La mujer y la niña en la ciencia de A Coruña: Ellas siguen yendo a más

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Rosario López Rico, Beatriz Caramés Pérez, Elena Miranda Fernández y Silvia María Díaz Prado, en el Inibic (Instituto de Investigación Biomédica A Coruña) del Chuac
Rosario López Rico, Beatriz Caramés Pérez, Elena Miranda Fernández y Silvia María Díaz Prado, en el Inibic (Instituto de Investigación Biomédica A Coruña) del Chuac J.P.

El mundo biosanitario es ya mayoritariamente femenino, aunque la escalada avanza a menor ritmo en las ingenierías más técnicas

10 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En vísperas del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, los datos siguen hablando de progresos de matrícula de honor, pero también de asignaturas pendientes. En A Coruña, la rama biosanitaria es ya un campo conquistado —los datos lo corroboran—, pero en otros terrenos, básicamente las ingenierías más técnicas, todavía se resienten de una menor presencia de la mujer. 

Cuatro profesionales reflexionan acerca de los avances logrados y los todavía por alcanzar. Las cuatro mantienen vínculos, por diferentes razones, con uno de los centros científicos de la ciudad, el Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña, el Inibic del Chuac, en el que no solo el 55,3 % de la plantilla (287 de sus 519 trabajadores) es femenina, sino que también lo es la dirección, que ostenta Mar Castellanos, y la gerencia de su órgano de gestión, la Fundación Profesor Novoa Santos, que dirige Patricia Rey. 

La profesora de la UDC Silvia María Díaz Prado, doctora en Biología, catedrática de Anatomía y Embriología Humana y responsable del grupo de investigación en Terapia Celular y Medicina Regenerativa, recuerda que cuando ella estudió la carrera, las aulas estaban repartidas casi al 50 %, pero al finalizar «muchos fuimos entrando en laboratorios para continuar estudios de doctorado y ahí ya éramos más chicas que chicos». Esa tendencia en la ampliación de estudios se confirmó cuando, ya doctorada, le tocó dirigir tesis doctorales: «Todas eran mujeres, salvo uno, que la defendió hace ya dos años; sí es cierto que en la actualidad ya estoy dirigiendo algunas de chicos, pero aún no se han doctorado», explica. «En investigación predomina más la mujer, lo vemos en el Inibic, hay hombres, pero entiendo que ellas tienen más interés en continuar sus estudios que ellos y sobre todo en las ciencias biomédicas», valora. Por lo que ve también en las aulas de la UDC, considera que «el relevo está garantizado, las alumnas muestran mucho interés».

 Antes incluso de llegar a la universidad, también confirma, con excepciones, el tirón femenino en el instituto Elena Miranda Fernández. Es ingeniera agrónoma, especializada en medio ambiente, y en la actualidad profesora de tecnología, digitalización e ingeniería en el Eusebio da Guarda. Acostumbra a aproximar a sus alumnos al mundo laboral con múltiples salidas, entre ellas al Inibic, pero también al Citic o a la escuela de Caminos de la UDC, con el ánimo de despertar o consolidar vocaciones. «Los chicos se van más a la tecnología y ellas más a la ciencia», constata. Ella misma cursó inicialmente ingeniería técnica agrícola en la rama de maquinaria y construcción. «Seríamos, como mucho, un 30 % de chicas». Después empezó a dar clases y sacó la ingeniería superior en medio ambiente, donde «ya éramos más».  Ahora, ya como docente, ve que en la optativa de tecnología e ingeniería que imparte a alumnado de bachillerato «el 75 % son niños». «Hay excepciones, como la ingeniería química, que son más chicas, pero las niñas van más para ciencias sanitarias».  ¿A qué puede deberse? «No lo sé, porque en los institutos tienen ejemplos, las mujeres que nos dedicamos a ciencias y tecnología ya somos la mitad, tienen referentes femeninos en campos técnicos… Si se les pregunta, dicen que es una cuestión de elección de ellas mismas, y que eligen libremente, para nada tienen ningún inconveniente o dificultad, ellas manejan las herramientas y los conocimientos exactamente igual que ellos… No encuentro la razón, pero el motivo no viene desde dentro de los institutos, y los datos en ramas de ingeniería como la informática son aplastantes», apunta ante un escenario que, según su percepción, «creo que se irá revirtiendo porque poco a poco va aumentando la presencia femenina, aunque algunas ingenierías todavía se resisten».

También Beatriz Caramés Pérez, licenciada en Farmacia, doctorada por el departamento de Medicina de la UDC e investigadora Miguel Servet del Inibic del grupo de Reumatología, ve una tendencia consolidada de mujeres en las ramas de la salud, progresión que «va más lenta en ingenierías, aunque no en las biomédicas». En su disciplina, el cambio ha sido un salto. Y lo explica: «Acabé farmacia en 1998, una carrera que a priori se considera de mujeres, pero cuando yo estudiaba no era así, había muchos chicos, diría que  50-50, ahora el 70 % son chicas». «Las cosas han cambiado mucho», recalca, y cree que en ello ha influido el peso que ha ido adquiriendo su especialidad en otros ámbitos más allá de los clásicos, básicamente la investigación. «No es que haya mucho farmacéutico investigando, pero ha ido más aumentando y la mayoría son chicas, como en todas las carreras biosanitarias», dice. En su caso se enfoca al desarrollo de nuevos fármacos en un grupo en que «somos tres chicas y solo un chico». Otro cantar es cuando se habla de jefaturas: «Eso todavía va más lento, hay de todo y está cambiando, pero sí es verdad que los puestos de responsabilidad siguen en muchos casos siendo de hombres». Prueba de ese avance, aunque lento, hacia la igualdad son las directoras de su centro y la fundación que la ampara e incluso ella misma,que lidera una unidad de investigación, aunque sea dentro de un grupo dirigido por un varón.

Para la alergóloga Rosario López Rico, que además es la jefa de estudios de formación sanitaria especializada hospitalaria, presidenta de la comisión de docencia, responsable de la formación de unos 400 residentes al año en el Chuac, y también de la formación de los alumnos de 5º y 6º Medicina (un centenar) «el cambio ha sido brutal, los datos son contundentes», dice sobre la evolución de la presencia femenina. Cuando se iniciaba la formación de residentes, en 1981, en el Chuac se incorporaron 49 residentes y solo 15, el 30 %, eran mujeres. «Este 2024 tenemos en formación 420 residentes de todas las categorías (médicos, enfermeras, farmacéuticos y psicólogos) en especialidades hospitalarias y de primaria, 126 son hombres y 294 mujeres, es decir, el 70 %».  Añade, además, que esta incorporación se percibe «de forma rotunda» en especialidades tradicionalmente masculinizadas, caso de Urología, Neurocirugía o Traumatología. 

Algo semejante sucede con los que cursan los últimos años de la carrera de Medicina en el Chuac. «Este año tenemos 240 estudiantes de dos promociones, y lo mismo, las chicas se acercan al 80 %». «No paramos, el cromosoma X sigue ahí y vamos a más. Sí que es verdad que la incorporación femenina al mundo laboral costó al principio, pero no cabe duda de que la implicación de la mujer es incuestionable e imparable», concluye.