Los zombis de la bolsa mantienen atrapados dos mil millones de euros

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Martinsa es la firma suspendida que más tiempo lleva sin cotizar, 6 años

02 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Muertas en vida. Suspendidas de cotización, diecinueve sociedades vagan por el parqué arrastrando tras de sí a decenas de miles de accionistas que han visto cómo un concurso de acreedores o las dudas sobre la salud financiera de la empresa en la que habían invertido sus ahorros les impiden echar mano de estos.

Un corralito que mantiene atrapados más de 2.100 millones de euros. Esa es la capitalización conjunta de las empresas suspendidas. Y eso, antes de que se decretara el cerrojazo. La cifra refleja el valor que tenían las acciones el último día que cotizaron, pero no tiene por qué ser el actual. Porque, el paso del tiempo y las dudas sobre la viabilidad de las compañías pueden haber convertido esos números en simples quimeras. Es el caso, por ejemplo, de Martinsa-Fadesa, el valor que más tiempo lleva en el congelador. Desde julio del 2008, cuando la compañía declaró el mayor concurso de acreedores de la historia de España. Sus títulos se cruzaron por última vez a 7,3 euros, un precio impensable ahora para una empresa del proscrito sector inmobiliario y que aún negocia con la banca un plan de refinanciación que le permita afrontar con garantías la pesada losa de la deuda.

Pero esta no es la única empresa del ladrillo que está en esta situación. El sector es el más castigado por las suspensiones, como demuestra la situación de Fergo Aisa, AMCI Hábitat, Inmofiban, Nyesa o Reyal Urbis. Atrapados están también quienes invirtieron en las cuotas participativas de la CAM, suspendidas desde el 2011. Con la caja adjudicada por un euro al Sabadell, los perjudicados han recurrido a los tribunales para reclamar su dinero.

En el listado hay también cuatro empresas del mercado alternativo bursátil (MAB), como Bodaclick, Zinkia -la productora de Pocoyó-, Carbures y Gowex, protagonista de un culebrón societario que ha dado al traste con una empresa que valía más de 572 millones en el parqué antes de que su responsable acabara en el juzgado.

Pese a la incertidumbre que supone la suspensión de cotización, hay casos con final feliz. El más reciente lo ha protagonizado esta misma semana Renta Corporación, inmobiliaria catalana que regresó al parqué tras 19 meses sin pisarlo y lo hizo con un rebote del 154 %. Eso sí, la acción cotiza ahora a 1,33 euros, lejos de los 29 a los que debutó en Bolsa y de los casi 40 que llegó a marcar antes de estallar la burbuja.

Alternativas para el inversor

Desde la CNMV explican que no hay un período máximo durante el que pueda permanecer suspendido un valor, una incertidumbre que pesa sobre los accionistas que ven cómo pasan los años sin novedades sobre sus inversiones.

Aunque eso sí, que un valor no cotice no quiere decir que no se pueda vender. Podrá colocarse en el denominado mercado gris, bien a través de la entidad depositaria o buscando un comprador interesado. Sin embargo, Javier Flores, responsable de estudios de la Asociación Europea de Inversores Profesionales (Asinver), advierte de que en estos casos es muy difícil encontrar a alguien interesado en estos títulos que, además, suelen venderse a «precios residuales». A esto hay que añadir, explica, que Hacienda «tiene una presunción de fraude sobre las operaciones que se hacen en el mercado gris», lo que añade más inseguridad jurídica a unas transacciones ya de por sí complicadas de materializar.