Sé tú mismo, repudia al tóxico

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Rodrigo Sura | EFE

05 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hipócritas

Sin cesar nos acogotan cientos de voces, irrumpiendo súbitas con la consigna, con el mantra, con la melopea infame de todos los gurús y todas las autoayudas: sé tú mismo; quiérete mucho; repudia sin piedad al «tóxico» —en la egoísta convención de que «tóxico» es el fulano que te cuenta su vida, que te abruma con sus problemas, que se queja de algo—; no te permitas la tristeza; no cedas un palmo a la melancolía; oblígate a ser feliz; pon cara de alborozo y asómala por cuantas ventanas puedas; cumple la expectativa de la masa, del gran hermano regente y rigente, de la vulgaridad entronizada. Sé tú mismo, exigen. Y luego, cuando uno intenta ser él mismo descubre que las cosas, en cada entorno, en cada realidad concreta, están organizadas para que no lo consiga; que ya están sentadas las bases para que todo el mundo discurra por el camino marcado. Y si no, respóndeme: ¿puede ser uno tranquilo, flemático, ecuánime siendo profesor? No. ¿Puede uno esculpir su carácter, hacerlo parsimonioso, emular a ese Poirot magistralmente interpretado por Suchet, siendo médico de familia con setenta pacientes por turno? Tampoco. En el siglo de los derechos, en la era de los derechos, en la fiebre de los derechos, en la dictadura de los derechos no hay derecho a ser uno mismo. Sé tú mismo pero pásate las clases aturdido, colérico, desnivelado, aullando a lo bestia te salga o no hacerlo, y lidia con el pasmo electrónico de los alumnos, con la bollería digital que les dan, con el billete al infierno que les han metido en el bolsillo y con el desarreglo y el extravío que sufren. Sé tú mismo pero agárrate a brazo partido con el «zambombo» que quiere la baja «por sus castañas». Y sácale humo al teclado entre pacientes, diagnostícalos a matacaballo y desfila entre las flechas de sus miradas (bajo la lluvia de sus invectivas y el pedrisco de sus improperios) cuando salgas de la consulta en la pausa del café. Sé tú mismo y trata de mantener la impavidez, la pausa, la flema en la caja del supermercado, pasando los productos del cliente infinito, soportando sus comentarios y la exasperante cachaza con que recuenta las monedas y se guarda el tique. Hay una tabla de rasgos diseñados para que nadie destaque, para que nadie se aparte un milímetro de la uniformidad en la mediocridad y la ductilidad. Serás tú mismo como se te permita serlo. Juan Vicente Yago.

  Piscifactoría de Meirás-A Frouxeira

Me quedo perplejo ante la situación increíble por desesperante y negligente, no sé si por parte de la Xunta de Galicia o del Ayuntamiento de Valdoviño. Jamás llegué a comprender cómo se pudo construir una piscifactoría en ese lugar tan privilegiado y que presupongo está protegido. Hemos visto con el paso de los años como construcciones tales cómo La Rotonda, El Coyote, La Cabaña del tío Tom (con sus tortillas espectaculares), El Churriolo y un sin fin de garitos más fueron demolidos y retirados, sí, desescombrados porque tenía que quedar la zona como en el momento antes de edificar, respetando la fauna y la flora. ¿Qué ha pasado entonces en la playa de La Hermita? ¿Quién permitió esa aberración en plena Frouxeira enxebre a preservar por encima de todo? De nada sirve pedir responsabilidades a los responsables de tal «desfeita» porque, seguramente, son políticos y para ellos todo vale bajo el amparo de la impunidad que tienen por nuestra dejación de actuaciones. ¿Tampoco piensan derruir y desescombrar ese complejo o exigir a los responsables que lo hagan?

Me gustaría saber quién es el propietario o propietarios de esta piscifactoría, abandonada en su totalidad, completamente derruida parcialmente, llena de pintadas, cristales y escombros, que está mal vallada y no vigilada, con coches quemados en su interior, lo que facilita la intrusión de cualquier paseante incluso de niños, con el consiguiente peligro.

Sí, hay carteles que informan de la prohibición de acceder, pero para eso tienen que estar bien definidas las vallas delimitadoras. A ver si desde La Voz de Galicia alguien se da por aludido y da las órdenes oportunas para devolver el entorno de la playa de La Hermita de Meirás a su propio ecosistema natural: esto clama al cielo. Pablo Fernández Castro.

  Detrás de la valla

Acabo de leer el periódico y siento que no estoy en la onda de sus grandes columnistas, y eso que, siempre que puedo, los leo con atención, pero yo creo que se dejan llevar por los árboles que no dejan ver el bosque de España. Hay tanta niebla falsa, ficticia y artificial que los buenos no son capaces de acercarse al origen o generador del causante de los problemas futuros y actuales; todo es neblina que beneficia al hombre que, mintiendo, consiguió unir a todos los enemigos, los odiados, los que nunca serían socios, los indeseables que mataron a sus compañeros de partido (a lo peor, no eran compañeros), en fin, a todos los que podían auparlo a su trono: proyecto de ser presidente de una parte de la nación, con las atribuciones que le permiten hacerlo y deshacer a su gusto, ayudando a familia y cómplices, y encantado a extraños.

Él se mantiene detrás de la valla y dirige el cotarro de la obra, sin vergüenza, ni problema de lo que va a dejar cuando lo echen.

Los árboles o los fuegos de artificio son para que no veamos el bosque. Andrés Paradela Soria.

 La música y el humor

La música y el sentido del humor van en una sola dirección; son inseparables. La música (sea cual sea: la clásica, el pop, el rock, la bachata, la salsa y un largo etcétera) nos levanta el ánimo, nos relaja y nos hace ver las cosas de diferente manera. Igualmente el sentido del humor es imprescindible en la vida.

Si estás contento y animado, haces el trabajo mejor que aquel hombre que está desanimado y triste. Tomarse la vida con humor es la receta para tener más amigos, ser más eficaz en el quehacer de todos los días y tener mejores relaciones dentro de la familia.

Con buen humor triunfarás ante tu jefe y también con tu pareja e hijos. Si se fijan, la gente triste suele estar sola porque nadie quiere estar a su lado. La gente alegre, por el contrario, cuenta con amigos que quieren contagiarse de su buen humor, aunque a veces haya que pasar por trances amargos. Por eso el buen humor es el arma letal para luchar contra los pesimistas y las personas tóxicas. Joaquín Gil de la Peña. Cambados.