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La timadora de Nueva York Anna Sorokin «¿Sociópata yo? Me parece un cumplido»

Esta mujer de origen ruso, Anna Sorokin, timó a la alta sociedad de Nueva York. Entre ellos, al hijo del arquitecto Santiago Calatrava. Les sacó cientos de miles de dólares haciéndose pasar por una rica heredera. Ahora su increíble historia arrasa convertida en una serie de Netflix, ¿Quién es Anna? Ella misma nos cuenta quién es.

Por Laura Pullmann / Foto: Guerin Blask

Jueves, 28 de Octubre 2021

Tiempo de lectura: 6 min

Recién salida de la cárcel, la estafadora con cara de niña Anna Sorokin posa para una sesión de fotos. Está en su salsa, rodeada de asistentes, vistiendo ropa de diseño y haciendo muecas para el fotógrafo… Eso sí, por si las moscas, la estilista ha hecho un inventario completo del guardarropa antes de que esta timadora apareciese para la sesión de fotos.

Seguramente para Anna, de 30 años, tanta precaución por un par de vestidos es una tontería. «Yo no me muevo por miserias -afirma-. Desde el primer momento tuve intención de sacar dinero a lo grande».

La historia de Sorokin, que desplumó a la alta sociedad de Nueva York, se ha convertido en una parábola de la era de Instagram. Llegó a Manhattan procedente de Europa en 2013 -por entonces se hacía llamar Anna Delvey- y se convirtió en una figura como salida de El gran Gatsby: una misteriosa alemana heredera de una fortuna de 60 millones de dólares que dejaba propinas de 100 dólares, subía fotos a las redes disfrutando a todo lujo y tenía planes aún más grandiosos, como abrir un lujoso club privado destinado al arte.

De hecho, este era el eje de su estafa. Delvey aseguraba que estaba a la espera de recibir su herencia para acabar de montar el centro en un histórico edificio en Park Avenue. Incluso contrató a un diseñador gráfico -a quien nunca pagó- para que creara el logo y la presentación. Mientras, colaba cheques sin fondos, escapaba de hoteles sin pagar y se fundía miles de dólares ajenos en cenas con champán, carísimos entrenadores personales, vacaciones de lujo… En su juicio en 2019 se probaron fraudes por valor de 270.000 dólares, pero pudieron ser muchos más. Llegó a convencer al City Nacional Bank para que le concediese un préstamo de 100.000 dólares. También falsificó documentación bancaria y se inventó la figura de un supuesto asesor financiero para gestionar un préstamo de 22 millones de dólares destinado a costear la Fundación Anna Delvey, aunque no llegó a hacerse efectivo.

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Un futuro por delante.Después de pasar tres años en la cárcel, Sorokin tiene grandes planes de nuevo: además de las series sobre su vida, está implicada en negocios digitales con NFT y dice que quiere reformar el sistema penitenciario… con ayuda de Kim Kardashian.Gtres

Su capacidad para fascinar y ganarse a la gente está fuera de toda duda. En 2015 se hizo amiga de Gabriel Calatrava, hijo del famoso arquitecto Santiago Calatrava, y lo convenció para que diseñara el club de arte. Anna sabía qué nombres usar y cómo llegar a ellos.

La propia exhibición de su vida de lujo en Instagram era su ‘aval’. Y su indudable capacidad para inventar historias… y que la creyesen. Llegó a contratar un jet privado para asistir a la tradicional conferencia anual de inversores en Omaha organizada por Warren Buffett. No pagó el avión, pero estuvo en la cena privada con Buffett.

Cuando se destapó el engaño, Anna -que en realidad había nacido en Rusia y era hija de un camionero- fue a parar a la cárcel de Rikers Island, conocida por haber albergado a Harvey Weinstein y Mark Chapman, el asesino de John Lennon.

Después de tres años entre rejas, Sorokin salió en libertad en marzo. Y hoy conversamos en el bufete de su abogado en Manhattan. Para variar, su abogado está pagando las cuentas del lujoso hotel donde vive gracias al anticipo abonado por Netflix, la plataforma que ha producido una serie sobre su vida. Se trata de 320.000 dólares que en su mayoría deberían ir destinados a devolver fondos a entidades bancarias y pagar minutas de abogados.

Ahora, Anna está luchando por no ser deportada a Alemania (su permiso de residencia temporal ha caducado), y está sujeta a las restricciones de la libertad condicional: no puede salir a la calle más allá de las siete de la tarde ni consumir drogas ni tener armas de fuego. «Tampoco me dejan abrir cuentas bancarias sin permiso explícito».

