Femen, a pecho descubierto contra la prostitución, las desigualdades y la corrupción

Ana Moreiras REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

DENIS SINYAKOV / REUTERS

A pesar de las voces que las critican por utilizar sus cuerpos como arma de protesta, las activistas ucranianas mantienen el comando toples

02 abr 2012 . Actualizado a las 19:27 h.

Ya a nadie sorprenden las manifestaciones que todos los años podemos ver de miembros y simpatizantes de asociaciones como PETA o Anima Naturalis que desnudan sus cuerpos contra el uso de pieles de animales para confeccionar prendas de abrigo, contra la crueldad de los encierros, en las corridas de toros... Y es que el desnudo ha funcionado, funciona y lo seguirá haciendo como una poderosa herramienta para activistas de distinto signo en defensa de todo tipo de intereses.

El pasado mes de octubre, por ejemplo, la desnudez de la activista egipcia Aliaah al Mahdy puso en pie de guerra al sector más conservador de la sociedad de Egipto. La joven bloguera publicó en Internet varias imágenes en las que aparecía completamente desnuda como un «grito en contra de la sociedad de la violencia, el racismo, el sexismo, el acoso sexual y la hipocresía». Las fotografías, en las que aparecía únicamente con unos zapatos rojos y unas medias, corrieron como la pólvora por las redes sociales y encendieron el debate sobre la libertad de expresión en su país, amén de levantar ampollas entre los islamistas.

Pero quizás el caso más singular es el de Femen, un grupo de jóvenes activistas ucranianas que se han hecho mundialmente famosas por aparecer semidesnudas para protestar contra el turismo sexual, la legalización de la prostitución y la trata de mujeres en su país. Pero también combaten la corrupción, el sexismo o las desigualdades económicas y sociales. Su principal baza, el toples. Afirman que es la única vía que tienen para hacerse oír.

Mujeres estudiantes de entre 18 y 20 años son la columna vertebral de esta organización -nació en el año 2008 en Kiev- que en la actualidad cuenta ya con trescientas jóvenes unidas a la causa. Veinte de ellas son las que forman parte del famoso comando toples-protesta.

«Nuestra experiencia nos dice que solo cosas radicales pueden cambiar la situación»

El éxito que han alcanzado a nivel mediático -y más que alcanzarán con la celebración de la Eurocopa en Polonia y Ucrania- les ha llevado a movilizarse más allá de las fronteras su país y a extender sus objetivos y su programa de lucha. Mientras, en la Red circulan todo tipo de teorías acerca de su financiación, que sigue siendo una incógnita.

Han llevado sus acciones contra la violencia sexual machista y el tráfico de personas a otros países, como Bulgaria, e incluso han viajado hasta El Vaticano para pedir que se respeten los derechos de las mujeres en todo el mundo. «Queremos crear un nuevo estilo de vida para las mujeres, un estilo que suponga estar activa y desarrollarse. Vamos a enseñar a todas las mujeres a ser libres y a tener siempre todo lo que necesitan. Femen será un movimiento internacional», aseguraba en una entrevista Anna Hutsul, líder del grupo.

«Nuestra experiencia nos dice que solo cosas radicales pueden cambiar la situación». Así, en Moscú, protestaron frente a la sede de Gazprom para exigir a la compañía que ofreciese más barato el gas a Ucrania.

«Si se utiliza la sexualidad para vender coches y galletitas... ¿por qué no usarla para proyectos sociales y políticos?»

Una de sus últimas acciones conocidas ocurrió el pasado fin de semana en Rusia, cuando apenas quince minutos después de que Vladimir Putin ejerciera su derecho a voto en las elecciones presidenciales, tres activistas de la organización entraron en el colegio electoral y se desnudaron de cintura para arriba para protestar contra él. A gritos de «¡Putin fuera!» y «¡Putin, ladrón!», las jóvenes tuvieron tiempo de volcar la urna electrónica en la que depositó su papeleta el jefe de Gobierno antes de ser reducidas por el personal de seguridad y ser detenidas por alterar el orden público y ofrecer resistencia a la policía.

La organización ha recibido bastantes críticas, ya que no son pocas las voces que señalan que el hecho de utilizar sus cuerpos como argumento principal de sus protestas las desligitima. Pero Hutsul lo tiene muy claro: «Si se utiliza la sexualidad para vender coches y galletitas... ¿por qué no usarla para proyectos sociales y políticos?. A veces, una necesita mostrar sus pechos por razones ideológicas».