La culpa no puede ser siempre de los demás

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, en un pleno municipal
El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, en un pleno municipal MIGUEL VILLAR

17 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Odio los «es que». Los prohibiría. Siempre traen una excusa. Y tampoco me gustan las excusas. En eso precisamente se está convirtiendo el mandato de Jácome. Porque nada es culpa suya (digamos responsabilidad, mejor, para que no suene a penitencia) y porque quienes lo hacen todo mal, siempre, son los demás. La autocrítica, que es tan saludable, no entra en los planes del regidor de la tercera ciudad de Galicia por mucho que esta esté estancada. Las grandes concesiones municipales, que se llevan uno de cada cuatro euros del presupuesto, están caducadas. Algunas ya de forma crónica. Otras expiraron durante este mandato municipal. Esta situación tan irregular no parece preocupar ahora al hombre que el día que tomó posesión aseguró que nunca termina lo que empieza. Sin embargo, cuando estaba en la oposición y hablar era gratuito, consideraba que esa circunstancia suponía un «daño gravísimo» para el bolsillo de los ourensanos. Tanto que llegó a pedir la intervención del Concello. Tanto que llevó ese tema a la Fiscalía.

Y así con todo. Nunca es cosa suya. El problema siempre es de los demás por señalar los problemas de la ciudad, esos que él iba a solucionar en apenas un puñado de meses porque el resto eran unos inútiles. Ese argumento lo mantiene —quizás de las pocas cosas en la que sigue siendo coherente— aunque tenga delito que esos a quienes insulta y tacha de ineptos sean sus socios de gobierno.

La plaza de abastos de A Ponte, en cuya remodelación se invirtieron dos millones de euros que pagamos todos, lleva cerrada desde el 2015 y Jácome se comprometió a tenerla en funcionamiento en 90 días. Han pasado más de tres años y sigue cerrada. Ahora que hay una aspirante a gestionarla y que la oposición tiene dudas sobre su experiencia (desconocida) en el sector, el alcalde no es capaz de pensar en que lleva mil días de retraso respecto a sus programa electoral. Prefiere criticar a la oposición por cumplir con su labor fiscalizadora que él, por cierto, ejercía de forma mucho más agresiva. Ahora resulta que el problema de que la plaza siga cerrada es que los otros partidos son machistas y no que él está incumpliendo todas aquellas cosas que le parecían tan fáciles de hacer.