una gran vocación social. Por eso la empatía por los problemas ajenos también tienen sitio en el poemario. Temas tan duros como la violencia machista, la homofobia o el racismo atraviesan cual barras de hierro los versos de la barbanzana, que no puede evitar tocar este tipo de cuestiones: «Sempre foron cousas que puideron comigo. Ese tipo de feitos revólvenme por dentro e eu vomito o que sinto sobre o papel».

Piensa que su creación no es más que la suma de un montón de sentimientos que necesitaban salir de ella en forma de algo creativo, igual que de las cenizas de un incendio brotan pequeñas flores la primavera siguiente al desastre. Han pasado dos años desde que partió su amiga del alma, pero Barreiro tiene claro que nunca se olvidará de la vida que compartió con ella.