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Psicología de las relaciones La gente cree que sabe lo que busca en una pareja... los expertos dicen lo contrario

La psicología lleva mucho tiempo intentando encontrar la ‘fórmula’ que determina por qué elegimos a una pareja y cómo podemos acertar al hacerlo. La tecnología ha permitido avanzar, pero lo único seguro es que lo que pensamos antes de una cita tiene poco que ver con lo que hacemos después.

Jueves, 13 de Octubre 2022, 16:11h

Tiempo de lectura: 5 min

Antes de Tinder, que solo lleva una década entre nosotros, existieron otras estrategias para que ligar fuese más eficaz: las citas rápidas. El speed dating es el invento de un rabino llamado Yaacov Deyo que en 1998 decidió acelerar la búsqueda de pareja entre los jóvenes judíos solteros de Los Ángeles.

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A tiro hecho. El speed dating consiste en una reunión organizada de varias personas en una misma localización en el que tienen lugar encuentros por parejas durante un tiempo reducido. Suelen ser entre 10 y 15 mini citas y nunca superan los 10 minutos.

El speed dating tuvo su momento de popularidad a principios de este siglo y fue inevitablemente devorado por las apps para ligar. Pero las citas rápidas presenciales fueron relevantes no solo para la vida social de las grandes ciudades, sino también para la psicología de las relaciones, una subdisciplina científica que necesitaba reforzar con datos ciertas teorías sobre por qué escogemos a una pareja en concreto y no a otra.

«El gran misterio es: ¿cómo sabes realmente a quién quieres?», dice Dan Conroy-Beam, psicólogo de la Universidad de California en Santa Bárbara, que estudia la formación de relaciones sentimentales. «En muchos sentidos, a quién eliges como pareja es la decisión más importante de tu vida. Va a afectar a tu salud y tu bienestar general».

En el siglo XX, explica Conroy-Beam, los científicos de su campo se limitaban a confiar para sus estudios en las preferencias declaradas por la gente; por ejemplo, lo alta, divertida o atractiva que esperaban que fuera su pareja. Pero carecían de pruebas.

En la década de 2000, los científicos vieron como potencial base de datos las citas rápidas. Antes de esos encuentros, los investigadores podían preguntar a los participantes qué querían en una pareja; después, comparaban esas notas con las personas que realmente elegían para tener más citas. Y entonces podían analizar si había algún patrón. «La respuesta resultó ser mayoritariamente 'no': no había patrón ni coincidencia entre preferencias previas y emparejamientos —dice Conroy-Beam— para sorpresa de muchos».

Un psicólogo utiliza el término «mercado de apareamiento», para sugerir que todos somos compradores y vendedores y que cada cita es una negociación

Esa primera decepción en la investigación no desanimó a los científicos; al contrario. Han decidido aplicar la tecnología informática para afinar sus estudios. Pero en los ensayos actuales, que analizan ya las apps de citas, los resultados siguen siendo inciertos. «Podemos pensar: 'Congenio muy bien con las personas que se interesan por el anime japonés o la cocina vegetariana' —explica el científico—. La cuestión es que realmente no podemos encontrar ninguna prueba de que ninguno de esos tipos de factores sea importante a la hora de emparejar a la gente».

En este momento,  los investigadores se dividen en dos bandos; un grupo sostiene que la compatibilidad es predecible o sigue algunos patrones. El otro grupo sostiene que el amor se desarrolla de forma imprevisible, incluso caótica.

Un experimento informático permite crear avatares de parejas reales a los que se les borra la memoria de su encuentro y los pone a coquetear de nuevo. 'Solo' el 45 por ciento vuelven a coincidir

Conroy-Beam está entre los primeros. Sigue creyendo que las preferencias declaradas de las personas pueden ayudar a predecir con quiénes congeniarían, asegura que esas preferencias forman parte del software mental que nos guía hacia una pareja. Aunque la evolución es compleja.

El psicólogo utiliza el término 'mercado de apareamiento' para sugerir que todos somos compradores y vendedores y que cada cita es una negociación. No puedes elegir a tu pareja sin más, sino que ella tiene que elegirte a ti. Pero hay un punto de partida en esa negociación.

Conroy-Beam intenta crear un modelo en su ordenador que respalde su teoría. Su trabajo es como un experimento de ciencia ficción, según ha explicado a una revista digital norteamericana: «Supongamos que se toman parejas felices de la vida real, se les borra la memoria de haberse conocido y se los devuelve al mundo. Si se encuentran de nuevo, ¿se volverían a enamorar?». Si las preferencias importan y guían nuestra toma de decisiones, entonces es muy probable que los tortolitos amnésicos vuelvan a encontrarse.

Algo así planteó el desconcertante guionista Charlie Kaufman en su película ¡Olvídate de mí!, con Jim Carrey y Kate Winslet como protagonistas.

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¿Destinados a estar juntos?Kate Winslet y Jim Carrey interpretan en ¡Olvídate de mí! (título original: Eternal Sunshine of the Spotless Mind) a una pareja que se somete a un tratamiento para que borren de su mente los recuerdos de su relación. Algo similar a la fantasía creada por Charlie Kaufman se puede recrear ahora en un ordenador con casos reales, para ver qué ocurriría si la pareja se volviese a encontrar.

Conroy-Beam no puede borrar las mentes de los participantes en su estudio, pero puede crear versiones borradas de sus mentes en un ordenador. Primero hace muchas preguntas a las parejas del mundo real, individualmente. «Una vez que tenemos esa información cuantificada, podemos crear una pequeña representación simulada dentro de nuestros ordenadores».

A continuación, coloca esas simulaciones en un programa informático y los pone a coquetear.  Sus modelos consiguen que alrededor del 45 por ciento de las parejas vuelvan a estar juntas, y asegura que las parejas que vuelven a estar juntas en el ordenador tienden a ser las más felices en el mundo real. Eso le da cierta esperanza de que sus modelos puedan conducir a mejores predicciones sobre quién se llevará bien con quién.

«La compatibilidad de una pareja es como la materia oscura. Si no tiene que ver conmigo ni con el otro, tiene que venir de algo que se crea por el camino»

Frente a esta teoría, está la contraria: el amor es un caos. Paul Eastwick, psicólogo de la UC Davis, tiene una opinión muy diferente. No cree que sea posible predecir las parejas antes de que se formen. En un sistema caótico, pequeños cambios en las condiciones iniciales pueden llevar a caminos muy divergentes más adelante. El azar juega un papel demasiado grande.

Para Eastwick, la cuestión más interesante no es tanto lo que une a una pareja como lo que la mantiene unida. Cree que el amor no se descubre entre dos personas, sino que se cultiva. Sospecha que tiene que ver con el establecimiento de patrones de comportamiento que refuerzan la relación; puede ser el apoyo a las ambiciones profesionales del otro o las cenas nocturnas para reconectar después del trabajo, o algo más, y lo que funciona en una relación puede no funcionar en otra.

«La compatibilidad es el equivalente a la materia oscura en la investigación de las relaciones... ¿De dónde viene la compatibilidad? Si no tiene que ver contigo ni con el otro, tiene que venir de algo que se crea por el camino».


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