La ribeirense intenta transmitir los valores de la empatía y el amor al prójimo a través de sus obras
28 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hace tan solo unos días un horrible atentado en Moscú mató a 140 personas como si sus vidas no valiesen nada. En Oriente Próximo, Gaza lleva meses sufriendo las terribles consecuencias de una guerra que corre el peligro de enquistarse, igual que la de Ucrania. En un mundo lleno de malas noticias a veces el único antídoto al odio y al rencor es aferrarse e a la luz. Para algunos, la alegría está en la fe, en el trabajo, en el amor... pero para María José Fernández (Ribeira, 1982), esta forma de vía de escape siempre ha sido el arte.
La barbanzana, hija de la pintora Vyana DL, creció rodeada de los cuadros de su madre, lo que alimentó un amor por los pigmentos y los pinceles con el que ella también había nacido: «Pinto dende que era rapaciña, sempre me encantou». Ver las obras de su progenitora en las paredes no hizo que su estilo se pareciese al de ella, pues la artista ha sabido desarrollar uno propio en el que no faltan nunca los colores vivos. Cuando alguien le pregunta por una definición un poco más exacta de su estilo, ella señala que «está entre o arte abstracto e o surrealismo».
Ya sea a través de figuras más reconocibles o utilizando técnicas basadas en la sinestesia, que le ayudan a representar con pintura ideas imperceptibles para la vista, como la música, la creadora siempre intenta transmitir mensajes relacionados con el respeto al prójimo y a la naturaleza. Tantos años depurando su talento vertiéndolo sobre el lienzo le han servido para darse cuenta de que lo importante no es el soporte, sino las emociones que sus obras logren suscitar en la audiencia: «Para min o pequeno conecta co universal. Busco impulsar á xente a ser máis libre, máis alegre, e gozar das pequenas cousas».
Para poder dar forma a diferentes ideas, la barbanzana utiliza todo tipo de materiales y técnicas, algo que la convierte en un verdadero todoterreno artístico, pues no hay disciplina que se le resista. Una de sus formas de expresión favoritas es la escultura, en la que trabaja desde la pasta de papel hasta el hierro o la madera pasando por la cerámica policromada: «Gústame variar porque cada materia prima transmite unha sensación distinta».
Innovar
A la ribeirense le gusta probar cosas nuevas. Por ejemplo, para representar el inexorable paso del tiempo, deja que el hierro de alguna de sus creaciones se oxide. Además, no le da miedo mezclar disciplinas, por eso algunos de sus cuadros incluyen trozos en relieve construidos con la utilización de pasta de papel: «Gústame a impresión que causa na xente, explorar a beleza das propias formas».
Las fuentes de inspiración de la barbanzana son muy variadas, aunque admite que una buena manera de provocar ese chispazo que sienten los artistas cuando les viene una idea a la cabeza es poner música. No importa demasiado el estilo o el ritmo, sino más bien que concuerde con cómo está en ese momento: «Uso de todo, clásica, rock, rap... axúdame a dar saída ao que teño na mente».
Y es que sí, la creadora no va haciendo todo sobre la marcha, sino que más bien materializa lo que ya ha ideado en su cabeza. Su imaginación es tan grande que es capaz de ver la obra terminada antes de ni siquiera coger un pincel en la mano: «Ás veces son quen de visualizala acabada de todo e outras vou engadindo cousas segundo a min me pareza, pero sempre parto dun concepto definido».
Igual que su alma esté llena de ganas de compartir su amor por la vida con los demás es lo que hace sus obras tan especiales, ¿quién sabe?.