Viernes, 15 de Marzo 2024, 09:25h
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La naturaleza indómita de otro tiempo es ahora un viejo guerrero que juguetea con sus nietos. La comarca de la Garrotxa tiene algo de onírico. Será por sus volcanes extinguidos o por sus gentes, más ancladas a la tierra que la propia lava. El restaurante de Fina Puigdevall y su familia en la carretera de la Canya, en Olot, es una puerta abierta a un mundo donde solo los autóctonos saben de las reglas de los hombres y de la naturaleza en un lugar donde todo tiene su orden, salvo la falta de lluvia.
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