¿Te atreves a montar en un robotaxi?

La era del robotaxi parecía haber dado el pistoletazo de salida este verano, cuando el estado de California aprobó su circulación por San Francisco durante todo el día. Pero la espuma bajó muy pronto. Vehículos que obstaculizaban el paso a los bomberos, caos en el tráfico en hora punta... Y en octubre, un accidente: un robotaxi de la empresa Cruise, una de las que parecía que iban a triunfar en Estados Unidos, pasó por encima de una mujer que acababa de ser atropellada por otro vehículo. Su tecnología no había podido detectar a un humano, y las autoridades les retiraron la licencia.

Y, aunque otras flotas de robotaxis gestionadas por empresas como Waymo y Baidu siguen funcionando en varias ciudades de Estados Unidos y China, el incidente también se llevó por delante la confianza del público. Exigir cero fallos a las tecnologías podría ser un debate, pero no es su único problema.

Tampoco han conseguido demostrar su rentabilidad. Los empresarios necesitan ver el retorno de las enormes sumas invertidas en su puesta en marcha, pero, si no ofrecen buenas tarifas, no podrán competir con los taxis convencionales o los VTC. Y, por si esto fuera poco, ampliar sus servicios a nuevas ciudades aumenta aún más los costes porque hay que cartografiar la zona, y muchos de ellos todavía siguen necesitando operadores remotos que tomen el control en caso de emergencia. ¿Que la inteligencia artificial iba a sustituir a los conductores en 2024? Todavía no tiene pinta.

En San Francisco, la guerra contra los taxis autónomos ha llegado hasta el boicot. «Los bloquean en las carreteras, los hacen entrar en calles de las que no pueden salir y les ponen conos en el capo de los amarillos de tráfico, lo que hace que se queden bloqueados», explica el profesor del departamento de Ciencias y Tecnología en la Universidad Europea, Sergio Bemposta. «Seguro que muchas de estas acciones son de gamberros, pero seguro que hay muchas de ellas que están organizadas por sectores profesionales. En España, tenemos los antecedentes de la incorporación de las empresas VTC y los problemas que ha ocasionado», concluye. ¿Que la inteligencia artificial iba a sustituir a los conductores en 2024? Todavía no tiene pinta.