«Ni loca iba a llevar una vida provinciana y aburrida»

Su abogado alegó en el juicio que «todos somos un poco como Anna», en el sentido de que todos vivimos en un mundo de apariencias. Sin embargo, ella no se cree como todo el mundo. «No he conocido a muchos que se parezcan a mí», responde, hablando en inglés con un deje centroeuropeo. «Tengo una especial capacidad para dominar el estrés. Siempre la he tenido. No soporto a las personas que pierden los nervios y montan numeritos».

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La Anna de ficción. La actriz Julia Garner interpreta a Anna Sorokin (Delvey, en su doble vida) en la serie de Netflix ¿Quién es Anna?. Garner ha ganado dos Emmys por su papel de Ruth Langmore en la serie Ozark.

Sus sueños siempre fueron más allá del horizonte. Cuando tenía 15 años, su familia abandonó Rusia y se instaló en una pequeña ciudad alemana que ella describe como «provinciana y aburrida». «Veía a mis vecinos y me decía que ni loca iba a llevar su vida».

Fascinada por la moda, al acabar la secundaria, obtuvo una plaza para estudiar en Saint Martins, la prestigiosa escuela londinense de bellas artes. Pero renunció a la plaza y se fue a París, donde trabajó como becaria en Purple, una revista de tendencias. Allí fue, por cierto, donde adoptó su alias. ¿Qué la llevó a escoger el apellido Delvey? «No lo sé. Se me ocurrió». Empezó a codearse con los ricos y famosos, pero la vida en París le resultaba sosa. «Allí, todo está cerrado a las seis de la tarde». Lo que le gustaba era la frenética atmósfera de Nueva York, la ciudad que nunca duerme.

A la hora de contentar a sus seguidores en Instagram, Anna Sorokin juega con su reputación de mujer fatal, pero en la distancia corta niega ser una delincuente. «Es verdad que hice alguna que otra trampa y que no siempre dije toda la verdad, pero eso no es delincuencia. No siempre fui un dechado de virtudes, pero de ahí a ir a parar a la cárcel… ¡Por favor!».

Su ‘aval’ era su cuenta de Instagram, donde mostraba una vida de lujo y su habilidad para fascinar. «No conozco a mucha gente como yo. Tengo una notable capacidad para dominar el estrés»

Las cosas empezaron a torcerse en junio de 2017, cuando invitó a una amiga llamada Rachel DeLoache Williams -por entonces editora gráfica en la revista Vanity Fair– a un viaje «gratis total» a Marruecos, con estancia en un riad que salía por la friolera de 7000 dólares la noche. Tras una imaginativa sucesión de pretextos y promesas, su compañera se encontró con que había ‘apoquinado’ 62.000 dólares en gastos. DeLoache describe ahora a su antigua amiga como una sociópata, ante lo cual nuestra embaucadora se encoge de hombros. «Para mí es un elogio. Porque la gente también trata de sociópatas a Mark Zuckerberg, Elon Musk y Steve Jobs. No tengo problema en que me comparen con ellos».

La de Marruecos fue una de sus últimas escapadas. En julio de ese año fue detenida por primera vez, por impago de varios millares de dólares a los hoteles Beekman y W New York. El juez la dejó en libertad con cargos y de inmediato huyó a California, donde estuvo escondida en Passages, una clínica de desintoxicación que sale por 60.000 dólares al mes. «Fue un buen precalentamiento para mi estancia en la cárcel», bromea.

DeLoache Williams se vengó tomando parte en un operativo policial destinado a sacar a Sorokin de su refugio. Se las arregló para quedar con ella en un restaurante y la Policía la cazó por sorpresa. «De locos, un montaje de locos», describe Anna.

Cuando se le pregunta si se arrepiente de algo, Anna se pone a la defensiva. «A ver. No voy a decir que soy un ejemplo, un modelo. Claro que no. Tomé unas decisiones que en su momento me parecieron acertadas… y luego se vio que no. Y ahora lo estoy pagando con creces. ¡¿Qué más tengo que hacer, por favor?!».

En todo caso, sus planes no son quedar en segundo plano. ¿Quién es Anna?, la serie inspirada en su caso, arrasa en Netflix. HBO está preparando otra producción y, mientras, la propia Anna está escribiendo un libro sobre su etapa en la cárcel. Allí, dice, conoció a gente que la ha marcado. Una mujer que mató a su novio a cuchilladas después de que este subiera unas fotos de ella desnuda a la Red. Una chica que mató a una anciana por accidente mientras trataba de robarle 20 dólares. «Lo que te hiela la sangre es que son personas completamente normales». Se calza las gafas de sol y comenta: «La gente disfruta con los monstruos de feria, no cabe duda».

@The Sunday Times Magazine

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