La vuelta al mundo en velero con un bebé: «Nos dicen que estamos locos, pero ver crecer a Leo a bordo es un sueño»

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Carmen, Uri y su pequeño Leo, en su velero, en el que viven desde hace tres años.
Carmen, Uri y su pequeño Leo, en su velero, en el que viven desde hace tres años. cedidas

Esta pareja de cine se conoció en A Coruña rodando «La unidad». Hoy, Carmen y Uri crían a su hijo a bordo del Forquilla, ponen las lavadoras en puerto y se duermen con la nana del mar...

26 sep 2023 . Actualizado a las 16:49 h.

A Carmen y Uri el velero Forquilla les dio la libertad de hacer un hogar en el mar. Se conocieron en tierra, rodando. Hoy sus pies pisan la marea, la del Mediterráneo. «Ahora estamos cruzando de Córcega a la isla de Elba; haciendo la última maratón antes de volver a Barcelona y hacer los preparativos antes de emprender la vuelta al mundo los tres», comienza Carmen a contar. Esta coruñesa, con puerto base en Barcelona, revela que la primera chispa de este viaje surgió al conocer a su pareja, Uri. «Él conocía el mundo montaña, pero el mar apenas lo había probado. Hace unos años, se sacó unos títulos náuticos y empezó a navegar. Al conocerme, me dijo: ‘Me gustaría dar la vuelta al mundo en velero’. Y yo, que soy así de chalada, enseguida me apunté, y dije: ‘Voy contigo’». Ese arranque de Carmen carburaba con la experiencia del barco pequeño de motor que tenía su padre. «Siempre me ha gustado el mar, pero de veleros no tenía ni idea —matiza—. Uri y yo fuimos hablando del tema, y los dos queríamos tener un hijo». Los dos deseos les salpicaron a la vez. Encontraron un barco en Sicilia, lo compraron y lo llevaron a Barcelona al final del confinamiento. Su primer viaje en el Forquilla fue a Sicilia y en Cerdeña vieron el momento de embarcarse en la paternidad.

Y, resumiendo meses, llegó Leo, y esos dos que se convirtieron en tres estuvieron navegando un tiempo por la costa española. Tres años llevan ya viviendo a bordo. Su puerto base es Barcelona. Navegan los días con pasión, con momentos complicados, pero sin la marejada de los problemas que surgen sobre el asfalto.

«Este año dijimos: ‘Vamos a hacer una prueba antes de dar la vuelta al mundo. Como tenemos dos patrocinadores que nos ayudarán a poner el barco a punto, hay que ir en octubre a Barcelona y pasar unos meses ahí para instalar todo, entre otras cosas una desalinizadora», detalla Carmen.

El viaje mundial de esta familia comenzará en abril en Barcelona, seguirá por las Baleares, por el sur de España, las Azores y las Canarias. En noviembre, irán a Cabo Verde, en África, y cruzarán al Caribe. «Después al canal de Panamá y empezaremos con el Pacífico, Australia y el Índico... Pero no tenemos cerrada la ruta. Es un proyecto de varios años». La idea es aprovechar los primeros años de Leo en la escuela del mar, «hasta que él nos deje, que puede ser que él nos diga: ‘Hasta aquí, quiero vida de terrícola’. Él decide tanto como nosotros», dice Carmen.

Tres momentos a bordo de Uri, Leo y Carmen.
Tres momentos a bordo de Uri, Leo y Carmen. Velero Forquilla

LO MÁS DIFÍCIL

«Navegamos durante siete u ocho meses, llegamos al Caribe, dejamos el barco, cogemos un avión para volar a España y rodar durante cinco o seis meses un par de películas, y después seguimos donde lo habíamos dejado. Es la idea que tenemos a día de hoy», abunda Carmen. Uri es operador de cámara de cine y ella trabaja en el equipo de dirección. Los dos coinciden, entre otras muchas cosas, en que quieren tender «a trabajar menos y a navegar más». Esta familia con estela de seguidores en Instagram y TikTok no teme las olas de preguntas de los curiosos. ¿Cómo es vivir a bordo? «Un barco es más o menos como un piso, pero más pequeño y se mueve un poquito...», dice ella.

El día a día a bordo es tanto o más interesante como saber cómo se prepara una pareja con un bebé para dar la vuelta al mundo en velero. La ropa la lavan en puerto y, si están mucho tiempo en alta mar, pues «con agua salada y, al final, un aclarado de agua dulce».

Lo mejor a bordo es, para la pareja, «ver crecer a Leo así, moverse, ver cómo va conectando con el medio. Eso es increíble como padres... Leo ha aprendido a gatear y a caminar aquí. Supongo que son como los mejores momentos en la vida de cualquier padre, pero en nuestro caso los vivimos a bordo».

¿Y el peor momento? «Seguramente, el primer temporal. Luego llegaron más, pero el primero asusta mucho. Aplicamos la teoría que habíamos aprendido y no pasó de ahí», recuerda Carmen.

La pareja comparte la pasión por el mar y por el cine. Carmen y Uri se conocieron rodando en A Coruña La unidad, de Dani de la Torre. ¿Bien el rodaje? «Fue muy productivo», sonríen.

¿Qué resulta más difícil, la navegación o la crianza? «Me parece que la crianza es la cosa más difícil que he hecho en mi vida. La crianza a bordo es complicada, porque tienes los miedos de una madre primeriza. Serlo además con la idea de dar la vuelta al mundo, cuando el cien por cien de las personas que tienes alrededor te dicen que estás como una regadera, asusta más. Leo es superinquieto, se mueve mucho y nos pasamos el día detrás de él, bueno... no es fácil, pero lo que nos está trayendo de vuelta la experiencia es algo poderoso. Este es ya su medio. ¡Leo se desenvuelve por el barco mejor que nosotros! Lo que tenemos a bordo es lo que hay, no hay más. Mucha gente nos dice: ‘Estáis locos. ¿Qué clase de experimento social es meter a un niño en un barco e ir a dar la vuelta al mundo?’. A mí me parece más experimento social arrancar a un niño de los brazos de su madre con cuatro o cinco meses para rodearlo de muchos otros niños, y prepararlo para trabajar algún día que criar a tu hijo 24/7 contigo. Nos dicen: ‘Aisláis al niño’. Pero él no deja de conocer lugares, personas... Me parece algo muy positivo. No quiero perderme lo que estoy viviendo con Leo, que está todo el tiempo en contacto con sus padres. Es un sueño», dice Carmen.

Habrá que preguntar a Leo, una vez que el barco de su infancia llegue a ese pequeño puerto de las certezas adultas.

Carmen y su hijo, Leo, en una puesta de sol a bordo de su velero.
Carmen y su hijo, Leo, en una puesta de sol a bordo de su velero.

«Cuando empezamos con el proyecto, nos deshicimos casi del cien por cien de nuestras cosas. Nos quedamos con un cuarto de nuestra ropa y con los móviles. Los libros, las películas y los muebles los vendimos. A bordo llevamos también las cosas necesarias para un peque: un cambiador, pañales y algún juguete (a él los cabos le llaman más la atención que sus juguetes). Mochila de porteo y un carrito plegable, nada más».

¿El mejor momento del día a bordo? «El de calma total después de cenar, al atardecer, en una calita. El momento antes de irnos a dormir es perfecto». A bordo se duerme de cine, «te vas meciendo», con «dos escotillas sobre la cabeza» con vistas al cielo estrellado.

Que sea muy largo el viaje de Leo.