Jueves, 24 de Julio 2025, 12:03h
Tiempo de lectura: 3 min
Hubo un tiempo, al menos algunos creemos recordarlo, en el que quienes hacían trampas estaban mal –incluso muy mal– vistos. De un tiempo a esta parte, nos hemos acostumbrado a que comparezcan ante nosotros gentes que dicen que van a hacer una cosa para luego hacer la contraria, que afirman obrar por algo que no es manifiestamente lo que provoca sus desvelos –sino otra cosa que con torpeza nos esconden– o que echan mano de ases en la manga y otras feas ventajas en su afán de imponerse al resto. En cualquier partida, el fullero o tramposo es una presencia indeseable, y por eso su condición solía al menos exigir sigilo y destreza. El juego sucio sin maña y sin vergüenza indigna y subleva con motivo. Cuanto más se recurre a él, más se alimenta la peor de las inclinaciones: la de romper la baraja.
-
1 ¿De dónde vienen los multimillonarios? De papá y mamá
-
2 El Benidorm de Corea del Norte: Kim Jong-un se inspira en la costa española para impulsar el turismo
-
3 Pódcast | Cadáveres que cambiaron la historia: 70 años del asesinato racista de Emmett Till
-
4 Pódcast | Los niños lobo, los huérfanos alemanes perseguidos en la Segunda Guerra Mundial
-
5 Reservistas voluntarios: 3000 civiles preparados para entrar en acción
-
1 ¿De dónde vienen los multimillonarios? De papá y mamá
-
2 El Benidorm de Corea del Norte: Kim Jong-un se inspira en la costa española para impulsar el turismo
-
3 Pódcast | Cadáveres que cambiaron la historia: 70 años del asesinato racista de Emmett Till
-
4 Pódcast | Los niños lobo, los huérfanos alemanes perseguidos en la Segunda Guerra Mundial
-
5 Reservistas voluntarios: 3000 civiles preparados para entrar en acción