El cuento chino de Nicolás Maduro

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

HANDOUT | Reuters

El sonriente Xi Jinping, presidente de la República Popular China , ha sido estos días, una vez más,  el anfitrión de Nicolás Maduro, que llegó a mediados de la semana que acaba a la capital del imperio del sol naciente en busca de oxígeno financiero para seguir masacrando a los venezolanos.

16 sep 2018 . Actualizado a las 22:49 h.

El viajado Maduro Moros, desde que el supremo comandante le liberó de su oficio  de conductor de metrobús, pasa más horas volando que en Caracas, Él y Cilia Flores, la primera  combatiente le han cogido el gusto al flamante avión prudencial, un Llyushib IL96-300,  adquirido nada más acceder al cargo, por  49 millones de dólares en el que invirtieron 5,5 millones más  en acondicionarlo   con dos cocinas, suite nupcial, Spa, grifería chapada en oro  y 12 televisores. La ruta asiática el piloto se la sabe de memoria. Esta vez tenía prisa en llegar porque  necesita desesperadamente que los herederos de Mao le inyecten otra dosis de fondos frescos para sobrevivir un tiempo más.

No es la primera vez que recurre al gigante asiático. Venezuela mantiene con China una deuda de unos 25.000 millones de dólares, una deuda que no solo busca reestructurar porque le resulta impagable en la actual situación del país, sino que pretende  incrementar en otros 5.000 millones más.

Distintos analistas, entre ellos el prestigioso columnista Moisés Naim, uno de los mayores expertos en el tema venezolano, coinciden  en que sus anfitriones saben que están echando su dinero en un saco sin fondo. Son conscientes de que Maduro ni siquiera puede  ofrecer garantías de su propia continuidad, ya que cada día está más cuestionado, incluso desde sus propias filas, pero los chinos no quieren prescindir de los  330.000 barriles que reciben a diario con cargo a la deuda ya contraída, porque saben perfectamente que, si sigue cayendo la producción por falta de mantenimiento de la infraestructura petrolera, aunque quieran, ni siquiera podrán mantener esos compromisos  y toda la deuda se volverá incobrable. Así se entiende que una economía como la china donde si algo no falta es dinero, prefiera arriesgar un poco más para no perderlo todo.

Más petróleo y gas

En este contexto hay que ubicar los 28 acuerdos que Maduro dijo haber firmado el pasado viernes en el marco de la Comisión Mixta que mantienen Venezuela y China. Entre estos acuerdos destacan un memorándum para la cesión del 9,9 %  de las acciones de Venezuela de la empresa mixta petrolera Sinovensa en la que los chinos ya tenían el 40 %, para potenciar la producción de crudo en la franja del Orinoco. Suscribieron igualmente otro memorándum de entendimiento para el desarrollo de las empresas de hidrocarburos mixtas Petrourica, que participará en la perforación de 300 pozos en la División Ayacucho y Petrozumano, que recibirá un préstamo especial de 184 millones de dólares.

El paquete incluye también  acuerdos de cooperación entre la Corporación Nacional de Explotación de Gas de China (CNODC) y Petróleos de Venezuela (PDVSA) para explorar y explotar gas en el país caribeño y para la explotación del sector aurífero con la empresa china Yankuang Group.

Para sentarse a hablar de todo esto los diplomáticos chinos habían hecho saber a sus interlocutores venezolanos  que para reabrir el grifo financiero era condición indispensable un ajuste económico interno. Esa exigencia se tradujo en el brutal paquetazo  aplicado a la maltrecha economía venezolana el pasado mes de agosto.

Aunque ese ajuste según  los analistas, está condenado al fracaso, para Pekin fue suficiente porque no están dispuestos a perder el control que ya ostentan sobre el petróleo y, en buena medida, también sobre otros codiciados recursos mineros del país caribeño, como el oro y  metales de alto valor estratégico como el coltán y el uranio.

El cuento chino de Maduro, es otra de las herencias de su antecesor quien, allá por el año 2007, descubrió el filón chino. El  gigante asiático, sediento de petróleo, encontró en el feudo del que se creyó la reencarnación de Bolívar el escenario óptimo para expandir su eficiente política neocolonial ya ensayada con éxito en África: Petróleo a cambio de  dinero en efectivo, autobuses, telas para uniformes militares, teléfonos, satélites, semáforos, bombillos, neveras, postes de luz, carros chinos, armas, aviones y algunos bloques de viviendas. En total: 68.000 de dólares que se movieron a través del famoso  Fondo Chino-venezolano y otros apaños financieros -unos 10.000 millones de dólares más, según estiman algunas fuentes- manejados todos ellos con una opacidad total.

Todo marchaba sobre ruedas hasta la caída en picado de los precios del petróleo que, para mayor desgracia, coincidió con la llegada del valido del difunto comandante al  Palacio presidencial de Miraflores. Frente esta cruda realidad el gurú de Maduro, José Luis Rodríguez Zapatero, aún tiene la desfachatez de declarar que la culpa de los males de Venezuela la tienen las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos  y la Unión Europea a la cleptocracia bolivariana.