Alejandra Hernández, historiadora: «Muchos hombres van al baño como los antiguos romanos»

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Ale Hernández es historiadora y autora de la exitosa cuenta #tcuentounahistoria
Ale Hernández es historiadora y autora de la exitosa cuenta #tcuentounahistoria

Anécdotas las hay, más que para todos los gustos, de todos los olores en «Esta historia apesta», salseo histórico para mearse de risa

02 sep 2023 . Actualizado a las 11:17 h.

¿Somos tan limpios como pensamos, más limpios que los egipcios?, ¿qué costumbres apestosas distinguen el Siglo de Oro?, ¿quién fue el rey o la reina más sucio de la historia de Europa? ¿A qué mezclita hedionda debe su nombre el verde isabelino? La historiadora y profe influencer Alejandra Hernández nos invita a abrir oídos y taparnos la nariz para asomarnos al anecdotario de Esta historia apesta.

­—Tu padre fue el primer responsable, el que te contagió la pasión por esas anécdotas que suelen barrerse bajo la alfombra de la historia. ¿Cómo lo hizo?

—Es importante que haya alguien que te explique esas pequeñas cosas que no te cuentan en el aula. Mi padre es un ávido lector que me ha empapado de esas curiosidades. Hemos viajado mucho, y él, que leía mucha novela histórica, me iba contando cosas, distinguiendo aquello en lo que había rigor de lo que no. A mí la historia de clase me parecía densa y al llegar a la selectividad pensé: «Esto hay que pararlo ya». Hay que meter algún chascarrillo, que, si no, los chicos se desesperan. Ahí empezamos a pillarle el gusto no solo a impartir historia, sino a curiosear en todo lo que hay detrás.

­—¿En cuestión de guarradas y falta de higiene, cualquier tiempo pasado fue peor?

—Depende. Depende de con qué ojos lo miremos y de qué tiempo pasado sea ese... Hay civilizaciones que han sido más limpias que nosotros que actualmente nos podrían parecer desagradables por el olor, como los antiguos egipcios.

­—Con ellos empieza el libro...

—Los egipcios prestaron una atención —yo creo que obsesiva— al tema de la higiene y el olor corporal. Se pasaron. Ahora sería desagradable ir al lado de un antiguo egipcio. Sería muy fuerte para nosotros, porque no estamos acostumbrados a ese olor a mirra, tan denso.

­—Dices de Cleopatra que era una auténtica «influencer». ¿Es cierto que se ordeñaban 700 burras al día para que se diera esos baños de la leche?

—No sabemos si fueron 700 al día, pero sí es cierto que Cleopatra tuvo una gran cantidad de burras a su disposición para poder llevar a cabo a diario ese baño en leche de burra. No fue la única. Hubo muchos personajes femeninos en la historia que han seguido esa tradición; la última, Mariah Carey; hace unos años se dijo que se bañaba en leche, no sabemos de qué tipo. Pero se bañaba en leche para mantener la juventud de la piel. Así que es una tradición que inició Cleopatra, pero que se ha mantenido a lo largo de los siglos.

­—Igual, por lo que se lee en tu libro, ¿les debemos a los romanos cierta «política de mierda»?

—Los romanos tenían conversaciones en las letrinas y muchas veces cerraban negocios en ellas... Y yo siempre digo que los hombres aún van a veces de esa manera en los baños públicos. A hacer pis, quizá no caca (que es más delicada...), pero hablan sin pudor mientras hacen sus necesidades. Sigue siendo así.

­—En cuestión de higiene, ¿todo depende de la mirada y de la cultura?

—Sí. De la Edad Media tenemos una visión muy negativa en cuestión de higiene y olores, pero la Edad Media son mil años. Esa primera Edad Media bebió mucho de la influencia romana y árabe, civilizaciones que prestaron atención a la higiene y los baños. No podemos ver toda la Edad Media como una época apestosa. En el siglo XII o XIII la cosa se tuerce, y el Siglo de Oro español tenemos un verdadero problemón de higiene.

—¿La higiene no es cuestión de estatus y poder adquisitivo?

—No siempre. Los piojos afectaron a todos en otros momentos de la historia a lo largo de toda su vida. En otras épocas, pulgas y piojos estaban siempre a la orden del día, daba igual la clase social.

—Piojos por la justicia social... ¿Cierto que Luis XIII no se bañó en su vida?

—Eso dicen las malas lenguas, que Luis XIII solo se mojaba las puntitas de los dedos de las manos.

—¿Soberano español especialmente alérgico a la esponja?

—Felipe V. Tengo predilección por el primero de los Borbones. Fue víctima de sus dolencias mentales, y no consentía bañarse, no se cambiaba de ropa, caminaba desnudo por los jardines de palacio...

—¿La época más cochina de la historia?

—El Siglo de Oro español. Intento imaginarme cómo sería asistir a un corral de comedia... En aquella época, les dio por cosas como usar la orina como higiene bucal.

—¿Para resacas de «merde», Versalles?

—Literal. Pero hay que contextualizarlo en las fiestas en Versalles, pasar de tener 2.000 habitantes a 20.000. Las fiestas en Versalles eran largas (15 horas) y la llamada de la naturaleza llegaba en algún momento... Si no se llegaba al jardín o la letrina, se hacían las necesidades allí donde se pudiera. Nos consta por cartas de invitados a esas fiestas en Versalles, y por personajes importantes como Voltaire, que durmió varias noches en Versalles y decía que el olor a caca traspasaba las paredes de su habitación. Nos pintan las fiestas de Versalles de lujo y ostentación, pero los bajos de los vestidos de esas mujeres no quiero ni imaginar cómo estaban...

—Algunas que somos fans irredentas de «Los Bridgerton» no acabamos de entender que es delirio fantástico que tuvieran esos «looks», sencillamente que tuvieran... ¡todos los dientes!

—Nada que ver. Yo siempre que veo una serie histórica y veo que llevan todos los dientes, digo: «Mal». Es verdad que en el siglo XIX, en la época en que se ambientan Los Bridgerton, y más en Inglaterra, empieza el movimiento higienista. A nivel de apariencia, sobre todo clases altas, se puede acercar a lo que fue, pero el tema de los dientes lo llevo fatal.

—¿Qué pasa con el verde isabelino, volverá el color de viejas temporadas?

—Es un verde que varias Isabeles pusieron de moda por cuestiones no demasiado higiénicas. Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, Isabel I de Inglaterra o nuestra Isabel II de España lo llevaron: es un color que aparece en la ropa blanca que llevaban estas damas de la alta sociedad, que con el paso del día, el sudor, el polvo que levantaban al montar a caballo... esas camisas iban cogiendo un tonillo verdoso, grisáceo y marrón. Verde roña. Lo que llamamos, básicamente, roña.

—Es divertido saber a qué huele la historia. ¿Tus clases son de manual o tiras mucho de anecdotario?

—Tengo la suerte de trabajar en un centro donde no trabajamos con libros de texto. Todo el material lo preparamos nosotros. Siguiendo lo que establece la normativa educativa, intento salir de vez en cuando de la línea. Este salseo histórico sobre personajes de la realeza es algo que les gusta mucho y que luego recuerdan. Mucho más que la fecha de una guerra o las fases de la Segunda Guerra Mundial. Intento aquello más denso o más teórico, que hay que dar, adornarlo con este tipo de anécdotas. Lo de las letrinas romanas no lo olvidan. ¡En mis clases no faltan!