Agonía y reválida en el 2024

PONTEVEDRA

Mientras Miguel Anxo Fernández Lores enfrenta la peor crisis de la que aún puede «safar», Alfonso Rueda encara la primera convalidación de la era post-Feijoo

07 ene 2024 . Actualizado a las 10:21 h.

2024 comienza con incertidumbre política mayúscula en el Ayuntamiento de Pontevedra, consecuencia directa del veredicto que arrojaron las urnas el pasado 28 de mayo. Miguel Fernández Lores enfrenta su peor crisis como alcalde, que podría desembocar, mañana lunes, en una derrota en la cuestión de confianza a la que se somete para forzar la aprobación del presupuesto municipal. Si tal ocurre, Lores se convertiría en alcalde en funciones. A merced de que la oposición pudiera derribarlo en el plazo de un mes. Un escenario posible pero improbable. Pero que supone una agonía inesperada para el veterano político de Vilalonga.

Si bien el Partido Popular podría tener oportunidad de presentar una moción de censura, necesitaría que al menos dos concejales socialistas la suscribiesen para reunir las 13 firmas necesarias (la mayoría absoluta de la corporación que requiere la ley). El PP sabe que hoy por hoy, los socialistas no quieren colaborar en un derribo del actual alcalde. Por mucho que Lores interprete el papel de víctima, mande cartas a los portavoces y llame a movilizarse a los suyos como ocurrirá mañana en el teatro Principal.

Fernández Lores tiene un atajo para evitar que su último mandato como alcalde concluya de manera fea y abrupta: bajarse del pedestal y sentarse a negociar sin condiciones previas, como las que impuso desde el principio de este mandato a su pretendido «socio preferente». Tiene varias opciones. O lo hace en las pocas horas que restan hasta las 11:00 de mañana lunes (va a ser que no). O bien en la cuenta atrás de 30 días que comenzará a correr a partir de que se le retire la confianza de la corporación. Es decir, el plazo de un mes que se establece para la presentación de una posible moción de censura. O bien en meses posteriores, si logra salir entero del trance actual.

La sombra del 18F

«Hay tiempo de sobra para negociar», ha repetido Iván Puentes. El portavoz municipal y principal responsable del giro estratégico del PSOE, enterró los tiempos de arrumacos estableciendo un cordón sanitario con los nacionalistas. Nada de gobiernos en coalición en los que el BNG se quedaba con todo y los socialistas con las migajas. Puentes sabe que el camino para que los socialistas pontevedreses puedan desembarazarse de esa mácula de 24 años de conformismo, pasa por apretar al alcalde y hacerse valer. Y en eso está. El tiempo corre a su favor. Si Lores no se quiere ir anticipadamente para casa, a cuidar del huerto en Marcón, no le queda otra que negociar, en algún momento.

Y ceder en temas como la reapertura de Reina Victoria, el retorno de la feria ambulante al centro de la ciudad y demás asuntos subrayados por el PSOE y, en cambio, hasta ahora evitados por los nacionalistas. Lo contrario, sería encastillarse en la terquedad lo que conduciría a un suicidio de Fernández Lores y del BNG pontevedrés que carece de recambio para él y tendrá que atravesar una larga travesía por el desierto.

La convocatoria de elecciones autonómicas para el 18 de febrero ha surgido como un gran acicate informativo y político del arranque de este nuevo año. Afecta sobremanera a la cuestión que nos ocupa. Se avenga o no a negociar Lores con el PSOE en algún momento, caben otras dos vías para que el alcalde «safe» de la actual crisis y gane tiempo. Ambas vinculadas a la cita electoral.

Una de ellas (muy probable) consistiría en que Rafa Domínguez (y por ende la dirección del PP gallego) entienda que no es el momento estratégico de presentar una moción de censura ante las dudas del PSOE y con el 18F a la vista. En tal caso, transcurrido un mes desde que Lores perdiese la moción de confianza y sin que se presentase moción de censura alternativa, supondría que el 8 de febrero el alcalde recuperaría la confianza y, de propina, se aprobase el presupuesto municipal para 2024, de modo automático.

La otra vía, requiere de la intervención activa del PSOE. Bien sabe Lores, en su fuero interno, que le queda también esa baza: que Formoso y Besteiro manden parar a Puentes. Que obliguen al portavoz y demás concejales socialistas a votar para evitar la caída del veterano alcalde y que el BNG perdiese la joya de la corona. En suma: no vaya a ser Pontevedra un problema que impidiera un posible futuro pacto de socialistas y nacionalistas para alcanzar la Xunta de Galicia, si se diera que Rueda y el PP no llegan a los 38 escaños necesarios.

Rueda se la juega

En cuanto al evento electoral en sí, Alfonso Rueda afronta la gran prueba de intentar una quinta mayoría absoluta consecutiva del PP. Por primera vez sin Feijóo. Rueda encabezará la lista de los populares por Pontevedra que sufrirá una gran metamorfosis. Atención a valores emergentes. Como el exconcejal pontevedrés, Pablo Fernández, ahora Secretario Xeral de Emprego de la Xunta. Se viene una renovación, más visible en el caso del PP que en las candidaturas de sus rivales. De hecho, es muy probable que el pontevedrés Luis Bará “tripita” como cartel del Bloque y que Gonzalo Caballero “recunque” en puesto de salida del PSOE. Resta por ver como resuelven Sumar y Podemos que irán por separado diezmando el voto a la izquierda del PSOE y frente al BNG. Una ventaja estratégica que Rueda debería aprovechar para aprobar su reválida.