De Lugo a Ucrania para traer a 14 refugiados: «Fui para buscar a mi prima porque tiene un hijo enfermo»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA LUGO / LA VOZ

INTERNACIONAL

Alona, que vive en Becerreá, fue a buscar a su familia, pero pudo ayudar a 11 personas más. El alcalde de Agolada le ofreció alojamiento y los pequeños de la Casa Niño de Láncara les llevaron juguetes y ropa

14 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La ucraniana Alona tiene 34 años y desde hace tres vive en Becerreá. Es de la ciudad de Lutzk, que ya fue bombardeada dos veces. Desde el 24 de febrero empezó a organizarse para poder sacar de Ucrania a su prima con sus dos hijos, porque uno de ellos está enfermo. «Necesita asistencia médica pero el único neurocirujano ucraniano que podía ayudarlo estaba todo el rato fuera de cobertura», explica. Así que junto a su pareja se decidió a coger el coche y viajar hasta la frontera. Esa información llegó, en primer lugar, hasta el alcalde de Agolada, Luis Calvo, que le ofreció alojamiento y transporte.

Alona y su pareja publicaron de camino a Ucrania que tenían sitio para traer a refugiados a España y así consiguieron, además de traer a su prima, rescatar a un total de 14 personas. «La gente estaba desesperada, nos ofrecían incluso que nos trajéramos a bebés». Este fue el segundo intento de la primera de la afincada en Becerreá de salir del país: «Estuvieron intentando salir con su coche y esperaron 15 horas, pero su hijo no puede estar mucho tiempo en la misma posición, por lo que tuvieron que volver atrás. Hay amigas mías que esperaron hasta tres días». 

Todas las que se subieron a los coches de Alona son mujeres, solas o con sus hijos, que dejaron atrás a sus maridos, padres, hijos mayores de edad o abuelos para venirse a Galicia con lo puesto. Provienen de Kharkiv, Kiev, Lutzk y Gorojiv. Llegaron la semana pasada a Agolada, donde se alojan en un centro de mayores municipal. «La idea principal era que mi prima y sus hijos vinieran a Becerreá, pero vivimos en un cuatro con ascensor y no era accesible para su hijo enfermo», explica Alona. El alcalde de Agolada es quien les ofreció alojamiento y también está arreglando la atención médica del pequeño.

Colaboración desde Láncara

El viaje heroico de Alona llegó también hasta Gemma Fontela, la responsable de una de las Casa Niño de Láncara. Desde hace diez días está recogiendo material en el centro para enviar a Ucrania, pero tras saber que Alona traería a los refugiados hasta Galicia, decidió llevarles una parte de lo recaudado.

Este sábado, la joven lancaresa puso rumbo a Agolada en una furgoneta cargada de material. Fue acompañada de dos niños del centro, de uno y tres años, que colaboraron en la recogida y estaban deseando ver y animar a los ucranianos que estaban sufriendo las consecuencias de la guerra. Conocer a los refugiados fue un «cúmulo de moitas sensacións» porque casi no se podían comunicar con ellos, ya que solo una joven de 14 años hablaba español. «Despois de todo o que viviran nos últimos días e de deixar atrás toda a súa vida estaban en shock, bloqueados, pero aínda así notamos o seu agradecemento», relata Fontela. Las ucranianas rescatadas por Alona tenían smartphones o las uñas con la manicura perfectamente hecha -«levaban unha vida coma a nosa, vivían ben»-, pero ahora también lastraban heridas de los bombardeos o la poca ropa que pudieron llevarse. Entre ellas había una mujer de 80 años que huyó de su casa después de que la bombardearan. En esa huida dejó atrás a su nuera y a su nieta, pero este mismo sábado, su nuera llegó en taxi a Agolada desde Málaga y pudieron reencontrarse. Ambas abandonaron el centro de mayores donde se alojaban. 

Los que más disfrutaron con el encuentro entre los lucenses y los ucranianos fueron los niños. «Para os adultos foi extraño porque estábamos todos bloqueados, era unha situación extraordinaria. En cambio, os nenos, que non necesitan falar para comunicarse, puxéronse a xogar xuntos coma se nada», cuenta Fontela. Los pequeños de la Casa Niño les entregaron juguetes, peluches, plastilina o papel para dibujar, que fue gratamente recibido. «Entendemos que para eles é duro ter que pedir caridade, pero á vez é emocionante o agradecidos que están e a ilusión que lle fixo aos nenos».