Miquel Roca Abogado y político 'Hoy escasean los pactos, falta coraje'
Lunes, 13 de Diciembre 2021
Tiempo de lectura: 9 min
Abogado, conferenciante, profesor, columnista... no parece que los años domeñen su actividad, aunque reconoce que procura pasar más tiempo en su casa del Empordá, pasear, salir en su barca o disfrutar de sus nietos. Y, por supuesto, sigue atento a la política.
XLSemanal. El futuro de España ¿está dentro de la Constitución de 1978?
Miquel Roca. Sí, y debemos de mantenerla viva. Una Constitución no es más complicada que un régimen de comunidad de vecinos. Los españoles nos decidimos a demostrar al mundo que éramos capaces de convivir en libertad. Pusimos fin a una dictadura de 40 años, a una traumática guerra civil y a una historia que no nos daba una imagen positiva. La hicimos en un clima de consenso, de respeto, de discrepancias, pero con una voluntad de construir un marco en el que fuera posible la expresión de la diferencia. A mi edad, ya no puedo permitirme más lujos que defender lo que hicimos.
XL. Hay deseos de cambio en la sociedad, sin embargo.
M.R. Así es, pero no se sabe bien en qué se concreta. No podemos olvidar que la Constitución de 1978 era la primera constitución en España que se sometía a referéndum y se aprobó por más del 90 por ciento de los ciudadanos. Es lógico que haya voluntad de reforma. Pero me gustaría que nos moviéramos en consensos de grandes mayorías. No sé qué garantía aportan las reformas que se aprueban por el 50,01 por ciento.
'Pusimos fin a una dictadura de 40 años, a una traumática guerra civil. A mi edad ya no puedo permitirme más lujos que defender lo que hicimos'
XL. Estamos en una situación delicada y clave, cómo lo fue hace 40 años.
M.R. España debería tener conciencia de que no hay otro país en Europa que haya hecho la transformación tan espectacular que ha hecho en los últimos 40 años. Si hemos hecho esto, ¿no somos capaces de administrar la situación actual? No nos neguemos a nosotros mismos el orgullo de lo que hemos hecho hasta ahora. Hemos hecho mucho y podemos hacer mucho más. Si queremos, podremos hacerlo.
XL. ¿Cuál es su diagnóstico del país?
M.R. Mi diagnóstico hoy es que no hay voluntad de acuerdo. España tiene una tendencia peligrosa a encontrarse cómoda en los dos bloques. Es muy fácil la política de bloques porque todo lo que el otro piensa está mal. El argumento no necesita de mucha construcción inteligente. Lo contrario es más complicado porque incluso, a veces, el adversario puede tener razón en algún punto. A España no le conviene, en absoluto, la división en bloques y la historia lo demuestra. Nos paraliza y es malo para el futuro del país.
'No sé qué garantía aporta una reforma de la Constitución que se apruebe por el 50,01 por ciento'
XL. ¿Cree que estamos progresando?
M.R. Estamos estancados en el progreso o no estamos aprovechando cómo deberíamos nuestras posibilidades. Podríamos progresar muchísimo más. El clima de estabilidad es fundamental porque se traduce en seguridad jurídica, confianza y esto es lo que da dinamismo a un país. Cuando no es así, el riesgo se traduce en una cierta degradación del colectivo.
XL. Usted tuvo una trayectoria larga en la política, en la que empezó con apenas 30 años y fue uno de los siete diputados en redactar la Constitución. ¿Qué evolución ve en la vida política?
M.R. Hoy en día escasean los pactos. Falta coraje. No es una buena señal. Pactar requiere coraje y a veces lo más cómodo es no pactar y descalificar al adversario. Sin ir más lejos, la vida matrimonial es un pacto permanente. Actualmente no solamente hay más discrepancias que coincidencias, sino que no hay ninguna voluntad de buscar más coincidencias. Si no somos capaces de alcanzar acuerdos, lo vamos a pasar mal.
'Si no somos capaces de alcanzar acuerdos lo vamos a pasar mal. El consenso es el reconocimiento de la diferencia'
XL. ¿Qué es lo más urgente ahora mismo?
M.R. Cómo utilizar los fondos de recuperación europeos y utilizarlos todos. No perder parte de estos fondos por incapacidad propia para poder tramitar todos los proyectos que son necesarios. Si no los aprovechamos y, al final, parte de los fondos que podrían llegar, no lo hacen porque no somos capaces de administrarlo, sería un fracaso muy grave. En estos momentos, es básico; esto no lo podemos perder. Si por razones egoístas, sectarias o partidistas perdemos esta oportunidad, esto sería una acusación muy grave contra nosotros mismos.
XL. Es un momento clave.
M.R. Esta vez tiene que salir bien. La historia está llena de momentos clave como éste en los que no podemos fallar. Como llevamos 40 años de normalidad institucional, al español parece que le cueste vivir en la normalidad. Parece que nos vaya la marcha, que haya que suscitar debates siempre más trascendentes. Hemos ganado una libertad y hemos de aprender la lección de convivir en ella cada día. Nos cuesta. Es una asignatura que estamos cursando, pero aún nos falta.
'Parece que nos vaya la marcha, que haya que suscitar debates siempre más trascendentes. Hemos ganado una libertad y hemos de aprender A convivir en ella'
XL. El taxista que me trajo hasta su despacho me comentaba que la situación en Cataluña no acabará bien, que el independentismo está haciendo mucho daño. ¿Cree que son positivos los pactos del Gobierno con los partidos nacionalistas?
