«Siempre quise hijos... de los demás»

alejandro martinez MOS / LA VOZ

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ALEJANDRO MARTINEZ MOLINA

La religiosa lleva ocho años prestando servicio en el centro de mujeres de Mos

13 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Su vida de un lado para otro y de entrega a los demás tiene parada, desde hace ocho años, en el centro de las Esclavas de la Virgen de la Dolorosa de Mos. La hermana Carmen Cárdenas es una de las piezas fundamentales de esta residencia y centro ocupacional que alberga a 82 mujeres con discapacidad intelectual y enfermedades mentales de toda Galicia. Lo es, en primer lugar, porque da testimonio de la espiritualidad que inspira a su congregación religiosa volcada en la atención integral a mujeres en situación de desamparo. Y en segundo lugar, porque a sus 83 años es, junto con la hermana Ascensión, como una madre o una abuela para todas las beneficiarias de esta gran familia.

El centro concertado tiene 52 profesionales dedicados al cuidado de las internas pero, cuando surge algún problema entre ellas, las religiosas suelen ser las primeras en enterarse. Y esto es así porque con el paso del tiempo se han ganado el cariño y la confianza de todas las residentes y es a ellas a quienes acuden en primer lugar cuando les pasa algo. La hermana Carmen es la consejera de muchas de las residentes, que la ven como alguien en quien confiar.

El otro día tuvo que llamar a una de las chicas. «Llevas tanto tiempo sin dirigirle la palabra a tu compañera... Pero, ¿cómo puedes rezar un padre nuestro si no te hablas con ella? Ve enseguida a hacer las paces», le dice. A veces, incluso ha actuado también como consejera amorosa, velando siempre por el bien de las chicas que viven con ella en el centro, que tiene la misión de promover la dignidad de mujeres con discapacidad intelectual. «Las quiero mucho y las defiendo», asegura.

La hermana Carmen lleva toda la vida dedicada a servir al prójimo. Entró a los 21 años en la congregación de las Esclavas de la Virgen Dolorosa. Ha prestado su servicio en Ciudad Real. Estuvo 10 años en Francia y también ha vivido en Crecente y en Vigo. Además, desempeñó su labor pastoral y de asistencia social durante 19 años en un centro de discapacitadas psíquicas de Ávila. Después en Madrid, con madres solteras, y también pasó 14 años en otro centro de madres solteras en México. De ahí le queda todavía el acento.

Esta religiosa sabe bien lo que es la violencia de género y los abusos a mujeres: ha dedicado su vida a ser el apoyo de las víctimas. Y después de tantos años a sus espaldas ha conocido toda clase de injusticias. «He visto muchas brutalidades, hasta me da vergüenza decirlo», afirma.

Lo que más le ha impactado son los abusos dentro del entorno familiar, muchos de los cuales acaban quedando impunes. Ha conocido y cuidado a chicas menores de edad expulsadas de sus casas tras quedarse embarazadas, algunas por sus propios padres. ¿Por qué se producen estos abusos? «Por la poca preparación de los padres. Por el poco amor y respeto a los hijos», contesta. «Es horrible que un padre abuse, pero eso pasa, y si no es él, es el cuñado o el hermano», afirma.

La hermana Carmen ha dado consuelo a muchas víctimas. Ha sido el apoyo de mujeres drogadictas o de prostitutas, que reencauzaron su vida tras servirles de ejemplo. Su mano siempre ha estado tendida para las mujeres con enfermedades terminales. «Nuestro carisma son las madres solteras. Otras congregaciones se ocupan de los hombres», afirma.

«Mi vocación me viene de siempre. Ya de pequeña me atraía ocuparme de los demás. «Siempre he querido tener muchos hijos, pero los de los demás», afirma sonriente. «El señor me dio esa gracia de tener muchos niños y muchas madres», añade. Confiesa que los niños le parten el corazón. «Me han hecho muchas trastadas», reconoce. Un día le dijo a uno que avisara al jardinero, que se llamaba Jesús. El niño le respondió que el pobre Jesús «estaba acabadito» y no podía acudir a su llamada. Después de que ella insistiera, el pequeño le llevó de la mano hasta la capilla y le enseñó el crucifijo. «Mire cómo está acabadito, hermana», le dijo. «Ese no, el de carne y hueso», le dijo al niño entre risas. «Los niños han sido siempre mi debilidad y me han hecho cada una, propia de ellos», dice.

14 años en México. Antes de prestar servicio en la residencia femenina de Mos, desarrolló su labor durante 14 años en un centro de madres solteras de México.

Confidente. El hogar de Mos tiene medio centenar de especialistas para el cuidado de las internas, pero ella se entera antes que nadie cuando hay problemas porque las residentes la quieren y confían en ella.