Lo de Banesco, ¿la guinda de los cinco años de gestión del aspirante a Kim Jong-un caribeño?

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

Cristian Hernandez | EFE

Venezuela ha vuelto al primer plano de la actualidad, especialmente en Galicia, no por las calamidades que padecen sus ciudadanos, sino por la intervención del primer banco privado del país, porque su propietario lo es también de la principal entidad bancaria de esta comunidad autónoma.

05 may 2018 . Actualizado a las 20:50 h.

Si a alguien la noticia no ha pillado por sorpresa fue al flamante banquero hispano venezolano, porque conoce tan bien la realidad actual de su país como el proceloso mundo de las finanzas internacionales en las que, como casi todos los grandes, empezó desde abajo, como botones. Por eso le faltó tiempo para subirse a su avión en Portugal, donde tiene su base, para atravesar el Atlántico.

 A las pocas horas aterrizó en Caracas, sin que le detuvieran a la salida del aeropuerto de Maiquetía, hipótesis que seguramente también contemplaba cuando decidió acudir al rescate de sus 11 directivos presos desde el pasado miércoles.

Juan Carlos Escotet veía venir el penúltimo exabrupto del madurismo en los cinco años que lleva funcionando como la más clara expresión de la política en manos de la delincuencia organizada. Como veterano hombre de negocios tuvo la precaución de hacer las cosas bien desde el primer momento.

Así, el grupo Banesco Internacional que él preside, arrancó en Venezuela pero tiene ramificaciones en otros países como Estados Unidos, Panamá y España. En Venezuela  es el primer banco privado, cuenta con ocho millones de clientes que suponen el 24 % de la cuota total de mercado y gestiona más del 40 % de los medios de pago del país, pero su capital no supone más que el 1 % del total del grupo.

El chavismo, que desde que se hizo con el poder en Venezuela intervino más de una docena de bancos, la mayoría de ellos en crisis y una buena parte de los mismos gestionados por amigos y ex amigos, afines a la causa  del difunto comandante, hace años que le tenía echado el ojo al banco de Escotet. Hubo sus tira y afloja, incluso llegó a retirarle las cuentas con las que pagan las nóminas de los funcionarios militares y de otras instituciones públicas, pero la sangre nunca llegó al río.

Los por qué

El madurismo desenterró el hacha de guerra a finales del año pasado utilizado como cancerbero a Diosdado Cabello que replicó a la oferta de Escotet sobre el 2,36 % de capital del banco en manos del Estado con una contraoferta de compra  -léase nacionalización o expropiación-, a la que Escotet replicó con lo de que «Banesco no está en venta».

En cualquier  Estado de Derecho, la cuestión hubiera quedado zanjada. No es el caso de la Republica Bolivariana que  se rige por las reglas de la robolución del Socialismo del siglo XXI, y el pasado miércoles Tareck William Saad, exdefensor del Pueblo, que ejerce como el sicario del régimen desde el puesto de Fiscal General de la República, ordenaba la detención de 11 ejecutivos de Banesco Venezuela, alegando unas supuestas irregularidades en el control de las transacciones bancarias de la entidad, que era intervenida al día siguiente. Según la versión oficial, el banco de Escotet «servía de plataforma de mafias que atentaban contra la moneda y contra la estabilidad económica del país». Según declaraba al día siguiente algún cliente a las puertas de una de sus sucursales, «gracias a Banesco desde hace un año podemos comer porque es el único que admite remesas de dinero en divisas enviadas por familiares nuestros del exterior».

Ya a principios del siglo XX, concretamente el 8 de enero de 1900, el nuevo tirano de Venezuela, General Cipriano Castro manda que los banqueros detenidos sean llevados esposados por las calles de Caracas por negarse a conceder préstamos al Gobierno.
Ya a principios del siglo XX, concretamente el 8 de enero de 1900, el nuevo tirano de Venezuela, General Cipriano Castro manda que los banqueros detenidos sean llevados esposados por las calles de Caracas por negarse a conceder préstamos al Gobierno.

El detonante real según algunos analistas, habría sido otro: los datos facilitados por Banesco Panamá a las autoridades americanas para bloquear cuentas en el exterior de altos funcionarios del régimen venezolano.

Otros ven esta medida como una huida hacia adelante más, de un  Gobierno asfixiado económica y financieramente que aplica a Banesco una fórmula similar a la que puso en práctica ya con la multinacional Chevron. Recientemente fueron detenidos dos ejecutivos de  la petrolera norteamericana, acusados de traición a la patria, con la finalidad clara de que Chevron aceptase el ingreso en la sociedad que mantiene con la estatal PDVSA en el campo PetroPiar, a un nuevo socio: la compañía rusa Rosneft, algo a lo que aquella se venía negando desde hace más de un año.

Por otra parte, en plena campaña electoral, medidas de este tipo, según algunos gurús del régimen, también puede servir para asegurarse el voto del chavismo más radical y su apoyo en el panorama que se avecina después del 20-M.

Tampoco es descartable que esta sea la guinda de los cinco años de desgobierno de un personaje que recientemente firmaba un supuesto artículo de opinión publicado, para estupor de más de uno, en un diario español de difusión internacional y que hace menos de un año se reconocía así mismo en una de sus habituales peroratas televisivas como «el Stalin del Caribe»  e incluso se comparaba con el ex dictador iraquí Sadam Hussein.

Si algún día llega a comparecer ante la Corte Penal Internacional, que ya le tiene abierta una investigación preliminar, tendrá que responder de las 210 víctimas mortales de las protestas populares que vivieron las calles de Caracas y otras ciudades del país entre abril y julio del año pasado. A esas,  hay que sumar las de la desnutrición, especialmente de la población infantil, agravada por su negativa a dejar entrar la ayuda humanitaria internacional, la inseguridad con saldo de víctimas de la violencia mayor que el de muchos países en guerra, la diáspora poblacional que ya supera los cuatro millones de personas y la destrucción sistemática de toda la economía productiva con una hiperinflación  galopante que deja al 62,2 % de la población en situación de pobreza extrema.

Con este currículo, si logra mantenerse en el poder, acabará autoproclamándose  el Kim Jong-un del Caribe. Tiempo al tiempo.