Otro bluf con el AVE

PONTEVEDRA

M.MORALEJO

La promesa del ministro de Transportes, Óscar Puente, se reventó causando graves perjuicios económicos en vísperas de la Semana Santa

04 mar 2024 . Actualizado a las 11:23 h.

Ni anteayer viernes comenzaron a venderse los billetes para los nuevos trenes Talgo Avril 106 de la línea AVE entre Pontevedra y Madrid, ni hay noticia cierta de la fecha en la que entrarán en servicio las nuevas unidades. En todo caso, nunca en marzo. Como pronto el mes que viene. O para verano. El Ministerio de Transportes dice —ahora— que «no es posible fijar una fecha de inicio definitiva».

Más allá del bluf político que protagonizó el ministro de Transportes y su numerito con los Reyes Magos, lo ocurrido significa constatar que se prometió otra vez lo que no se podía realizar. Como también pasó en el 2022 y el 2023. Este enésimo incumplimiento del Gobierno de España es un nuevo feo a los pontevedreses y a los gallegos. Máxime en un mes muy sensible, debido a las previsiones de desplazamientos y visitantes que aguardamos para Semana Santa. Asimismo, este nuevo retraso sine die afectará a empresas y profesionales que hubieran planificado visitas, desplazamientos y gestiones en las fechas en las que se suponía que viajar en tren de Pontevedra a Madrid tan solo llevaría tres horas y veinte minutos. Así lo denunciaba Jorge Cebreiros, presidente de la patronal provincial, quien achacaba al Gobierno central «una nueva tomadura de pelo a los pontevedreses» con inevitables consecuencias económicas.

Piensen que las propias estadísticas del operador ferroviario señalan que ya mueve cerca de 2 millones de viajeros anuales en la línea Madrid-Galicia, una cifra que desmiente a quienes vaticinaron que el AVE no podría competir contra el vehículo o el avión. Y eso que «alta velocidad» realmente existe entre Madrid y Ourense, trayecto que se cubre en dos horas, mientras que hacen falta otras dos horas más para llegar desde la ciudad de As Burgas hasta Pontevedra.

La escenita del día de Reyes

Fue el ministro de Transportes, Óscar Puente (al que veremos si no le termina salpicando también el caso Koldo) quien nos coló el último farol con el AVE. Fue él quien se metió en este lío cuando se marcó la escenita de ficcionar la llegada de los Reyes Magos a la estación de Pontevedra, acompañándole en el viaje de pruebas que se montó en la mañana del pasado 5 de enero.

Un numerito por el que fue censurado por la Junta Electoral de Galicia por acto electoralista al prevalerse de su condición de ministro. Y lo hizo para anunciar, rodeado de cargos públicos socialistas encabezados por el alcalde de Vigo, Abel Caballero, y el candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro, que el 1 de marzo comenzaría la venta de billetes y que durante este mes entrarían en funcionamiento los nuevos trenes Avril aumentando frecuencias de viaje y capacidad de pasajeros. Ni lo uno, ni lo otro.

El Ministerio de Transportes, por supuesto, no se responsabiliza de este nuevo incumplimiento y atribuye la culpa de la demora a la empresa Talgo, fabricante de los trenes Avril 106. Según la empresa vasca, las nuevas unidades se encuentran en el proceso de pruebas de fiabilidad, por lo que no puede determinar aún el calendario de entrega. Mientras ADIF, empresa pública vinculada a Renfe y al propio Ministerio, tampoco ha terminado sus deberes, pues aún está realizando el proceso de formación de los maquinistas que pilotarán los trenes a estrenar, diseñados para circular a 300 kilómetros por hora.

Damnificados

Este nuevo incumplimiento del Ministerio de Transportes con Galicia deja más damnificados, además de la maltrecha credibilidad del propio Óscar Puente. Para empezar la imagen del PSdeG-PSOE. Era lo que le faltaba a los socialistas gallegos después de la debacle del 18F. Lo que fue un argumento de campaña electoral ha terminado pinchando con estruendo. Asimismo, la onda negativa también alcanza de lleno al BNG. El discurso triunfalista de Ana Pontón en estos pasados comicios se revienta con este pufo que les mete el pretendido socio de referencia. Lo mismo le pasa a Néstor Rego en Madrid. Vender el voto a favor de la investidura de Pedro Sánchez en base a una cacareada «axenda galega» que proclamaba una mejora de las comunicaciones ferroviarias de larga y corta distancia, para que el ministro te deje en fuera de juego a las primeras de cambio, revienta el suflé propagandístico de los nacionalistas.

Por el contrario, este nuevo traspiés del Gobierno central para con Galicia alienta al PP. Ha dado la razón a la Xunta cuando, en su día, mostraron su escepticismo ante el circense anuncio del ministro Puente. El presidente Alfonso Rueda han anunciado que exigirá explicaciones. El titular de la Xunta, sufragado con mayoría absoluta por más 711.000 votantes, se plantará ante el presidente del Gobierno de España para reclamarle a Pedro Sánchez que, entre otras promesas y asuntos pendientes, cumpla con Galicia el compromiso de la alta velocidad ferroviaria.

Si no fuera porque los pontevedreses y los gallegos en general estamos «afeitos» a tantos retrasos y al sinfín de incumplimientos acumulados en esta materia, sería para sublevarse de puro cabreo. Lo que pasa es que ya estamos tan resignados que recibimos estos desplantes con una sonrisa irónica. Aunque evidentemente, quienes incumplen, lo pagan. Somos un pueblo desconfiado. Como se acaba de comprobar en las urnas.