La pistola táser, el penúltimo recurso

Sara Pérez Peral
Sara Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El jefe de la Policía Local de Carballo, Pedro Cancela, sujetando la pistola eléctrica. Los dos puntos rojos se corresponden con los dardos que entran en contacto con el detenido.
El jefe de la Policía Local de Carballo, Pedro Cancela, sujetando la pistola eléctrica. Los dos puntos rojos se corresponden con los dardos que entran en contacto con el detenido. ANA GARCÍA

Las armas de descarga eléctrica aumentan la seguridad de los policías en sus intervenciones y también son menos lesivas para los detenidos

03 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En la vida real, más allá de las películas, los puñales no se esquivan con patadas voladoras. Lo sabe bien Pedro Cancela, el jefe de la Policía Local de Carballo, que alguna vez los vio de frente. En estos casos, las pistolas táser (o el penúltimo recurso antes de utilizar un arma de fuego) son claves para evitar que agente y detenido terminen heridos. Una descarga eléctrica de cinco segundos, sin efectos secundarios, es la ventaja que tienen.

Aunque todo el mundo las conoce como las táser, esa solo es la marca comercial de las pistolas eléctricas que recibieron los policías locales gallegos, pioneros en su uso. Para poder utilizarlas, cada agente debe realizar un curso formativo de 20 horas en el que, además, tiene que recibir un disparo. Saber cómo funciona y el daño que produce es fundamental a la hora de usarla, explica Pedro Cancela. En su comisaría, desde que les entregaron dos unidades en el año 2019, ya han disparado en ocho ocasiones. Todas ellas ante personas corpulentas y violentas con armas blancas que salieron ilesas. El protocolo solo indica que no deben utilizarse ni en mujeres embarazadas ni en menores.

Antes de disparar, deben repetir en tres ocasiones «táser». Lo que proyectan son dos dardos que emiten una descarga que paraliza los músculos y que alcanzan hasta unos siete metros de distancia. «Teñen que impactar os dous arpóns no corpo. Se non, non funcionan», afirma Cancela. En ese caso, los policías tendrían un segundo disparo más. La descarga dura cinco segundos tras apretar el gatillo, pero si no es posible reducir al detenido, puede repetirse el chispazo los segundos que sean necesarios. Luego, como indica el protocolo, los llevan al centro médico, «pero a curación para as dúas feridas que deixa son dúas tiritas». La otra opción, que sería usar la defensa extensible, causaría lesiones al detenido. «Se non houbese pistolas táser, sairiamos feridos os dous», asegura Pedro Cancela. Con ellas, se sienten más seguros. «E o uso da arma de fogo está moi limitado», dice.

Las pistolas táser tienen dos cargas, cada una cuesta unos ochenta euros.
Las pistolas táser tienen dos cargas, cada una cuesta unos ochenta euros. ANA GARCÍA

Las caídas, el mayor riesgo

Al recibir la descarga durante unos segundos, la musculatura se tensa y eso provoca que la persona se caiga. Por eso el mayor riesgo de las pistolas táser son las caídas. «A maioría das lesiones producense na caída, non pola descarga», afirma. Tampoco hay dolor. Lo más eficaz es que el disparo lo reciban por la espalda, para poder recepcionar el cuerpo con seguridad, escapando de escaleras o desniveles del terreno.

Un programa registra todos los disparos y los segundos que dura la descarga

No ha pasado mucho tiempo desde la última vez que Pedro Cancela, el jefe de la Policía Local de Carballo, utilizó la pistola táser. Fue en Nochebuena, tras dos horas de operativo, cuando un hombre comenzó a lanzar objetos a la calle, romper cristales y amenazar a los agentes con dos cuchillos grandes de cocina. En su caso, no cuentan con la cámara que graba todo lo que ocurre desde que se enciende el arma, pero sí con un software que registra todos los disparos y cuántos segundos dura la descarga.

La mayoría de las veces, las pistolas eléctricas cumplen su cometido. De hecho, los dos dardos no tienen por qué hacer contacto con la piel para transmitir la corriente, basta con que se claven en la ropa. Sin embargo, hay ocasiones en las que su efecto se minimiza. Esto fue lo que ocurrió el día de Navidad en A Coruña, cuando un policía nacional la utilizó para tratar de retener a un hombre corpulento que estaba fuera de sí, en un estado de máxima agresividad y que lo amenazaba con una barra de hierro. Había estado toda la mañana causando destrozos en varios coches. Al no conseguir reducirlo y al verse acorralado por el hombre, que se abalanzó sobre él, el agente utilizó su arma de fuego. Todo sucedió en cuestión de segundos. Sus compañeros defendieron que había sido «una defensa propia de libro».

Hace una semana, en Vigo, el arma se utilizó en el lado contrario. Dos personas fueron enviadas a prisión por disparar con una táser a un empresario para robarle la recaudación de varias de sus gasolineras. Uno de ellos abordó a la víctima por la espalda con una pistola eléctrica, con la intención de dejarlo indefenso con una descarga y hacerse con los 20.000 euros que el empresario llevaba para ingresar en el banco.