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París, 1973. Henry Kissinger, el todopoderoso consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, posa sonriente ante las cámaras tras firmar los Acuerdos de Paz de París. A su lado, el representante de Vietnam del Norte, Le Duc Tho, mantiene el gesto serio. Habían negociado durante casi cinco años, en secreto y en público, para poner fin a la guerra de Vietnam. Ambos fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz. Pero Tho lo rechazó. Fue el primer y único laureado en la historia del Nobel que lo rechazó. «No hay paz, así que no acepto un premio por algo que no existe», explicó.
 
                Le Duc Tho, nacido en 1911 en una familia culta del norte de Vietnam, se unió al movimiento comunista a los 18 años y fue encarcelado por los franceses a los 19. Durante la dura reclusión en la prisión colonial de Con Dao organizó huelgas de hambre y círculos de adoctrinamiento clandestinos sobre marxismo.
Fue torturado, pero no se quebró. Como muchos líderes comunistas vietnamitas se forjó en la resistencia, primero contra el colonialismo francés y luego contra la ocupación japonesa, para terminar enfrentándose a Estados Unidos. Durante décadas fue el gran organizador interno del Partido Comunista de Vietnam. Trabajó siempre en la sombra. Nunca se casó ni tuvo hijos. Dedicó toda su vida a la causa revolucionaria. En los años sesenta y setenta, su misión fue clara: unificar Vietnam bajo un gobierno comunista. Para lograrlo, no dudó en usar tanto la estrategia militar como la diplomática.
En París, Tho y Kissinger mantuvieron más de veinte encuentros secretos. Mientras Kissinger buscaba una salida honorable para Estados Unidos, Tho negociaba desde una posición de fuerza, sabiendo que los ataques del Viet Cong no cesarían firmaran lo que firmaran. Según quienes presenciaron las reuniones, Kissinger trataba de seducir con ironía y astucia. Pero Tho era impenetrable, casi robótico, «cada palabra que decía pesaba como una sentencia».
 
                Henry Kissinger relató en sus memorias que las negociaciones secretas con Le Duc Tho comenzaron en villas discretas en los alrededores de París, lejos del escrutinio público, y que ambos viajaban en absoluto secreto, cruzando Europa bajo identidades falsas. Kissinger incluso se trasladaba a casas del Partido Comunista Francés para encontrarse con Tho. El vietnamita siempre se presentaba impecable, con modales fríos y una lógica implacable que Kissinger describió como la de un funcionario que no negocia, sino que dicta condiciones. Kissinger relata que al principio consideraba a Tho como un adversario casi irracional, pero llegó a respetarlo como alguien «culto, educado e inquebrantable».
En una de las conversaciones más tensas, Tho llegó a insinuar que, si Estados Unidos no podía lograr la salida del presidente survietnamita Thieu por vías democráticas, siempre cabía la opción del asesinato, a lo que Kissinger respondió con una negativa tajante. Las reuniones eran largas, a veces de más de ocho horas seguidas. Kissinger, presionado por Nixon y por la opinión pública estadounidense, trataba de ganar tiempo con un alto el fuego; Le Duc Tho exigía la retirada total de Estados Unidos de Vietnam del Sur, como paso hacia la reunificación comunista.
 
                Firmaron un acuerdo en 1973, pero con intereses opuestos: para Vietnam fue una victoria diferida; para Estados Unidos, el intento de una salida decorosa.
A pesar del tratado, el conflicto siguió sobre el terreno. El Ejército norvietnamita permaneció en el sur tras la firma y, aunque Estados Unidos retiró sus tropas, continuó prestando apoyo militar y económico al Gobierno survietnamita. El fin de la guerra no llegó hasta el 30 de abril de 1975, con la caída de Saigón, en manos del Ejército norvietnamita y el Viet Cong. Los tanques comunistas atravesaron las puertas del palacio presidencial y el Gobierno survietnamita se rindió
La derrota fue total y marcó una de las mayores humillaciones militares y políticas para Estados Unidos, que evacuó en helicóptero a sus ciudadanos y a miles de vietnamitas desde la azotea de su Embajada en Saigón, en una imagen que se volvió símbolo del colapso.
 
                Vietnam fue unificado como un solo país comunista: la República Socialista de Vietnam, con capital en Hanói.
Tras el fin de la guerra, Le Duc Tho siguió influyendo en la política vietnamita y en la revolución camboyana que acabó con el régimen genocida de los Jemeres Rojos en 1979. Ocupó altos cargos hasta su muerte en 1990, pero siempre rehusó los protagonismos personales.
Sobre Le Duc Tho no pesan cargos por crímenes de guerra. Pero su figura ha sido objeto de controversia desde la perspectiva occidental. Como estratega clave del Viet Cong y del Partido Comunista, participó en ofensivas que causaron numerosas víctimas civiles, como la del Tet en 1968, y también se lo vincula con purgas internas y la represión de disidencias. Pese a ello, Tho no fue investigado ni procesado por tribunales internacionales, y en Vietnam se lo considera aún un dirigente central de la unificación nacional.
 
                El gesto de Le Duc Tho de rechazar el Nobel sorprendió al mundo. En plena Guerra Fría parecía un golpe propagandístico, pero fue algo más: una declaración de principios. Para él, aceptar el premio habría sido legitimar una paz ficticia y rebajar su lucha a un juego diplomático entre superpotencias. Según explicó, no se habían cumplido aún las condiciones reales para una paz verdadera en Vietnam. Henry Kissinger sí aceptó el galardón, pero no acudió a la ceremonia de entrega en Oslo, alegando razones de seguridad debido a las fuertes protestas internacionales por su papel en la guerra de Vietnam. Sobre la negativa de Tho, Kissinger dijo públicamente que respetaba la decisión, aunque en privado expresó decepción.
En sus memorias sugirió que el gesto de Tho estaba calculado para mantener una posición de superioridad moral. A su juicio, el rechazo no fue solo una cuestión ética, sino también estratégica, para dejar claro que no había equivalencia moral entre Vietnam del Norte y Estados Unidos. Además, la negativa de Tho dejó a Kissinger solo en el foco mediático, lo que intensificó las críticas en su contra: sectores pacifistas lo acusaban de crímenes de guerra, y la opinión pública en muchos países lo veía como corresponsable de los bombardeos masivos en Camboya y Laos. Su soledad en el Nobel acentuó la controversia que rodeó el premio aquel año. Tho murió en 1990 sin autobiografía, sin culto a la personalidad. Solo con el recuerdo de haber vencido a uno de los diplomáticos más hábiles de Occidente.