La increíble vida de su creador
La increíble vida de su creador
Viernes, 30 de Agosto 2024, 09:16h
Tiempo de lectura: 8 min
Lo haría de nuevo? No. ¿Fui estúpido? Sí. ¿Fui ingenuo? Sí. Pero no soy culpable de ningún delito». John DeLorean se expresaba así tras ser detenido por intentar vender ¡100 kilos de cocaína! Una cantidad a nivel de narco mexicano que en la calle habría costado 24 millones de dólares y con cuya venta él esperaba pagar la deuda de 17 millones de dólares que tenía con su empresa automovilística, entonces ya al borde de la quiebra. Pero la cita serviría igual si la aplicásemos a su empresa y su increíble apuesta: el coche deportivo DeLorean DMC-12 (en la imagen superior).
Pocos vehículos han capturado la imaginación del público y generado tanta controversia como ese automóvil. Con su carrocería de acero inoxidable sin pintar y sus icónicas puertas de ala de gaviota, el DeLorean se convirtió en un símbolo de la ambición y la innovación de los años ochenta; también en un recordatorio de que los sueños audaces pueden estrellarse contra la dura realidad del mercado.
Para entender la historia del DeLorean, es crucial conocer a su creador, John Zachary DeLorean. Nacido en Detroit en 1925, era hijo de un inmigrante rumano, delegado sindical y empleado de Ford, y de una austrohúngara que trabajaba en General Electric. John se educó en colegios públicos y se graduó brillantemente como ingeniero en 1948. Su carrera en la industria automotriz fue meteórica. Comenzó en Chrysler, pero pronto se trasladó a Packard y luego a General Motors (GM), donde se convirtió en el ejecutivo más joven en la historia de la compañía. DeLorean fue responsable de algunos de los mayores éxitos de GM, incluyendo el Pontiac GTO.
Pero su estilo de vida extravagante, que incluía fiestas de lujo y relaciones con modelos y estrellas de cine, chocaba con la cultura corporativa de la compañía. «Disfrutar de la vida ocupa un lugar muy alto en mi lista de prioridades –confesó DeLorean–. Incluso si te pagan 650.000 dólares al año, si el trabajo no te satisface, haces otra cosa». Así que en 1973 él mismo renunció a GM y fundó, ya en 1975, la DeLorean Motor Company (DMC) con la visión de crear un 'coche ético' que fuera seguro, duradero y reciclable. Pero, siendo él quien era, tenía que ser cool. El resultado fue el DMC-12, un automóvil deportivo con un diseño futurista creado por el legendario Giorgetto Giugiaro.
Y con un lema que reforzaría la leyenda: «Live the dream» ('Vive el sueño'). Pero el sueño duró poco. Para empezar, DeLorean tomó una decisión muy arriesgada. Decidió establecer su fábrica en Dunmurry, un suburbio de Belfast (Irlanda del Norte), aunque el coche solo se iba a vender en Estados Unidos. Su razón de peso: el Gobierno británico le ofreció cien millones de libras en subsidios y préstamos por establecer la fábrica en una zona entonces azotada por el conflicto con el IRA, que reclamaba independizarse del Reino Unido. La promesa de crear hasta dos mil empleos en una zona de alto paro fue clave. DeLorean pensó que crear empleo en una región problemática generaría buena publicidad para su empresa.
Pero allí no había la infraestructura necesaria para fabricar coches ni profesionales con experiencia. De hecho, muchos de sus trabajadores tuvieron con él su primer empleo. Eso sí, incluso hoy todos hablan maravillas de aquello: una empresa con un objetivo emocionante (un coche futurista) y en la que trabajaban juntos católicos y protestantes durante un verdadero conflicto armado. En la fábrica no había política ni religión. Fue un experimento más exitoso en lo social que en lo empresarial...
La construcción de la fábrica comenzó en octubre de 1978 y se completó en 16 meses, un tiempo récord. La planta era moderna y automatizada, diseñada para producir 30.000 automóviles al año. La producción del DMC-12 comenzó en 1981, pero los primeros coches que salieron de la línea de montaje estaban plagados de problemas de calidad. Las puertas de ala de gaviota a menudo no se alineaban correctamente, y muchos vehículos sufrían problemas eléctricos.
Además, su rendimiento no cumplía las expectativas. Le faltaba potencia y costaba el doble de lo anunciado. El precio inicial de 25.000 dólares –bastante más alto que el de sus competidores– hizo que las ventas fueran mucho más bajas de lo esperado. A medida que la compañía se hundía, John DeLorean se desesperaba por encontrar fondos... en cualquier sitio. Y así es como en octubre de 1982 fue arrestado por tráfico de cocaína en una operación encubierta del FBI. «Estaba desesperado por salvar la compañía. Cuando me ofrecieron la oportunidad de obtener el dinero para salvar la empresa, lo consideré. Fue un error terrible, pero en ese momento, con 2600 empleos en juego, parecía que no tenía otra opción», contó DeLorean.