M.R. Deberían de beneficiar al conjunto de España y no solo a Cataluña. En Cataluña hay un un problema y tiene raíces históricas y profundas. El gobierno que esté gobernando tiene dentro de sus obligaciones ocuparse del tema. La única no solución es pretender ignorar el problema y para mí tiene una explicación constitucionalmente correcta. En España decidimos que la pluralidad era una riqueza del país. Seamos consecuentes. Esa pluralidad quiere decir que existe una diversidad. Que no se niegue la pluralidad, la diversidad, la heterogeneidad. Busquemos cómo sumar un proyecto colectivo. Hay que encauzar la ambición de los nacionalistas en el fortalecimiento de un proyecto común. Si hubiera más voluntad de comprensión y acercamiento, sería más positivo.
XL. Ese mismo taxista se quejaba de que las necesidades reales de los ciudadanos no les interesan a los políticos. ¿Lo cree así?
M.R. Si no hay percepción de que estás trabajando para resolver las necesidades más inmediatas lo que se hace sirve de poco. Es cierto que el debate político no se corresponde con esas necesidades urgentes. Tenemos una situación muy complicada por el impacto del Covid, sobre todo en las rentas medias y bajas del país; tenemos una sanidad muy buena pero muy gastada y muy puesta a prueba; tenemos un sistema educativo en el que la formación profesional es un fracaso muy notable en una sociedad muy necesitada de la misma; hay una falta de vivienda social muy importante; una quiebra de la seguridad ciudadana… El ciudadano no encuentra respuestas a estos problemas.
XL. ¿Y, Barcelona? Muchos dicen que está triste.
M.R. Tenemos un problema en Barcelona. La ciudad vive un debate sobre cómo orientar el futuro: unos quieren cambiar el modelo de la ciudad otros, adaptarlo. Sería un riesgo muy importante, un error gravísimo. Soy partidario de adaptar la ciudad al cambio sabiendo mantener los ejes fundamentales de la identidad de la ciudad. Barcelona tiene un potencial enorme, en todos los campos, y lo que no deberíamos arriesgar es cómo adaptarnos al cambio.
XL. ¿Cuál es la España que a usted le gustaría?
M.R. Me gustaría una España en la que todos nos encontráramos cómodos. Este es el reto. La comodidad quiere decir que a veces tiene sus contraprestaciones. No es más difícil que los problemas que tienen otros. España tiene un régimen de descentralización del poder territorial de los más importante de Europa junto con la República Federal alemana. El problema está en el sistema de financiación.
XL. ¿La Monarquía está dentro de la España que quisiera?
M.R. Yo lo tengo claro. Me costaría mucho aceptar que el debate sobre la monarquía es un problema en estos momentos. Hay siete países en Europa con niveles de progreso y bienestar muy importantes que viven en régimen monárquico. Este no es el problema de España; lo hemos de situar por abajo, no por arriba.
XL. Hay hoy un debate sobre la memoria histórica. ¿Cómo lo observa?
M.R. Hemos de aprender que los errores de la historia no los queremos repetir. Hemos avanzado mucho y es mérito de todos. Hemos pasado de ser un país emigrante a un país que tiene los problemas que comporta una solidaria inmigración. Hagamos memoria para no repetir la historia. Lo que no podemos repetir es la intransigencia y la intolerancia. Este es un país que cerró muy tarde la Inquisición. Aprendamos de nuestra historia traumática de confrontación.
'España tiene un régimen de descentralización del poder territorial de los más importante de Europa. El problema está en el sistema de financiación'
XL. No estamos en una situación fácil.
M.R. Pero en otros momentos recientes hemos hecho cosas espectaculares, esto nos da fuerza y moral para creer que ahora podemos seguir haciéndolo. Podemos hacerlo. ¿Lo tienen ahora tan difícil como antes? No. Cuando dicen que la Transición fue muy blanda, no saben a quién se lo dicen. A los que sufrieron prisión y represión durante tantos años. Es una cierta frivolidad porque logramos los acuerdos en momentos muy difíciles. Ahora estamos en un momento difícil, ¡pero no tanto! ¡La Transición fue mucho más difícil!
XL. ¿Cómo nos puede servir el pasado para ayudarnos al progreso de la España que queremos?
MR. Deberíamos de rescatar del pasado la capacidad del consenso. Podremos discrepar en políticas fiscales, pero hay grandes ejes: económicos, sociales, culturales, institucionales que permiten el acuerdo y esto es lo que da fuerza a un país. La fortaleza de un país está en la aceptación de unas reglas básicas, del respeto de la idea del otro. El pacto es tan imprescindible como difícil. Sin pacto solo nos aparece la intolerancia como horizonte.
'Los que dicen que no tenemos a los mejores en política que den un paso. Mójense, quémense, actúen'
XL. Si tuviera que decir algo que hay que mejorar de nuestro país, ¿qué sería?
M.R. La confianza. La gente, a mi entender, tiene poca confianza en la sociedad, en su país. Hay que confiar en España, en Cataluña, el País Vasco... Tener más orgullo. La confianza es un activo fundamental. Cuando uno tiene una enfermedad, el médico siempre dice que lo más importante es tener confianza para poder vencerla. Para progresar hay que confiar y, hoy, más que nunca, necesitamos confiar en nosotros mismos.
XL. Una última petición de la carta a los Reyes Magos de ese país que queremos.
M.R. Debería haber mucha más iniciativa cívica; más compromiso del ciudadano con lo público. Siempre se dice que los gobernantes que había antes eran mejores, pero yo no lo suscribo de ninguna manera. La sociedad, en cada momento, aporta su gente y en todo caso los que dicen que no tenemos a los mejores en la política, que den un paso ellos mismos. Estamos un poco adormilados. Hemos de pasar de ser espectadores críticos a estar comprometidos con la solución. Mójese, quémese, actúe.
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