Lo que había sucedido es peculiar en sí mismo: el FBI y la DEA iniciaron una operación encubierta después de que un informante, James Hoffman, un extraficante de drogas convicto, les contara que DeLorean estaba buscando dinero rápido y podría estar interesado en una operación de drogas. Los agentes le tendieron un señuelo: se acercaron a DeLorean simulando ser inversores interesados en salvar su empresa. Gradualmente, la conversación se desvió hacia una supuesta oportunidad de inversión en un negocio de drogas. Y DeLorean aceptó. Fue arrestado en un hotel de Los Ángeles tras ser filmado examinando una maleta llena de cocaína.
El equipo legal de DeLorean argumentó en el juicio que había sido víctima de entrapment ('inducción al delito'): los agentes del Gobierno lo habían presionado a participar en una actividad ilegal que de otro modo no habría considerado. Y el jurado 'compró' el argumento de la defensa. Lo absolvieron. Pero el daño a su reputación y a su empresa ya estaba hecho. En total se produjeron unos 9000 DMC-12 antes de que la fábrica cerrara sus puertas. El sueño de John DeLorean había llegado a un final abrupto y escandaloso. Para no pocos, DeLorean fue víctima de una conspiración de las grandes empresas del automóvil, que lo veían como una amenaza. Para otros, su caída se vio muy influida por la situación política de Irlanda del Norte y quienes querían mantener a la población irlandesa desunida y pobre. Sin embargo, justo cuando parecía que el DMC-12 estaba destinado a ser olvidado, el destino intervino en forma de película. En 1985, el DMC-12 se convirtió en la estrella inesperada de Regreso al futuro, un filme que acabaría siendo un clásico de culto.
En la cinta de Robert Zemeckis, un DMC-12 modificado sirve como máquina del tiempo al transportar a los protagonistas a través de diferentes épocas. Las icónicas puertas de ala de gaviota y la carrocería de acero inoxidable del DMC-12 proporcionaron el aspecto futurista perfecto. El equipo creativo de la película dice que nunca dudaron sobre el coche que debía convertirse en la máquina del tiempo del doctor Emmett Brown. El éxito de Regreso al futuro y sus secuelas dio al DMC-12 una nueva vida en la cultura popular. De la noche a la mañana, el coche pasó de ser un símbolo de fracaso empresarial a un icono cultural adorado por millones de fans en todo el mundo.
También generó una demanda duradera para el vehículo entre coleccionistas y entusiastas. Se estima que unos 6500 DMC-12 aún funcionan y varias empresas se especializan en su mantenimiento y restauración. John DeLorean llegó a ver como el DMC-12 finalmente logró el estatus de culto que había esperado, aunque de una manera que nunca podría haber previsto.
Falleció en 2005, a los 80 años, en Nueva Jersey a causa un derrame cerebral. Pasó sus últimos años haciendo frente a problemas legales y financieros, incluyendo la bancarrota personal en 1999. Ahora su hija, Kat DeLorean, está decidida a recuperar su legado y quiere fabricar un sucesor 'espiritual' del DMC-12. Un nuevo DeLorean: el Model-JZD, pero aún debe resolver varias cuestiones legales porque otra empresa posee la marca registrada a su nombre.
Kat DeLorean tenía 6 años cuando su padre fue absuelto de un caso que destruyó a la familia. Kat se mudó a California con su madre, la modelo Cristina Ferrare, y contó con Kourtney Kardashian entre sus mejores amigas de la infancia. Pasaba los veranos con su padre, con quien siempre tuvo una buena relación, pero fueron los fans incondicionales de su coche los que hicieron que ella empezase a verlo de otra manera.
Experta en ciberseguridad, a principios de 2022, ha contado a The Times, recibió un mensaje en Instagram de un diseñador de automóviles español, Ángel Guerra, fanático de toda la vida del DMC DeLorean. Guerra esbozó una versión moderna, que mantenía las puertas de alas de gaviota del original. Su diseño despertó tanto interés en las redes sociales que Kat consideró la posibilidad de recrear el coche. Aún no hay fecha para lanzarlo, admite: no quiere cometer los errores de su padre. Tampoco busca revolucionar la industria, solo que sirva como homenaje a su padre cuando se van a cumplir 25 años de su muerte.